Sin público, sin el resplandor anaranjado de las torres de Santa Rosa de Viterbo como magna escenografía, ni siquiera con la tradicional llovizna de septiembre, y sí con mucha nostalgia, el grupo de teatro universitario Cómicos de la Legua de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) celebró sus 61 años de existencia.
Muchas cosas han cambiado desde aquel 5 de septiembre de 1959 cuando un puñado de jóvenes liderados por Hugo Gutiérrez Vega presentaron el primer montaje de este grupo; diferencias que se han acentuado con la pandemia de Covid-19 que actualmente afecta al país y al mundo.
Con sendos cubrebocas puestos y después de pasar por un vaporizador sanitizante para ingresar al Mesón ubicado en Guillermo Prieto #7, Centro Histórico de Querétaro, para poder ser de las contadísimas personas que presenciaron in situ la función de aniversario; dos de sus fundadores en activo —los hermanos Juan y Roberto Servín Muñoz— recuerdan anécdotas, como la de que esa noche, hace 61 años, terminaron tan exhaustos como sedientos; y fue Guadalupe Ramírez Álvarez el que les envió charolas con bocadillos para que fuera su cena de estreno.
Sesenta y un años, muchas leguas, generaciones de actores y aplausos ganados después, la semilla que plantó Gutiérrez Vega sigue dando frutos y ha subsistido gracias los principios que el ex rector les impartió, afirma Juan Servín Muñoz.
Sin embargo, hay algo que les preocupa a los Servín Muñoz, más allá de las condiciones extremas de la contingencia vigente. Opinan que el público también ha cambiado, pues ahora, dice Juan, las compañías de teatro en Querétaro no montan obras completas sino “puros sketches”.
Roberto coincide: “Lo que más me preocupa a mí es que el público queretano se ha echado a perder con ese tipo de teatro; ya la gente no puede ver una obra seria, un melodrama completo”.
“(El público viene y dice) si no me río no vale. Preguntan, ¿es de risa la obra? No, es de diálogo interno, es de mensaje, es para que usted razone sobre la situación actual. ¡Ah! Entonces no me interesa, a mí me haces reír o no entro. ¡Pues váyase!”, afirma categóricamente.
Roberto explica que Cómicos de la Legua también tiene puestas en escena para reír, pero con el objetivo de la comedia clásica “ridiculizar a los ridículos”; sin embargo, eso, asevera, ya no lo entiende muy bien el público que busca “deshacerse de los problemas de la vida”.
“Pero no nos deshacemos de los problemas, mejor hay que analizarlos, buscarles una solución”.
Como parte de las anécdotas recordadas en la función de aniversario, Roberto Servín Muñoz también hace referencia al gozo que significaba para los actores de ese entonces el llevar los montajes teatrales a lugares apartados de la Sierra Gorda y cómo, hace décadas, la gente los esperaba por días a que llegaran, llevaban sus sillas o se sentaban en el suelo para presenciar la obra.
“Había gente que ni televisión tenía, para ellos que los Cómicos llegaran era como mágico”, indica.
En esta ocasión, en donde no hubo gradería, ni público, ni atrio, ni siquiera lluvia, pero sí buen teatro clásico español con Pasos de Lope de Rueda, se tuvo que recurrir a otro tipo de magia, el del internet y las transmisiones de Facebook, para llegar al público que sigue queriendo —ahora desde sus casas— acompañar a Cómicos a seguir recorriendo la legua.