Primera parte
“Toda verdad es simple, ¿No es eso una doble mentira”
Friedrich Nietzsche
Ernesto y Cristina son novios desde hace cinco años. Han viajado juntos, las familias de ambos conviven y simpatizan, comparten amigos y tienen planes a futuro. Hace un par de semanas que Ernesto está inmerso en su teléfono y lo que antes fluía en largas conversaciones hoy se resume en silencios.
Escenario 1
—¿Qué tienes? Hace tiempo que estás raro, ¿por qué no me dices nada?
—No tengo nada —dice Ernesto sin apartar la vista del celular, Cristina al no recibir la respuesta que necesita, le arrebata el teléfono y poniéndolo sobre la mesa vuelve a preguntar qué es lo que pasa. Él irritado, reclama —¿Qué te pasa? Siempre es lo mismo contigo, no dejas tiempo para mí, no puedo estar en WhatsApp un rato porque mira cómo te pones.
—Tienes días así, esto no es de ahorita.
Ernesto suspira y después de pensarlo brevemente explica que ya no quiere continuar con la relación.
—¿Por qué? ¿Qué pasa? —dice Cristina ya con los ojos cristalizados.
—Pues ya tengo otros planes de vida, tú no quieres salir de la casa de tus papás, siempre quieres que estemos aquí encerrados, todo el tiempo usas pants, ya ni me acuerdo cuándo fue la última vez que te arreglaste y pues quiero ver a mis amigos.
—Pero ¿y los proyectos que tenemos juntos? y no manches, no siempre estamos aquí, y ¿cómo quieres que me vista? Es pandemia Ernesto, no podemos salir, además puedes ver a tus amigos cuando quieras, siempre ha sido así… no entiendo por qué me sales con esto, pero seguro podemos arreglarlo…
—No Cristi, ya mejor déjalo así, es lo mejor. Luego vengo por mis cosas.
Se pone de pie, abraza a Cristina quien desesperada intenta besarlo, él voltea la cara y sale de la casa.
Lo que Cristina no sabe es que el rompimiento no tiene que ver con nada de lo que Ernesto dijo, más bien él se ha enamorado de alguien más y ya mantiene una relación con ella desde hace un par de semanas. En una conversación familiar, le cuenta a uno de sus primos lo ocurrido: “¿Por qué no le dijiste la verdad?”, “Pues porque no quiero lastimarla, ¡imagínate cómo se hubiera puesto!”
¿Qué habría pasado si Ernesto le dice la verdad a Cristina?
Escenario 2
—¿Qué tienes? Tiene un tiempo que estás raro, ¿por qué no me dices nada?
—He estado buscando la manera de decirte que quiero que terminemos.
Cristina siente un hueco en el estómago y el corazón reducido, marchito, la respuesta es inesperada y rompe en llanto.
—¿Pero por qué? ¿Qué pasa? ¿Hice algo mal?
—No, no tiene que ver contigo… hace un tiempo conocí a alguien… y pues ya no me gustas como antes, siempre traes la misma ropa, ya no te maquillas…
El dolor súbito y profundo abrió paso a una rabia incontenible.
—¿Cómo que estás saliendo con alguien cabrón? ¿Quién es? ¿Cómo se llama la zorra? ¿Ya te la cogiste verdad? ¡Eres un cerdo!
—¡Cálmate!
—¡No me pidas que me calme! Contéstame: ¿Desde cuándo la ves? ¿Desde cuándo me ven la cara de estúpida? ¿Por lo menos te pones un pinche condón?
—La conocí hace un mes.
—Qué asco me das, ¿cómo puedes engañarme así Ernesto? No me chingues.
—Pero no te estoy mintiendo Cristina, prefiero decírtelo y darte la cara a inventarte cualquier pendejada, esta es la verdad.
—¿Ya te acostaste con ella?
—Cris, el hecho es que ya no me gustas. Terminemos las cosas de una vez, te estoy diciendo todo de frente para que nadie te venga con chismes.
—Pinche mentiroso, vete de mi casa…
Seguramente Cristina se preguntará si esta nueva mujer es más bonita que ella, qué habrá hecho o qué no habrá hecho para “provocar” que su novio se fijara en alguien más. Todos estos pensamientos originados por una sociedad que nos obliga como mujeres a “mantener el interés y la atención de los hombres”.
Reflexión
En una sobremesa con un grupo de expertas y expertos en psicología y psiquiatría, preguntamos qué opinan acerca de las mentiras piadosas o medias verdades: “necesito un tiempo”, “no eres tú, soy yo”, “me gustaría estar más tiempo conmigo/amigos/familia…” y si es que estas son preferibles ante una amarga realidad. Una de las psiquiatras opina que Ernesto al tomar la resolución de privarla de la verdad, refiriéndose al primer acto, le quita el derecho de decidir cómo ella quiere sentirse al respecto, ya que solo ella puede determinar sentir tristeza, angustia, enojo, así como el tiempo que le lleve asimilar los hechos. También propone que probablemente él tomó esta decisión porque no siente ni ha sentido respeto por su pareja, la mira como “débil” incapaz de asimilar la realidad. Uno de los psicólogos comparte: “Un autor y premio Nobel de medicina, Dan Ariely, menciona que todos los seres humanos mentimos, unos más que otros, y que es parte de la naturaleza humana hacerlo, maneja una teoría en la que menciona la posible penalización a decir una verdad y los beneficios de la acción de mentir, estos lapsus usualmente no van cargados de moralidad pues surgen de rasgos inconscientes. Menciona también que la obligación a lo social y familiarmente correcto afecta a la honestidad de las personas ‘Si le digo la verdad, ¿qué van a pensar de mí?’, lo anterior no justifica en lo absoluto ningún tipo de mentira, pero explica que hay motivantes en su mayoría provenientes del ego que llevan al ser humano a esta posición. En el caso de Ernesto y Cristina, la preocupación sobre quién va a cargar la responsabilidad de la ruptura por una infidelidad sería de Ernesto, pero al no querer tomar esta responsabilidad opta por la mentira, pues así se deslinda de lo que Cristina quiera expresar o reclamar”. Otra de las psicólogas comparte que existe una diferencia significativa entre ser franco y honesto, refiriéndose al segundo acto en el que Ernesto peca de franqueza por la forma en la que expresa la realidad. La manera en la que la verdad se comparte es importante. Frases tales como: “ya no me gustas como antes”, “ya no te arreglas como antes”, solo transmiten el mensaje incorrecto sobre la verdadera naturaleza del rompimiento y exime de la responsabilidad a quien, desde hace un tiempo, engaña a su pareja con otra persona, es decir transmite la responsabilidad a ella “por no estar tan guapa como antes”. También nos explica que la verdad nos permite evolucionar y que apostar por la misma nos faculta a pisar suelo seguro para decidir hacia dónde empezar a movernos.
Si bien no tiene nada de malo dejar de sentir algo por quien es nuestra pareja, porque pasa y es normal, no se justifica la forma en la que se expresan las verdades o se ocultan las mismas. En la segunda parte de este análisis abordaremos cuál sería el escenario ideal, mientras tanto ¿Usted qué prefiere amable lector?