Desde marzo de este año, Verónica Padilla ha impulsado Meraki Mercadito en la entidad, un proyecto independiente que ha reunido con gran éxito el talento de productores y artesanos mexicanos de todo el país.
Durante la edición navideña, participaron 33 expositores procedentes de la Ciudad de México, Toluca, Guanajuato, Pachuca, y por supuesto, de la ciudad anfitriona, siendo principalmente mujeres quienes encabezan estas iniciativas productivas.
“Muchas mujeres estamos buscando el balance entre ser mamás y emprendedoras, pues definitivamente en México no es tan fácil encontrar este equilibrio. El emprendimiento es una opción, ya que te permite flexibilizar los tiempos para crecer junto a tus hijos” , explica la también diseñadora gráfica, quien al convertirse en madre optó por abandonar su trabajo de oficina e impulsar junto a su hermana, la marca “Monolines”; una microempresa especializada en la elaboración de accesorios ecológicos para bebé, creados con botellas de pet.
“Meraki es una palabra en griego que significa hacer las cosas con amor y desde el corazón, siendo justo eso lo que hacemos, quienes conformamos este mercadito. Cada una de nuestras piezas lleva un pedacito de nosotras”, afirma la mexiquense, quien recuerda que fue hace dos años cuando este proyecto nació en Chihuahua, extendiéndose al poco tiempo a Coahuila, y finalmente a la zona del Bajío, en Querétaro.
“La gente que viene aquí a comprar son personas que aprecian más lo hecho a mano. Saben que aunque los precios pueden parecer un poquito más elevados que en los centros comerciales, tienen el plus de ser artesanales, orgánicos y 100% mexicanos”, puntualiza.
Un recorrido por el ingenio mexicano.
Como muchas otras madres, para pasar más tiempo junto a su hija, Luz del Carmen Moreno decidió abrir su propio negocio aprovechando su inventiva en la cocina y su gusto por el chocolate. Fue así que hace año y medio, creó “Pequeño placer”, una microempresa de chocolate artesanal 100% queretana, caracterizada por ofrecer una amplia variedad de opciones para el paladar.
“Elaboramos chocolates pintados a mano, sin conservadores, ni saborizantes artificiales. Actualmente tenemos una gran gama de sabor, que incluye variedades como tequila, licor, coco, chicle, chai y café con nuez, entre otros. También manejamos fresas cubiertas de chocolate y trufas”, expresa Moreno a una mujer que se acerca con gran curiosidad a su puesto, donde la productora ha colocado dentro de un escaparate todas sus deliciosas creaciones, que pueden ser adquiridas de manera individual o a través de sus características cajas de madera serigrafiadas, a las que les caben desde cuatro hasta 25 chocolates, según sea la presentación.
“Y se pueden personalizar”, agrega Luz del Carmen, quien también explica que el cacao con el que elabora sus productos es traído desde Oaxaca, y otros ingredientes como el café, vienen de Chiapas.
A unos pasos de este puesto, llama la atención una constelación de piedras de diferentes tamaños sobre una mesa, que han sido decoradas con animalitos y mandalas por Arcelia Del Castillo, una ex publicista que para darle un nuevo giro a su vida, creó la marca “Koru”, desde hace dos años, un proyecto cuyo nombre quiere decir en celta “Nuevo comienzo”.
“Es un material que orgánicamente gusta al ser humano. Casi todo mundo recoge una piedra a donde va, o tiene una piedra preferida con la que se siente identificado”, asegura Del Castillo, quien aprovechando una vieja afición, pasó de colocar piedras decorativas en la pecera de sus tortugas y en las macetas de su jardín, a intervenir pequeñas rocas de mar y río, para crear juegos de gato, dominó, ajedrez e incluso dijes e imanes.
Al igual que Arcelia, Sarahí Valdés decidió dar un paso hacia un nuevo comienzo. Ella se graduó como licenciada en administración y dedicó gran parte de su vida al sector automotriz, aunque no se veía laborando siempre dentro de una oficina, y ajustando su tiempo a las fluctuaciones salariales; así que un buen día, tras un inspirador viaje por Chiapas, decidió lanzar la marca “Consume Lokal”.
“Siempre me gustó el tema de lo artesanal. Empecé vendiendo blusas, pero quería hacer algo diferente, un poco más contemporáneo. Así que me aventuré a diseñar mi propia línea de zapatos, utilizando el textil chiapaneco como decoración central de mis creaciones”, comparte.
Actualmente cuenta con más de 20 modelos de botas, tenis, mocasines, flats, guaraches y stilettos, cuyo textil es elaborado por artesanos chiapanecos de San Juan Chamula y San Cristóbal de las Casas, y la base del calzado por productores de Lerma, Ocoyoacac y San Mateo, en el Estado de México.
“Yo usaba botas de seguridad en el trabajo y las odiaba; todo el tiempo renegaba porque no había unas así bonitas, con florecitas”, relata Valdés sosteniendo sobre sus manos un par de sus creaciones, las cuales ya han sido exportadas hacia Estados Unidos y Alemania.
Siguiendo la nueva ola sobre la conciencia ambiental, la empresaria también crea libretas fabricadas con hojas recicladas y el remanente de los zapatos que elabora, así mismo también aprovecha los sobrantes de los bordados para diseñar divertidas playeras de catrina, en cuyo tocado luce la puntada chiapaneca.
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