Apenas escuchó el ligero golpeteo a la puerta y de inmediato volteó, se levantó de su silla y ágilmente atravesó el patio para abrir. A más de un año del trasplante de riñón que vivió, se ve a un Gerardo Esquivel de pie, entero y con buen semblante, “hasta me volvió el color” dice el pintor, quien concedió una entrevista a EL UNIVERSAL Querétaro para hablar de la exposición que en su honor inaugura el 14 de febrero, a las 20:00 horas, el Museo de la Ciudad, espacio que ese mismo día celebra su 22 aniversario.
Son 44 años de actividad creativa los que en resumen presentan, con algunas de sus primeras obras y lo más reciente. Gabriel Hörner, director del Museo de la Ciudad, contactó a amigos y coleccionistas de arte que resguardan obra de Esquivel, así que ni el mismo pintor sabe qué obras estarán en la exhibición.
“Será una sorpresa también para mí”, dice, pero no hay emoción en su voz. En esos 44 años de historia, los tragos amargos aún no pasan. Para la inauguración, le han pedido que dirija unas palabras al público y había pensado hablar de aquellos años de lucha junto a su amigo Julio Castillo, del momento en que decidieron irse de Querétaro —como otros creadores a los que les cerraron las puertas—, la deuda que hay con los artistas locales y del rezago cultural que se vive hoy, pero que no, ha decidido que sólo dirá: Gracias. Y espera salir bien librado de todo esto, incluso de esta entrevista.
¿Cuál es su historia con el Museo de la Ciudad?
—Yo vi nacer el museo, lo formó Toño Loyola, acaba de salir del Patronato de las Fiestas, restauraron ese edificio e hicieron el proyecto del recinto, organizaron una exposición inicial y creo que también ahí participé, con mucha gente, y desde entonces conozco bien ese espacio, a Gabriel y a los muchachos que trabajan ahí. Durante todo este tiempo, no sé cuántas veces me han expuesto algo ahí, ya no recuerdo, como soy figurativo, igual que Castillo, y el museo es más bien alternativo y de jóvenes, exponíamos más bien en colectivas, alguna vez individual, pero el espacio Gabriel lo ha enfocado a ese género y está bien que sea para los muchachos.
Pero ahora le están dedicando la exposición del 22 aniversario del museo
—Sí, yo creo que porque ya me iba a morir. (Ríe) No, bueno, Gabriel me aprecia mucho, y Manuel Oropeza (museógrafo de la exposición) también, yo se los agradezco mucho.
¿A quién espera ver en la inauguración de la muestra?
—En el aniversario van muchos muchachos, eso es muy bonito, no sé qué esperar de ellos. Estaba en la diálisis, en la clínica, y la recepcionista un día me dijo: ‘Oiga, don Gerardo. Ya me dijo mi marido, porque yo le dije, hay un tal Gerardo Esquivel. ¡Gerardo Esquivel, es el chingón de la pintura!’. Era un muchacho que salió de Bellas Artes. Y yo le dije: Fíjese que no soy así. Pero sí me dedico a pintar. ‘No, dice mi marido que sí’. Hay veces que uno no sabe qué van a decir, a veces unos dicen no vale nada, voy a ver qué sale de la exposición. Lo que sí quiero ver, es a personas que no he visto hace muchos años, que nos conocimos, que pelamos juntos muchas batallas, en la universidad, en la Casa de la Cultura, y ya después afuera; mucha, mucha gente espero ver ahí, muchos amores, es como un recuento. Y no sé si salgo bien librado, pero voy a ver cuál es el juicio de la gente.
Para los muchachos que van al museo, esta exposición servirá para conocer quién es Gerardo Esquivel, y para otras personas será como reencontrarse con su obra, ¿qué pretende con esta muestra?
