La mayoría de los jóvenes queretanos interesados en las prácticas literarias ubican el nombre de Luis Alberto Arellano (1976-2016), como poeta, editor, traductor, crítico literario y amigo o enemigo a ultranza. A tres años de su sensible fallecimiento, ocurrido el 15 de diciembre de 2016, reaparece su legado y también surge la oportunidad para que nuevas generaciones redescubran su trayectoria.
La creación poética de Arellano ha sido reseñada en otros espacios, pero no se ha hecho trabajo de remembranza acerca de su faena como editor. Hay un hecho paradigmático: su debut como editor de Crótalo, la cual resultó una propuesta atractiva pero ingrata (dixit Arellano).
Crótalo fue una revista literaria nacida de la necesidad de un grupo de amigos veinteañeros por difundir las letras de jóvenes escritores, que a finales del siglo XX batallaban para encontrar un espacio donde publicar. No fue un parteaguas en la localidad pero, sin duda, reestableció el anhelo de expresividad que habían marcado revistas como Ágora, Escritorio, Nautilius o El hechicero desde la mitad del siglo XX.
Crótalo fue un proyecto editorial de alumnos y maestros de la Escuela de Escritores (SOGEM). Comenzó en noviembre de 1997. Su época cero se publicó hasta febrero de 1999, con una periodicidad mensual se imprimieron quince números (su nueva y última época al parecer tuvo tres números). Tenía costo y suscripciones aunque ignoramos su precio y tiraje. Nunca publicitó contenido comercial o turístico. A partir del número 6 (mayo 1998) contó con la beca “Edmundo Valadés” de Apoyo a la Edición de Revistas Independientes (cuyo apoyo económico consistió en 57 mil pesos). Tuvo varios domicilios. Sus fundadores fueron Luis Alberto Arellano, Román Luján, Sol Ximena Fernández y Ricardo Mazatán. En la parte de diseño y formación estuvieron Carolina Novoa y Luis Enrique Gutiérrez O.M.
Como suele suceder, tuvo cambios en su coordinación editorial. La revista publicó poesía, ensayo, narrativa, ilustración y traducciones de autores de renombre. Crótalo se imprimía en Diseño e Impresos del Bajío, en formato de 13.5 x 27.5 cm, engrapada, con una extensión de 24 a 40 páginas; con portada de cartulina e interiores en papel bond color crema y era sencilla, tenía una serigrafía con la imagen de un crótalo, centrada en la parte superior, al pie de ella una barra angular, y debajo el título de la revista; número a número, cambiaba el color de la impresión de portada pero con interiores en offset siempre a una tinta.
En entrevista con Margarita Ladrón de Guevara (octubre de 2005), Arellano comentó que el nombre de la revista fue idea del escritor Osvaldo Fernández, quien observó la condición “viperina” del grupo; “la idea de la serpiente fue también”, dijo el autor de La doctrina del fuego, “para hacer una combinación de nuestra postura irreverente pero sólida frente a lo que existía en esa época”. Era, pues, una revista cuya línea editorial se destinó a promover el trabajo de jóvenes escritores locales, y asimismo a ofrecer traducciones de autores de reconocido prestigio. En ella colaboraron Miguel Aguilar Carrillo, Hugo Gutiérrez Vega, Roberto Cuevas, César Cano Basaldúa, José Luis de la Vega, Agustín Escobar, Luis Enrique LEGOM, Salvador Alcocer, Arturo Santana, Julio César Cervantes, Martha Favila y también la enriquecieron Luis Armenta Malpica, Benjamín Valdivia, Francisco Cervantes, Jordi Boldó, Mauricio Beuchot, entre otros; pero, como la revista brotó de un proyecto a toda sangre juvenil, el contenido promovido fue en su mayoría de plumas jóvenes. En los números 11 y 12 (octubre y noviembre 1998) se publicó una especie de antología de autores que conformaban la escena local de ese momento (algunos de los cuales amenazan con seguir activos). A lo largo de los quince números, curiosamente, cerca del 70% lo abarca la poesía, mientras que el 5% corresponde a ensayo literario. Situación, en efecto, que integra la escena literaria a nivel global.
En las páginas de la revista hay textos del propio Arellano. En esa etapa escritural, hay primeras versiones de poemas que luego verían la luz en libros autónomos o ensayos que nunca más buscaron mayores escarceos. Naturalmente, la formación como editor de Crótalo incide en la semblanza estética e ideológica de Arellano, y junto a la publicación de su poesía en Obra (in)completa (Herring Publishers, 2018) y su investigación doctoral Rafael Lozano, mensajero de vanguardias (COLSAN, 2018), se presentan cerca de dos décadas de labor llevada a cabo con la búsqueda sostenida de una voz poética propia y con el escrúpulo de la mirada penetrante.
El legado de Crótalo es importante en Querétaro. De acuerdo con Miguel Aguilar Carrillo, “su esfuerzo por dar a conocer nuevas voces valió la pena y renovó el ambiente literario”. Lo difícil es encontrar completa la colección de la revista en espacios de consulta pública. Ni archivos ni bibliotecas conservan la publicación. Hace falta conciencia de archivo. Lo ordinario es publicar una revista, compartirla a conocidos en la zona donde se habita, haciendo difusiones diversas, tratando de pulir el proyecto, sobrellevando las adversidades administrativas y abriendo los ojos a convocatorias que si bien dan un respiro financiero a la revista, a veces, nunca llegan a ser la garantía de porvenir. Esto es parte del contexto de producción de una publicación periódica. Por supuesto, el reto es hacer una historiografía literaria del siglo XX en Querétaro. Las revistas literarias condensan claves para interpretar la presencia o ausencia de tradición literaria.
Crótalo merecería un estudio crítico: porque en ella encontramos posibilidades de lo que ha sido la literatura queretana contemporánea. Para no perder el legado de creadores locales habría que hacer la recuperación documental de revistas literarias, con el objetivo de documentar el pasado literario de nuestra entidad y plantear interrogantes sobre dicho corpus. Y, en ese sentido, la atención a las prácticas literarias de Luis Alberto Arellano y la revisión de Crótalo son la vía necesaria, evita la mitomanía y permite redimensionar la vida y obra un escritor y editor popular entre los jóvenes.