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La Casa de Cultura Ignacio Mena ha dedicado este año a su 50 aniversario, y como parte de los festejos presentan en el lobby del Teatro de la Ciudad, en donde también se encuentra la Cineteca Rosalío Solano, la exposición “Serigrafía y cine”, una serie de carteles de cine que se han realizado durante los 43 años de existencia del Taller de Serigrafía de la misma casa de cultura.
Julio Castillo y Gerardo Esquivel fueron dos artistas que dejaron huella en el taller, numerosos proyectos se desarrollaron bajo su creatividad, tratando diversos temas. También se recuerda el trabajo de Esquivel y Julio César Cervantes El Diablo (quien por varios años lideró el mismo taller), por la elaboración de carteles dedicados al séptimo arte, destacando su original estilo al plasmar su visión sobre películas de Andrei Tarkovsky, Woody Allen, Stanley Kubrick e Ingmar Bergman, entre otros.
Para la exposición “Serigrafía y cine” se ha seleccionado una serie de piezas, de los 43 años de existencia de este taller. En la muestra participa obra de Luis David Morán, Calexico Ramírez, Nando Murio y Daniel Orlando Ramírez, quien es el actual titular del Taller de Serigrafía de la Casa de Cultura Doctor Ignacio Mena.
También participa la obra de Luis Safa, Rafael Rodríguez y Luis Enrique Franco.
La exposición permanecerá en el lobby del Teatro de la Ciudad hasta el 27 de mayo.
En meses pasados, Galería Libertad recreó en una de sus salas el Taller de Serigrafía de la Casa de Cultura Ignacio Mena, como parte del proyecto “Retrato hablado”, exposición documental de Gerardo Esquivel y Julio Castillo.
En 1978, Alfredo Juárez fundó el taller de serigrafía de la casa de la cultura, en la entonces Casa de Ecala, con la idea de enseñar esta disciplina, e imprimir lo necesario para la difusión de las amplias actividades que se ofrecían, relató Gerardo Esquivel en su libro “La Agonía Moderna y Arte”.
“El taller era un espacio de transgresión porque se confrontaba a la tradición, se desafiaba a esa sociedad conservadora de los 70, y estos jóvenes artistas (Julio y Esquivel) traían unas propuestas plásticas más arriesgada, que asustaban a la sociedad. A partir de 1982 y 1984, empiezan a emigrar, todos se van a Europa y el que se queda a cargo del taller es el maestro Julio César Cervantes El Diablo, y cuando regresan el taller toma un auge”, platicó Daniel Orlando Ramírez, en entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro.
Actualmente ofrecen clases de serigrafía y también es un lugar de trabajo de los nuevos serigrafistas de Querétaro.