—Ya hacía falta vernos
—Sí, la neta.
—¿Oye y siguen en Tinder?
—Yo sí, pero casi no he salido —dijo Judith.
—Hasta la semana pasada sí, pero me pasó algo bien raro con un güey con el que salí.
—¿Qué te pasó?
—Ay no, no les puedo contar, me da pena.
—¡Ya dinos María! Siempre nos contamos todo.
—Bueno sirve que me desahogo —las amigas juntaron las sillas para crear ese espacio íntimo que uno pretende crear en los lugares públicos—. Teníamos un mes saliendo y todo iba bien, hasta el sábado que me invitó a su casa después de cenar, nos besamos y una cosa llevó a la otra… tiene un cuerpazo y cuando ya estábamos los dos muy prendidos, me cargó y me recostó en el piso…
—¡Qué sexy! —interrumpió Regina.
—Eso fue lo que pensé, pero luego se paró frente a mí… y me orinó.
—¡Qué! ¡No! ¿Te orinó encima? —las amigas visiblemente confundidas y un tanto asqueadas le preguntaban a María qué había hecho después.
—Me quité lo más rápido que pude y le grité: ¿qué te pasa? ¡Qué asco! Me metí al baño a enjuagarme y cuando salí él tenía cara de confusión, me dijo que cuando él estaba muy excitado gustaba de hacer eso, que no lo podía controlar, no le contesté y me fui.
—Qué asco, no manches. Pero si había escuchado eso, que hay gente que le gusta o que les gusta que les hagan pipí encima, es como una filia o algo así. Hay que buscarlo en Google a ver qué dice —Judith sacó su teléfono y encontró un término nuevo—. Urofilia: atracción por ver orinar, ingerir orina, ser orinado y orinar a la pareja sexual.
Las amigas se encuentran con los términos filia y parafilia, seguida de una lista muy larga en orden alfabético en las que se describen detalladamente. Las filias son atracciones habitualmente exageradas a determinadas realidades o situaciones. Una parafilia (del griego pará: «al margen de», y filia: «amor») es un patrón de comportamiento sexual en el que la fuente predominante de placer no se encuentra en la cópula, sino en alguna otra cosa o actividad que lo acompaña.
—A mi novio le gusta verme con zapatos altos —compartió sonrojada Regina—. ¿Eso también está en la lista?
—Se llama altocalcifilia, atracción por los zapatos de tacón alto como fetiche —rieron discretamente y seguían buscando coincidencias en el largo repertorio.
—Bueno y a ti María, ya nos contaste del urofílico, pero a ti ¿te gusta hacer algo raro? —pregunta María.
—Sí, ¡pero no así de extremo! Yo creo que no es raro, supongo que ustedes también lo hacen, me gusta antes de conocer a alguien de Tinder físicamente, hacer llamadas en las que hablemos de lo que vamos a hacer cuando nos veamos, describo que traigo puesto y lo que imagino, ¿eso también es una parafilia?
—Se llama erotofonofilia, atracción por hacer llamadas telefónicas utilizando un lenguaje erótico —leyó Regina.
—Ahora que lo pienso, a mí me gusta algo bien raro —dijo Judith contemplando a la nada, como cuando evocamos un recuerdo específico del pasado—. Me gusta el olor del incienso de la iglesia, o sea me excita no lo puedo evitar, cuando era niña me gustaba ir a misa solo por el olor… no me vean así. Jajajaja de verdad me gusta.
—Jajajajaja no manches Judith, bien prendida en la iglesia.
—Aunque no lo crean —dijo Regina mostrando la pantalla del celular entusiasmada— ¡Sí está en la lista! Se llama knissofilia: parafilia de quien siente placer al oler el incienso que se suele utilizar en las misas.
—Qué bueno que no fuiste monja amiga, imagínate la
penitencia.
—Pues ya que estamos en confianza —dijo María— de un tiempo para acá veía una de mis primas siempre con moretones y rasguños en las piernas o en los brazos, pero de ánimo normal, contenta como siempre. En una Navidad aproveché que estábamos tomando para preguntarle si su novio o alguien le hacía daño, se carcajeó y me contó con lujo de detalle y hasta con cierto orgullo que le gustaba que le pegaran, que el dolor es parte de su sexualidad y que no puede concebir un orgasmo si no hay violencia de por medio.
Hubo un momento de silencio entre las amigas que se cuestionaban cómo la violencia podría detonar en excitación…
—Pues si a mí me dieran a elegir entre que me orinen y me agarren a golpes… me baño y listo —dijo Judith para romper la tensión y seguir con el ambiente relajado y divertido.
¿Pueden considerarse las filias y parafilias como enfermedades mentales? Algunas prácticas sexuales que parecen inusuales a otras personas no constituyen un trastorno parafílico simplemente porque sean inusuales. Se consideran ya trastornos patológicos solo cuando ambas de las siguientes características aplican:
1.- Ser intensos o persistentes.
2.- Provocar una angustia o un deterioro significativo en el aspecto social, laboral o de otras áreas importantes de funcionalidad o que tienen el potencial de dañar a otros, como lo son la pedofilia, necrofilia, canibalismo, así como cualquiera en la que una de las partes sea obligada a ceder ante la parafilia.
La sexualidad humana es un concepto amplio que encarna la interacción entre la anatomía, la biología, la psicología, las relaciones interpersonales y las influencias socioculturales. La sexualidad, los comportamientos sexuales y las relaciones sexuales son una parte importante y necesaria del desarrollo humano. Hablar sobre ella no debería ser un tabú, solo así sabremos qué tanto es tantito.