En la mitología griega existen los mitos de Elektra y Edipo, en resumen, los protagonistas tienen una atracción irreflexiva por sus progenitores, hecho que los lleva a cometer crímenes y a condenar sus almas a la locura. En psicología, llaman complejo de Edipo para describir esta atracción inconsciente que sentimos a cierta edad por nuestros padres, proceso que todos vivimos y que es natural.

Quise escribir sobre el tema por una conversación que tuve con mi amiga Luz:

—¿Cómo estuvo la fiesta de tu prima?

—Bien… equis, comimos bien… —dijo desanimada.

—¿Tan mal estuvo?

—Mi papá güey…

—¿Y ahora qué hizo?

—Después del brindis, hubo un momento de silencio y ahí aprovechó para casi gritar que la única hija que tiene es mi hermana, que cómo le recordaba aquella fiesta a los 15 años de su hijita amada, de su única hija… y lo dijo casi mirándome a los ojos.

—¿Estaba borracho?

—Mi papá no toma, eso es lo que me chinga, lo dijo bueno y sano.

—Se pasó de lanza.

—De ojete, ¿qué piensa que yo no siento o qué?

El papá de Luz se caracterizaba en sus relatos por hacer ese tipo de desplantes, parecía empeñarse en decirle: no te quiero, no me importas. Días después de lo ocurrido, mi amiga se quejaba nuevamente, pero ahora de la nueva conquista de su papá:

—No entiendo por qué mi papá anda con esa vieja.

—¿Qué tiene?

—¿Cómo que qué tiene? Vela —me enseñó una foto que le habría tomado de lejos con su celular—. Toda fea y mi papá bien guapo, neta no lo entiendo.

—¿Crees que tu papá es guapo? —le pregunté sonriendo.

—Muy guapo —afirmó con cierta rudeza—. Además tiene mucha personalidad, ¿qué tú no crees que tu papá es guapo?

Esta situación no solo ejemplifica a Luz, me pongo como ejemplo, así como algunas mujeres de mi familia, compañeras de trabajo, etc. Todas consideran que su papá no solo es atractivo, sino “un tipazo, atlético, un chingón, inteligente, fuerte, exitoso…” y la mayoría no tiene una relación agradable con ellos… esto me llevó a pensar en el complejo de Edipo y preguntarme si es posible que tal vez de manera inconsciente no hemos logrado romper con él del todo.

¿Por qué la figura de nuestro papá es tan importante para nosotras como hijas? Cuando nacemos solo somos un cuerpo y todo lo que vamos aprendiendo a lo largo de los primeros años de nuestra infancia es lo que define quiénes somos, qué priorizamos y cómo amamos. Las primeras interacciones que tenemos con el mundo son con nuestra madre y nuestro padre. En un principio no entendemos que mamá no es un ser individual, la vemos como una extensión de nosotros mismos y tiene sentido: ella nos amamanta, nos limpia el pañal, nos hace dormir, nos sana cuando enfermamos, su olor se funde con el nuestro y la concebimos como una extensión del yo, así como nuestro primer objeto de amor, pero existe un ser que sí visualizamos como externo a nosotros que nos mima, nos acaricia, nos habla, observa, sonríe juega con nosotros y esto nos hace sentir amados también, esta figura es el padre, y este papá es el primer amor que conocemos de un ser individual. ¡Imaginen qué poderoso sentimiento! ¡Qué magnífico descubrimiento! Alguien además de este yo extendido (mamá), me puede amar.

El ser humano pasa por etapas de desarrollo psicosexual, las cuales determinan el modo en el que es modelada la relación de poder entre las estructuras inconscientes del individuo, por un lado, y las estructuras que luchan por no expresar estos elementos que pertenecen fuera de la consciencia. Así, la manera de comportarse de una persona dependerá del modo en el que haya afrontado las diferentes etapas de desarrollo psicosexual y los retos característicos de cada fase: etapa oral, etapa anal, etapa fálica, etapa de latencia y etapa genital. En la primera, la boca es la principal zona en la que se busca placer, así también la boca es una de las principales zonas del cuerpo que exploramos. En la segunda etapa, que es a los 3 años, se busca controlar el esfínter lo cual puede estar vinculado a la satisfacción sexual. En la etapa de latencia inicia la pubertad, que nos lleva a percibir la sexualidad como algo pudoroso y vergonzoso, muy distinta a la etapa genital que busca la experiencia de contacto siempre y con insistencia. La etapa que nos atañe esta vez y lo que da origen al complejo de Edipo es la fálica. En esta etapa nos percatamos que el cuerpo de papá y mamá son diferentes y que el cuerpo de papá tiene algo que yo no tengo, es aquí cuando se da, según la psicología, el complejo de castración y ocurre tanto en niños como en niñas. En el caso de los varones perciben que tienen un falo como el de su papá, pero al ver que su madre no lo tiene, entienden que seguramente se lo quitaron, ¡algo muy malo hizo para que se lo quitaran!, razona su inconsciente. El niño no quiere que se lo quiten, porque este falo viene acompañado de autoridad, seguridad, obediencia y él quiere seguir teniendo su propio falo para poder desempeñar esa autoridad en algún punto de su vida. El complejo de castración los lleva a pensar, de manera inconsciente, que deben defender su falo ante cualquier otro para no perderlo y como este es sinónimo de poder y autoridad, cualquier falo representa un posible peligro a perderlo.

En el caso de las niñas, pensamos que por alguna razón nos quitaron el falo y que lo queremos de vuelta, así que quien tiene el falo más cercano es el de nuestro papá y es ahí cuando nace este amor de la hija al padre: “mi papá tiene lo que me quitaron y yo lo quiero tener, lo quiero a él y al falo”. A pesar de que el complejo empieza con el pene, el falo no representa al pene, el falo es cualquier cosa que ostente poder, autoridad, respeto, fuerza, entonces si papá tiene estas características, desde mi percepción como hija, yo quiero ser el objeto de amor y de aprobación de aquel que sí tiene lo que yo quiero (el falo). Esa es la razón del por qué el papá representa tanto y es tan importante para nosotras, por eso lo visualizamos como el mejor, el más guapo, el más fuerte, porque es el primer falo que vimos en la vida, con el que nos dimos cuenta de que no lo tenemos y que lo queremos de regreso… ahora, existen mujeres fálicas, son aquellas poderosas, autoritarias que no tienen ni sienten que el falo les tenga que ser otorgado, ellas nacieron con él.

Entonces, ¿por qué para las hijas es tan importante y hasta sagrada la imagen que tenemos de nuestro papá? Porque es el primer amor de individuo que conocimos, el primer modelo de hombre, de amor, el primer modelo de amor de un hombre hacia una mujer, el primer modelo de todo lo que puede ser masculino para ti. Es por eso también que de manera inconsciente a la hora de “elegir un falo propio” buscamos uno que tenga características de nuestro padre, ya sean sutiles o muy evidentes: el timbre de voz, la mirada, el cuerpo, la sonrisa, profesión, temperamento, etc.

El próximo domingo seguiremos con este tema, después de analizar lo anterior se me ocurrió hacer una nueva pregunta a las mismas mujeres: ¿Si tu mamá tuviera un novio, te molestaría? La respuesta al unísono fue: “para nada, se lo merece” y al preguntar lo mismo, pero utilizando al padre como sujeto, recibí malas caras, amenazas, gritos, llanto… ¡Nos leemos pronto querido lector!

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