“En caso de emergencia llamar a Eduardo Cantú de León 56582436”, decía el papelito cuidadosamente doblado en cuatro que se encontraba detrás del INE de Ximena, por un momento Pablo sintió como el corazón se le arrugaba como cartón mojado y se sintió estúpido, “¿A ver dónde está Eduardo, dónde está el cabrón que se supone que tiene que salvarte? ¡Con su esposa que es donde tiene que estar Ximenita!, no con una mujer con tus encantos y problemas, para eso estoy yo, yo que no tiene a nadie que no seas tú!” Y entonces su pensamiento paró con la misma rapidez con la que su alma se estrujaba, “Él es todo lo que tengo” había dicho ella antes de que los médicos se la llevaran, lo dijo llorando, indefensa. La ternura retornó al ahora vigoroso corazón de Pablo y mirando al frente se puso de pie, él era el héroe que había salvado a la chica de sí misma, el premio era obvio: el amor de la damisela en peligro. Es extraordinaria la rapidez con la que el corazón se recupera, pareciera que está hecho de agua que se transforma de acuerdo al ambiente y las necesidades; el corazón de Pablo que estaba tan arrugado y tembloroso como sus manos, ahora fuerte y orgulloso como león rugía en su pecho. Ximena se daría cuenta de que su bienestar estaba al lado de alguien como él, el que tiene corazón de león, de león de agua.
—Nombre y edad, por favor.
—Ximena Aguilar, tengo 26.
—¿Conoces tu tipo de sangre?
—A positivo, no soy alérgica a nada, no estoy embarazada, no soy diabética, no tengo operaciones recientes, solo dolor ¿Ya puedes darme algo para el dolor, doctor? —preguntó agresiva pero sin ser grosera.
—En un momento, ya que terminen de tomarte las placas de las costillas, aguanta un poquito más, si te damos algo para el dolor puede que te quedes dormida, necesito que me digas qué te pasó —Ximena no contestaba, miró hacia el techo y nuevas lágrimas recorrían los surcos que habían dejado las que ya se habían secado—. ¿El señor que te acompaña te hizo esto?
—¿Qué clase de pregunta estúpida es esa? —Los ojos de Ximena se tornaron en un verde cólera mientras se incorporaba con rabia para mirar fijamente al médico, quien procuraba mantener la sana distancia—. Pablo JAMÁS me haría daño, él me salvó y me trajo aquí, arriesgó su salud y su vida de hospital en hospital para que me atendieran, alguien que hace eso por ti no podría lastimarte aunque quisiera, aunque yo lo mereciera —esto último palideció sus ojos y volvió a recostarse.
—Los casos de violencia doméstica han aumentado estos días, era una pregunta necesaria. Lamento haberte ofendido, cuéntame qué pasó para poder calmar tu dolor y que puedas dormir.
—Soy escort desde que tengo 20, uno de mis clientes pagaba para que fingiera ser su novia formal frente a sus familiares y amigos, porque no solo es puto sino que es un hijo de puta, le dije que ya se dejara de mentiras y me golpeó. Se llama Tomás Feria y vive en Interlomas, todos los datos que necesites saber de él están en mi celular. Me violó y me golpeó, me desmayé y cuando tuve consciencia Pablo comenzaba el peregrinar de hospitales, ¿ya puedes darme algo por favor? —preguntó suplicante volviendo a caer en gritos de dolor.
El médico requirió a las autoridades para que pudiera levantarse la denuncia. Le comunicó a Pablo lo sucedido y le entregó el diagnóstico: tres costillas rotas, el pómulo izquierdo fracturado, derrame en el ojo izquierdo.
—No hay necesidad de notificar a las autoridades, voy a llamar a mi abogado y yo me encargo —dijo con serenidad un Pablo rejuvenecido, las enfermeras en turno se miraron y sin una palabra pudieron sentir el fuego que emanaba de aquel hombre.
—Tengo que pedirle que se retire, es parte de la población de riesgo señor y este no es un lugar seguro para usted.
Pablo lo ignoró totalmente, pues ya estaba llamando a su abogado, “Tomás Feria, Interlomas, Huixquilucan, Estado de México” fue todo lo que alcanzó a escuchar el médico.
“Voy a hacer Zoom con mis amigas Eduardo, para que no estés en la sala, ¿si?”, ordenaba Sofía desde su cuarto mientras se maquillaba y elegía lo que se iba a poner, quería verse bien pero tampoco opacar tanto a “las gárgolas” como ella las llamaba en secreto. “Revisa en la cava si está el Malbec que me gusta”. Un Eduardo harto y sumiso, contestaba un ensayado “Sí querida” a cada una de las peticiones de su amada esposa. Al estar revisando la cava se dio cuenta de la oportunidad que tenía para llamarle a Ximena, mientras Sofía y sus amigas envenenaban el mundo, él podría pedirle a Ximena que hicieran una videollamada, sabía que le costaría caro pues no había sido el mejor de los novios, pero ella aceptaría porque además de necesitar el dinero, Eduardo se sabía dueño de su corazón.
—¿A qué hora es la reunión con tus amigas Sofi?
—A las cuatro, ¿por qué?
—Por nada, para darte tu espacio, mientras estaré en la oficina.
Sofía no era estúpida, “Seguro va a llamarle a la putita esa, pero está bien ya después me la cobro, les voy a proponer un viaje en crucero a las gárgolas y pues que vaya por mi cuenta”, pensaba mientras se colocaba una máscara de pestañas espesa. Se miró al espejo por última vez antes de abandonar su recámara, el reflejo le mostraba lo mismo que todos los días: un cuerpo decadente y un rostro demacrado, pero con más de 100 mil pesos en accesorios y al final eso es lo que cuenta para alguien como Sofía, demostrar lo que otras no pueden tener: un maridito complaciente… infiel, pero con un maravilloso sentimiento de culpa que recaía en cada prenda, cada viaje, cada joya.
—¿Quiénes se reúnen Sofi?
—Ay pues ya sabes: Lilian, la Beba, Ángeles, Karla, Marisol y Florence. Como siempre Eleonor no puede porque sus hijos no la dejan hablar.
—¿Por qué no invitas a Regina?
—¿Qué Regina?
—La novia de Juan Carlos.
—¿La niñita esa? JAJAJA —soltó una carcajada tan gruesa como su máscara de pestañas—. ¡Ay Lalito ahora sí me hiciste reír! ¿De qué vamos a hablar con esa mocosa?
—Es muy interesante Sofi, sería bueno que te dieras la oportunidad de conocerla. Es la novia de mi mejor amigo y me gustaría que convivieras más con ella para poder salir los cuatro cuando todo esto termine. ¿No te gustaría?
—Me gusta tanto la idea, como tu amistad con Juan Carlos Albarrán —dijo con sarcasmo.
—Te puse dos botellas de Malbec en la mesa, por si la plática se alarga.
—Todas sabemos que la tal Regina está con tu amigo por dinero, ¿por qué más podría ser?
—Si la conocieras te darías cuenta de que no es así, pero bueno Sofi, te dejo, voy a la oficina.
—Les voy a proponer a las muchachas un crucero por el Caribe terminando la cuarentena, para relajarnos Lalito. ¿Está bien?
—Muy bien —respondió sin poner atención, ya sus ojos estaban escribiéndole un mensaje a Ximena:
“Te hice una transferencia por tres mensualidades Xime, perdóname por mi actitud estos días, vivir con Sofía no es fácil, me vigila todo el día y solo pide y pide y pide. Por favor perdóname, vamos a hacer videollamada en un rato, ¿te parece?