—Eso, reencontrarme, hay muchos trabajos míos que no veo desde hace muchos años. Gabriel me ha mandado fotos de lo que han estado eligiendo y me sorprendo, porque hay cosas que no recordaba. Entonces va a ser una sorpresa para mí, un reencontrarme y plantear lo que voy a hacer ahora.
¿Convocaron entonces a coleccionistas que tienen su obra?
—Sí, Gabriel me pidió el contacto de quiénes tienen mi obra, y algunas que yo tenía guardadas, pero la mayoría es de coleccionistas, de gente muy cercana, porque yo no tengo mercado aquí, Querétaro no es un lugar para artistas, es un lugar para artesanos como Carbonell o como… varios de ellos que pintan por pedido, o por docena, para artistas no hay mercado aquí, Julio Castillo se murió sin vender bien su trabajo, lo vendía muy barato, nunca ha sido un lugar para artistas, el verdadero arte molesta a las buenas conciencias de Querétaro.
¿Por qué considera que no es un buen mercado?
—Porque hay muchos artistas que siguen haciendo cuadros de santos o variantes de los santos, como Carbonell que hace cosas muy hiperrealistas que sí vende, pero para lo demás no. (…) La gente de aquí sigue pensando en el canon de belleza de la Nueva España.
¿Cómo se podrían romper eso, tendría que intervenir la academia, la Universidad de Querétaro?
—La universidad no es academia, es un lugar donde se dan conocimientos seriados, ahí te dicen: tú eres doctor, tú licenciado, tú maestro. La academia, como lo define Gabriel Zaid, son los artistas o la gente que elige escribir, hacer música, es por elección personal y dentro de ese gran ambiente de artistas se aceptan y se dice quién es y quién no, por su trabajo o su obra, no por sus papeles, no por ser doctor, sino por ser poeta, por ser músico, pero un gran músico como el maestro Núñez, no el director de Bellas Artes, o los maestros de salterio (Alejandra Barrientos y Héctor Larios), o el maestro Gastón Lafourcade, o el maestro Orlando Scheker, gran bailarín, o el de Microritmia, Ernesto Martínez, o Jordi Boldó, que es un gran pintor, entre todos ellos se reconocen y eso es la academia, la universidad no lo es, es un lugar de gente que tiene currículo y mediante eso cobra dinero.
¿Y qué se puede hacer?
—Lo que se tiene que hacer es que la comunidad quiera a sus artistas, a sus escritores, porque siempre los han perseguido, a don Hugo Gutiérrez lo persiguieron, a Francisco Cervantes lo corrieron, a Chava Alcocer lo dejaron morir en la miseria, Julio Castillo murió ayudado por Manuel Naredo, quien apoyó también a Francisco Cervantes. La comunidad no quiere a sus artistas. Ese es el problema, que la comunidad no quiere a sus artistas.
¿Qué futuro ve para esta comunidad queretana?
—Los creadores van a seguir haciendo su trabajo, yo he dedicado toda mi vida a mi trabajo, no he podido tener hijos o propiedades, Julio Castillo también, y la mayoría de los creadores, algunos tienen más suerte, otros menos, pero yo no le veo (…) mientras el estado siga sin crear consejos ciudadanos en las artes. (…) Yo lo que pienso es eso, mientras el gobierno no tome en cuenta la libertad de sus artistas y los convoque para tener un consejo consultivo, o los creadores no den un espaldarazo a quien dirige los destinos en las secretarías, esto va a seguir igual, y también en las universidades, ellos creen que la Facultad de Bellas Artes es un hito en arte y no es cierto.
