Con la historia de Teo y Levi, dos personajes que comparten el don (o desgracia) de soñar catástrofes, se inauguró el Festival de la Joven Dramaturgia 2020, edición en la que también festejan su 18 aniversario. Adrián Miranda es el creador de los personajes de Teo y Levi, protagonistas de Bonitos escombros, obra que comenzó a gestar hace dos décadas, entre sus propios sueños y las noticias de catástrofes reales como el derrumbe de las Torres Gemelas.
Adrián describe su obra como una “historia rara acerca de potterheads, terrorismo, panditas de colores, frustración millennial y poderes telepáticos”.
El montaje intercala episodios de la vida de este par de amigos, entre infancia, adolescencia y su vida adulta, es una ida y vuelta del pasado al presente revelando sus extrañas fascinaciones para finalmente exponer sus miedos, fragilidad, los escombros que son y arrastran.
La edición número 18 del Festival de la Joven Dramaturgia, por causa de la pandemia del Covid-19, se realizó en formato virtual, así que Bonitos escombros, con una lectura dramatizada, se presentó vía Zoom a través del Facebook del mismo festival, con la actuación de Fernando Carvajal y Fernando Vázquez.
Con esta nueva dinámica, la puesta en escena ahora se llama puesta en pantalla, método que le permitió experimentar al director teatral Jean Paul Carstensen.
“Conforme empezamos a trabajar nos dimos cuenta de que yo no solamente podía dirigir y quedarme muy sentado viendo las cosas, tenía que hacer de camarógrafo, jalacables, tramoya, teníamos que habilitar la transmisión, enviar enlaces, y esas entre escenas que Adrián pone en su texto y que era una voz muy potente que estaba tejiendo la narrativa, sabíamos que había que trasladarlas a pequeños espacios, capsulitas de 20 a 30 segundos que a nosotros nos permitiera habilitar la siguiente toma”, explica el director de Bonitos escombros.
Los pequeños cortes que veían los espectadores servían para que, entre director y actores, movieran cámaras y se desplazaran de escena, aunque todo el espectáculo se desarrolló en un mismo espacio, en donde estuvieron ensayando durante tres semanas. Tiempo que les permitió conocer las facilidades y restricciones de la plataforma digital en la que trabajaron. Por eso el mismo Jean Paul dice que a pesar de todo el trabajo, terminaron enamorados del streaming.
“Han sido tres semanas de estar tirando ideas, resoluciones, incluso de buscar hackear la misma plataforma en la que trabajamos, porque en realidad eso (texto dramático), trasladarlo a la puesta en cámara, pensarlo en teatro y no como una serie, no como un video que se va editar después, me parece un punto muy complicado y una carga de trabajo muy grande para terminar de entrenar el dispositivo y posibilitar las escenas que nosotros estábamos transportando del texto de Adrián, intentando resumir, el esfuerzo que nos daba a nosotros valía mucho la pena, estábamos muy enamorados de la obra, de los personajes, y terminamos enamorados del streaming, por más batallas que nos dé”.
A la puesta en pantalla se le han adherido otros términos como la edición de ensayo, además de dar énfasis al trabajo de la fotografía (encuadre), y del diseño sonoro, que específicamente para este montaje se solicitó al espectador utilizar audífonos que permitieran captar mejor la idea de la ambientación.
“Una de las condiciones que me dificultó desde la mirada de dirección, eran nociones y procesos de edición puestos en función del teatro, no íbamos a editar, pero de alguna manera estamos editando en vivo, esta idea de lo sonoro, edición de materiales audiovisuales, estar editando los ensayos, al final era editar y reeditar no sólo lo sonoro y lo audiovisual, sino el montaje mismo”, añade.
El encuentro inició el 18 de septiembre y continuará diariamente, hasta el 27 de septiembre, con lecturas dramatizadas, puestas en pantalla ex profeso para el festival y espectáculos diseñados para medios digitales que se podrán apreciar a través del Facebook del Festival de la Joven Dramaturgia.