Con su inigualable simpatía, voz fuerte y de palabra contundente, Ekiwah Adler-Belendez visitó Querétaro para participar por segunda vez en el Festival Oxímoron, compartiendo poemas de su libro Amor sobre ruedas, una obra que congrega el trabajo de nueve años, y luego de su traducción del inglés al español, al cuidado de Kenia Cano, espera pronto su publicación con la edición de Benjamín Mayer y Beatriz Miranda, del 17, Instituto de Estudios Críticos.
En su otra vida, una antes de este presente terrenal, Ekiwah vivió un momento de tanto gozo que su cuerpo quedó fatigado, al grado que en esta vida su cuerpo ahora no tiene la fuerza pertinente, y su andar está consignado a una silla, pero ha sido bendecido por un tercer cuerpo: la poesía, se lee en los primeros versos de Amor sobre ruedas.
Ekiwah nació prematuro y la parálisis cerebral lo obliga a andar en silla de ruedas. En esta visita, el poeta confesó que inicialmente no quería escribir sobre su cuerpo.
“Cuando descubrí la poesía, tengo que confesar un error que hice en el camino, a mí me aterraba mucho esta idea de estar en un cuerpo, no tanto porque yo viviera mi capacidad como incómoda, porque si naces prematuro, con parálisis cerebral, esa es la realidad, la reconoces, (…) y nunca viví ni crueldad, ni maltrato (...) Cuando me preguntaban: ¿qué quieres lograr en la vida? Más que caminar, mi sueño más grande era tener una familia propia, (…) Pero yo huía de todo a través de la poesía hasta que me dijo mi maestro y ¿qué del cuerpo que tienes, por qué nunca escribes sobre eso? Yo me moría del susto porque decía es que no quiero que me juzguen como una persona en una silla de ruedas, y él decía pero eso eres, eres una persona en silla de ruedas, entonces empecé a escribir poesía desde ahí y ese acto me salvó la vida”, dijo.
El poeta dejó tres tareas al público: reflexionar sobre el tema de las rampas en la vía pública, los departamentos adaptados para personas discapacitadas, y espececialmente habló de la lucha por el derecho sexual de todos los que viven con alguna discapacidad.
Hoy, Ekiwah tiene un hijo de cuatro años, para quien el tema de la discapacidad es normal, y esa misma normalidad, dijo el escritor, es como todos debemos ver la discapacidad, y una simple mirada puede cambiar todo.
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