Murió el arqueólogo Daniel Juan Valencia Cruz (1959-2023) por una afección pulmonar; un hombre visionario y dedicado a la investigación, conservación, protección y difusión del patrimonio arqueológico, quien dejó como legado la zona arqueológica y Museo de Sitio El Cerrito, iniciativas a las que le dedicó gran parte de su vida.

El Cerrito, ubicado en  Corregidora, a siete kilómetros de la ciudad de Querétaro, fue el centro ceremonial tolteca más importante de la zona norte de Mesoamérica, equiparable a Chichén Itzá y Tula. Hoy es el sitio turístico más atractivo de Corregidora.

Daniel Valencia estudió arqueología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, realizó una especialidad en Conservación de Arquitectura,  y obtuvo el grado de doctor en el Programa de Gestión del Patrimonio Histórico de la Universidad Pablo de Olavide en Sevilla, España. Sus inicios en la práctica profesional fueron en la Ciudad de México, llevando a cabo investigaciones de arqueología histórica en La Ciudadela. A principios de los  90 ingresó al Centro INAH Aguascalientes. En 1994 se integró al Centro INAH Querétaro.

Incansable labor del arqueólogo Daniel Juan Valencia Cruz

En entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro, Valencia platicó que tomó el proyecto de El Cerrito en el año de 1995, cuando el sitio estaba completamente abandonado.

“Era un espacio que el gobierno de Querétaro había recibido de los  propietarios de la hacienda El Cerrito, un área de cinco hectáreas para ser considerada zona arqueológica, eso fue desde el año del 86; en el 95, cuando llegamos, nos vimos en la necesidad de generar el expediente, instrumento previo para la declaratoria de Zona de Monumentos Arqueológicos, nos tardamos del 95 al 2000 en que se aprobara,  en el 2000 es publicado en el Diario Oficial de la Federación el decreto de Zona de Monumentos Arqueológico, junto con Ranas y Toluquilla, los tres sitios más importantes hasta ese momento en Querétaro”.

En  1995 no se veía la pirámide, la imagen que tenía era la de un cerrito.  “La pirámide fue construida con piedra y tierra, para su protección fue recubierta con estuco, recubriendo hecho a base de cal y arena, como esas manchas blancas que se observan en la escalinata, gracias al mismo derrumbe, en la parte baja se protegió el recubrimiento, pero en la parte superior el derrumbe dejó expuesto la estructura. A la pirámide se le aplicó estuco completamente y se pintó, hemos encontrado evidencias, pequeñas muestras, de que el basamento piramidal estaba pintado en rojo y ocre, color amarillo y posiblemente tuvo decoración como parte de la escultura, con color azul, negro y blanco, esto ha de ver sido alucinante. Cuando  llegamos no se veía lo que vemos ahora, estaba todo recubierto, lo que vemos actualmente es un basamento piramidal de 13 pequeños cuerpos escalonados”.

El trabajo de investigación que dirigió Valencia culminó en un museo de sitio a los pies de la pirámide, que abrió sus puertas el 14 de febrero de 2019.

Al respecto,  Valencia comentó que el “Museo de Sitio ha permitido democratizar el conocimiento derivado de 25 años de trabajo en El Cerrito, mediante un lenguaje sencillo que permite llegar a todos los públicos, de ahí su éxito”.

“Su obra de vida fue la zona arqueológica de El Cerrito. Su incansable labor de investigación dio como resultado el amplio conocimiento sobre el pasado tolteca de la región, mismo que se puede apreciar en el Museo de sitio. Su preocupación por la protección legal y técnica del sitio lo llevaron a realizar gestiones que culminaron con la obtención y protección del perímetro de la zona arqueológica y de la vegetación a sus alrededores, convirtiéndolo en un lugar que conjunta no sólo la historia cultural, sino en un espacio para el conocimiento de la flora y la fauna originaria del lugar. Su visión integral acerca del patrimonio arqueológico fue fundamental para que tanto la zona arqueológica, como el Museo de El Cerrito sean hoy un referente del pasado de Querétaro; su gran legado al patrimonio cultural de los queretanos y los mexicanos”, compartió el Centro INAH Querétaro al dar a conocer el deceso del arqueólogo.

A la par de su labor en El Cerrito, Valencia continuó atendiendo la arqueología de sitios históricos, así como la conservación integral de bienes arqueológicos inmuebles como Santa Rosa de Viterbo y El convento de San Francisco, entre otros.

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