"La edad es un tema de mente sobre la materia, si no te
importa, no importa”,
Mark Twain
—¡Ya en 8 días es tu cumpleaños! ¿Qué quieres hacer?
—Nada —contesta Melissa desanimada.
—¿Por qué? ¡Cumples 30!
—¡Por eso! Ya se me acabó la vida, un día eres joven y al otro ya te duelen las rodillas…
Son pocas personas de mi generación que quieren celebrar el tercer escalón. A los pocos cumpleaños que he asistido, el ambiente es parecido al de un velorio, se la pasan llorando, lamentándose de ya no tener 20, recordando lo maravilloso que era tener toda la energía para irse de fiesta desde el jueves hasta el domingo o la capacidad de comer cualquier cosa a cualquier hora, como si a los 30 no pudieran hacer lo mismo, después del drama y el lamento inicia un debate muy serio sobre qué es lo que han hecho de su vida y la comparación eterna que se tiene con los padres:
—A los 30 mi papá tenía auto propio y departamento… pero yo por lo menos no tengo hijos —externa Nicolás levantando el puño de manera triunfal y con una gran sonrisa.
—Yo todavía no sé diferenciar entre el cilantro y el perejil —se burla de sí mismo Miguel.
—A los 30 mis papás ya se habían casado, me tenían a mí de un año y yo no tengo ni perro que me ladre —dice Melissa tratando de reírse de sí misma, cuando realmente lo que acaba de decir, le pesa.
Es cuando caigo en cuenta no a todos les pesa cumplir 30, pero pareciera que a TODAS sí. Debe existir una razón subliminal para que la edad en las mujeres sea interpretada con un peso mortal para ellas, la respuesta pareciera estar en los medios: revistas, cine y televisión. En la sala del departamento en el que vivimos gran parte de mi infancia, mamá tenía algunas revistas que usábamos para recortar por si alguna tarea lo solicitaba: Vanidades, Kena, Novias de pasarela y Cosmopolitan. Recuerdo que todas tenían títulos referentes a la edad: “La crisis de los 40”, “¿Tienes 30 y sigues soltera?”, “Te mostramos la dieta que rejuvenece”, “Conoce aquí el límite de tu reloj biológico”. Como si el ser mujer se resumiera en: casarse, tener hijos y lucir siempre jovial. En el caso de los hombres sucede un fenómeno contario, en las mismas revistas hay una sección muy larga que le dedican al comportamiento del hombre en las relaciones sentimentales y te dan consejos de lo que puedes hacer para poder “tener al hombre de tus sueños”, así como artículos en los que afirman que la edad en ellos es sinónimo de sabiduría, belleza y estabilidad: ¿Por qué ellos se ven tan bien con canas?, Un hombre maduro es un hombre seguro, ¿Por qué las mujeres más jóvenes prefieren a hombres mayores?
Me dispuse a buscar qué revistas “para hombres” existen y cuál es la información que les comparten: Men’s Health, GQ, Esquire, entre otras, abordan temas de economía, emprendimiento de negocios, rutinas de ejercicio, opciones de viaje e información sobre deportes, no existe una sección en la que aborden temas sobre relaciones interpersonales, ni consejos amorosos, para esos temas existen las siguientes revistas: Playboy, Maxim, H, Open, Extremo ¿Qué les dice la prensa a ellos? Las portadas son tan explícitas como las revistas destinadas para mujeres:
En una revista H del 2010, salen Fabiola Campomanes y La Chiva vestidas con lencería dándose un beso, el título: “Se besan y no son novias”. En una Maxim de 2015: Vanessa Arias con un bikini diminuto en la portada, los títulos principales dictan: “El amor apesta”, “Mucho sexo para todos: una guía de cómo llegar a la cama”. Playboy de 2005: Dita Von Teese montando un caballito de carrusel usando solamente una faja dorada. Los títulos son variados: “Rosario Robles desnuda su alma”, “¿Cómo será Cuba sin Fidel?”, “Stanley Kubrick un homenaje a Berlín, para viajeros: El vino, divino”, contenido distinto a la Playboy del 2021 en la que solo aparece Gabi Wolscham sobre un fondo oscuro completamente desnuda, hincada y de perfil. El título: “Las mejores curvas de América cubren sus pezones”.
La publicidad logra permear en nuestro inconsciente y podemos entender por qué las mujeres se aterrorizan al cumplir años, puesto que la industria que dicta los cánones de belleza dicta la siguiente sentencia: Ser joven y aspirar a ser un objeto sexual para que cuando tengas más de 40 vivas del recuerdo de cuando fuiste joven o ser madre y esposa para cumplir con el sueño estipulado por Disney y Hollywood desde tiempos memorables.
Pregunté a mis amigas su opinión acerca del tema, una de ellas compartió que los hombres no se sienten mal con la edad o con el físico porque desde niños nadie les hace comentarios tan duros como a las mujeres, que para nosotras la juventud es la única oportunidad que tienes en la vida de ser atractiva, realizarte y hasta tener pareja, porque “si ya se te fue la juventud, pues ya no vales lo mismo”, hicieron mención también del reloj biológico que no es más que un condicionamiento social para el matrimonio y tener hijos. O si alguna mujer tiene una pareja menor que ella es juzgada con más dureza que si un varón mantiene una relación con alguien más joven. Ellas son vistas como ridículas, ellos como héroes.
La expresión del reloj biológico me hizo recordar una conversación con mi papá luego de la boda de uno de mis primos:
—Qué bien la pasamos en la boda de Carlitos.
—Sí, nos divertimos mucho.
—¿Y tú que no piensas tener hijos o qué? —miré de reojo por si la pregunta era dirigida hacia mis hermanos, pero no.
—No pá, yo no quiero tener hijos, ni me quiero casar.
—¿Y entonces qué objetivo tiene tu vida? —preguntó realmente preocupado, yo lo miré con la misma preocupación y pensé “¿Está escuchando lo que dice?”
—Mi carrera entonces no es algo en la vida, supongo.
—Eso es otra cosa, tienes que dejar algo en este mundo, una huella, una prueba de que estuviste aquí, por algo eres mujer. Ese es el objetivo de ser mujer, concebir.
—Pues entonces no soy mujer, pá.
Actualmente la llamada y forzada inclusión “permite” que nos cuestionemos los estándares de belleza establecidos, vemos por ejemplo que Nike tiene una campaña de chicas curvy, aunque hay marcas como Inditex que siguen presentando a modelos que claramente se quiebran por su extrema delgadez, y aunque cada vez hay más mujeres cómodas con sus decisiones, físico y plan de vida, su autoestima sigue siendo tan frágil que una frase es capaz de agrietarla o romperla.
En un curso de danza árabe tenía una compañera muy guapa, tenía 60 años y solía ensayar con tops entallados y pequeñas lycras, se veía muy orgullosa de su figura hasta que un día llegó con una sudadera cuello de tortuga y pants holados.
—¿No tienes calor? —pregunté.
—Me muero de calor, pero ayer las amigas de mi hija le dijeron que si no le daba pena que yo anduviera toda escotada mostrando los implantes, que cómo era posible que la abuelita tuviera esas chichotas y me di cuenta de que tienen razón ¡Ya soy abuela! No puedo andar vistiéndome como una jovencita.
—¡Pero te ves súper bien!
—Pero no es lo correcto chula, tú aprovecha para destaparte porque todavía estás joven.
Se nos olvida que la mejor edad es la que tenemos ahora, no la que los demás o los medios nos dictan. En nosotros está la decisión sobre cómo queremos llegar a los 40, 50, 60, 70… dignos, exitosos, bellos, saludables.