¿Hacer fotografía, cómo si estoy ciego?, respondió Miguel Ángel León cuando lo invitaron al taller de foto desde la ceguera de Buró Cultural. Miguel Ángel es contador público de profesión y perdió la vista a los 35 años, por una enfermedad hereditaria llamada retinosis pigmentaria. Desde hace varios años vive en Querétaro y aquí comenzó su labor como fotógrafo, ha expuesto en la Galería Municipal y en el Museo de Arte de Querétaro presentó su primera obra dedicada a la desnudez.

Como broma dijo que quería hacer fotografía de desnudo. Hoy, con total seriedad, Miguel Ángel platica del proyecto en que trabaja, utilizando la técnica de pintar con luz y espejos le permiten reflejarse en sus propias imágenes. Para él, la desnudez muestra a una persona tal cual, la piel es un pliego donde se escribe la historia de cada uno, incluyendo sus momentos más tristes y dolorosos que han quedado marcados como cicatrices.

¿Por qué hacer fotografía de desnudo?

Es como una idea de añoranza, dentro de mis añoranzas de la cuestión visual, mucho recae en la belleza de la mujer, siempre me ha atraído la belleza de la mujer y es una concepción que aparentemente muere con la ceguera, pero que la fotografía te empieza a despertar todo que creías perdido.

Foto de desnudo, desde la ceguera
Foto de desnudo, desde la ceguera

¿Cómo surge tu proyecto?

Muchas cosas han salido de broma. Me preguntaron: ¿a ti qué te gustaría hacer? A mí me gustaría hacer desnudo fotográfico, contesté y pensé: van a decir que estoy loco. Y me dijeron: ¡Vamos a hacerlo! Trabajo con la técnica de pintar con luz y para este proyecto diseñé distintas expresiones, tengo por ejemplo una fotografía que le llamo Los volcanes, le dije a la modelo que se pusiera crema en los pezones, simulando nieve, y se recostó en una camilla y así la pinté. En un documental que nos hicieron, la modelo me dijo que no quería que saliera su rostro y dije, ¿ahora cómo le hago? Pues le pongo un antifaz, así lo solucioné, hasta resultó más interesante y yo me hice unas fotos con una máscara de luchador, es muy interesante porque plantea un plano de igualdad con el espectador, el no saber quién soy yo.

¿Y todo parte de un proceso de imaginación?

Sí. Hay otra foto que le llamo El fisgón imaginario, me gusta porque dentro de la imagen hace que aparezca mi rostro, entonces yo soy el fisgón. Yo imagino que estoy viendo en la fotografía, y trabajo con espejo en la foto para salir yo, yo soy el fisgón imaginario, pero al mismo tiempo la modelo o la gente que ve la imagen se va a imaginar que alguien lo está viendo, que soy yo que ya no veo, aunque imaginariamente sí. Unas fotos también las saqué con movimiento, he ido desarrollando muchas cosas, también hice una de violencia con machete y pistola.

Siempre hay una línea que puede tocar a la pornografía, ¿cómo trabajas para que tu obra no cruce esa frontera?

Es cierto, en mi caso interviene la comunicación con nuestro asistente de fotografía, aparte, a mí me ayuda mucho lo del masaje, en el masaje trabajamos con una persona desnuda (sólo utiliza ropa interior) y todo se hace con mucho respeto. Y mi foto por supuesto que no es pornografía, erotismo, pero no todo es necesariamente erotismo, a mí me gustaría hacer foto de desnudo de todo, incluso con gente de distinta edad, gente que ha tenido cirugías, que su cuerpo está marcado por huellas, porque ahí está la historia de su vida y con la fotografía se puede pintar su historia, es como si retrataras el interior de la persona.

El desnudarse es mostrarse tal cual eres.

Exactamente, como eres por dentro y por fuera. Y en las fotos se puede ver un doble desnudo, el físico y el interno.

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