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Aprovechando las vacaciones invernales, miles de familias asisten al Centro Histórico de Querétaro para disfrutar de los atractivos navideños que este año conforman el programa cultural decembrino de la ciudad.
Por la noche, al arrancar el tradicional recorrido del Carro de la Posada —donde un grupo de niños reviven con villancicos el peregrinaje de María y José—, calles como Corregidora y Juárez son bloqueadas por los agentes de tránsito, para privilegiar su trayecto y el paso de los peatones, quienes acostumbrados a la estrechez de las banquetas, prefieren aglomerarse en éstas, provocando tráfico sobre las aceras.
A paso lento, pero seguro, el gran contingente se dirige a jardines como Guerrero, para patinar sobre la pista de hielo y recorrer la aldea navideña, donde tanto grandes y pequeños pueden aprender a elaborar paletas de chocolate y retratarse junto a los míticos Reyes Magos.
Debido a su inusual presencia y su gratuidad, colas infinitas rodean ambos atractivos. Durante la espera, los miembros del staff se acercan para entregar a los usuarios un papel con el que dan a conocer el reglamento y las condiciones de uso, advirtiendo que sólo los mayores de cinco años pueden acceder a la plataforma helada para patinar.
Mientras todo esto ocurre, a la par es proyectado un videomapping sobre la fachada de la delegación del Centro Histórico, en el que se narra la historia de Aniel, un pequeño pastor que se adentra en un viaje para encontrar los tres regalos de la vida: amor, fe y esperanza.
Antes de dejar atrás este jardín, las personas aprovechan la recreación del taller de Santa Claus, y de distintos personajes animados como Blanca Nieves, La Cenicienta, Bella y Rapunzel para retratarse en familia.
A unos cuantos pasos de estos escenarios encantados, la calle de Madero se yergue como un gran camino iluminado. Cada hora, desde las alturas, cae nieve artificial y tiñe de blanco las cabezas de quienes la transitan. Asombrados, algunos niños y niñas brincan y abren las manos para atrapar los pequeños copos de espuma blanca, que la mayoría sólo había visto en las películas.
Sobre esta misma vialidad, pero entre las calles de Allende y Juárez, aparece ante los ojos de los paseantes la Arcada Navideña; una estructura luminosa de 140 metros de largo por 9 metros de alto, que simula un cielo iluminado, y en el que se puede disfrutar de un show de marionetas y luces que danzan al ritmo de la música navideña de Luis Miguel y Mariah Carey.
Al cruzarlo, en dirección este, se encuentra el tradicional Nacimiento Monumental de Jardín Zenea, donde como cada año desde 1993 han sido recreados diferentes pasajes del antiguo y Nuevo Testamento de la Biblia, hasta el nacimiento de Jesús.
“Antes eran un poco más diferente, debido también por la tecnología y el desarrollo que había en Querétaro en aquellos años, pues era una ciudad muy pequeña. El cambio en las fiestas comenzó a ser más notorio sobre todo cuando entró el gobernador Loyola, pues se empezaron a incluir más actividades navideñas”, recuerda la queretana Nazaret Loyola, quien como otras madres de familia, aprovechó las vacaciones para llevar a sus hijos y sobrinos al Centro Histórico.
Comparte que desde muy temprano todos se alistaron en casa, y como si se tratara de un viaje largo hacia un paraje lejano, cargaron con lo necesario para regresar hasta la noche.
La simulación de la nieve y la pista de hielo fue lo que más disfrutaron todos en su familia, pues confiesa, son atractivos a los que difícilmente podrían acceder en los demás días del año. Además, no perdieron la oportunidad de participar en las posadas que organizan los templos de la ciudad, como Santo Domingo, donde además de degustar un apetitoso ponche, se rompen piñatas y a veces hasta se reparten aguinaldos.
En este ambiente festivo y familiar que reina en la ciudad, también se vislumbran actos solidarios por parte de la ciudadanía.
Tal es el caso de Jim Rico y sus amigos, quienes aprovechando la concentración de gente en el Centro Histórico, decidieron recabar fondos para Hogares Providencia.
Bajo este cometido, se disfrazaron de Reyes Magos y de Santa Claus, invitando a la gente a tomarse una foto junto a ellos y a cooperar con lo “que sea su voluntad”, dice Rico a los paseantes.
“Andamos juntando para la fundación. Ya llevamos varios meses haciendo esto, con el objetivo de reunir 130 mil pesos, nos faltan 40 mil”, confiesa Jim, quien asegura que en tan sólo dos horas, y pese a la persecución de la policía local por no tener un permiso para hacerlo, reunieron 800 pesos.
“Estamos haciendo esto con mucho amor y cuidándonos de que no nos caigan los inspectores”, ríe nerviosamente sin descuidar su papel como Melchor, pues los ojos curiosos de los más pequeños lo observan desde todos los flancos, con la ilusión de conocerlo y compartirle a él y los otros reyes, sus deseos para este próximo 6 de enero.
arq