Gabriel Hörner comentó que con esta exposición que van inaugurar, espera que se despierte el interés para iniciar un estudio de la obra de Gerardo Esquivel y se pueda hacer un catálogo razonado, porque no se está estudiando el trabajo de los queretanos
—Pregunten a algún muchacho de Bellas Artes ¿quién es Mariano Arce? No saben. ¿Quién es Jesús Rodríguez? No saben. ¿Y quién es Julio Castillo? Lo han oído algunos, pero no saben. Los lugares de estudio se supone que deben crear obra, conocimiento, y no lo están haciendo. Los universitarios están perdiendo mucho tiempo con gente que tiene una currícula muy alta, pero no tiene obra. Gabriel tiene razón, pero no creo que vayan a hacer un catálogo, ni ningún estudio sobre mí, porque desde que salí de Bellas Artes, que me expulsaron, no he dado una plática en Bellas Artes, ni en un salón, ni en el pasillo a un grupo de muchachos, nunca me han invitado, yo no creo que ahí vayan a hacer un estudio de mi trabajo, si alguien lo hace será alguien de fuera, alguien que esté interesado en las artes de verdad.
Recién entregaron el premio de la Bienal de Pintura Julio Castillo y les pregunté a alguno de los seleccionados y a los ganadores si conocían la obra del artista, contestaron que no y otros que muy poco.
—Y Julio Castillo es muy importante, es parte de una generación que es la continuidad de la Ruptura de Cuevas, de Toledo, de Rojo, después de ellos, a nivel nacional, viene otra generación que se forma en Ciudad de México, y se llama la generación de Fin de Siglo, y ni todos juntos tienen la calidad de uno solo de la Ruptura; en provincia se creó una generación muy importante, Gustavo Pérez en Xalapa, Julio Galán en Monterrey, Enrique Guzmán en Guadalajara, Delfino Marcial en Juchitán, Humberto Jiménez en Matamoros, y en Querétaro Julio Castillo, y con él estábamos otros tres, somos la generación que sigue a la Ruptura, sin que el gobierno de Echeverría, Raquel Tibol y todos esos, nos hubieran encumbrado como lo hicieron con la generación de Fin de Siglo. Nosotros crecimos sin nada, como Castillo creció como gato montañés y así hizo su obra, que es maravillosa, Julio es un integrante muy importante de ese grupo sin grupo, y nosotros íbamos a pelearnos con la generación de Fin de Siglo al D.F., y con él les poníamos un hasta aquí siempre.
Respecto a la Bienal, alguien dijo que si Castillo estuviera vivo se burlaría de ese concurso
—Sí, y peor aún, ya con unas copas iba y quitaba los cuadros, Julio era tremendo, como Cuevas.
El año pasado inauguraron el Museo de Arte Contemporáneo, ¿ya lo fue a visitar?
—Ya, pero ¿qué es el arte contemporáneo? Eso no existe, es como el concepto de posmodernidad, es un divertimento. Paz dice que si lo posmoderno es diferente a lo moderno debe tener otro nombre, no debe ser lo que está después de. Vargas Llosa dice que lo contemporáneo es un fraude, después de que vio una lata de mierda de autor en la Bienal de Venecia, y la volvió a ver en ARCO Madrid. El arte contemporáneo y el arte conceptual son hijastros de lo que se llama posmodernidad, que no existe tampoco. Cuando Julio y yo nos fuimos a Europa, allá empezaba eso del arte conceptual y cuando regresamos a México hablaban de la ‘Pusmoderna’, era patético. En Querétaro la empiezan a estudiar hasta 2005, el retraso es terrible. El otro hijastro de la posmodernidad es el arte contemporáneo, otra invención. Si el arte contemporáneo está aportando algo, tiene que tener otro nombre; el arte contemporáneo no está definido y es una insensatez hacer un recinto que no tiene un tema, cuando hicieron el Museo de Arte de Querétaro no tenía un tema y sigue sin tenerlo.
Platicando con Bernardo Sarvide, quien era director del Museo Regional de Querétaro, sugería que con la apertura del Museo de Arte Contemporáneo se tenía que hacer una revisión de los objetivos de los demás recintos
—Bernardo es una gran persona, ¡qué pena que se fue!, él era quien debería estar al frente de la Secretaría de Cultura en Querétaro. Y coincido con él. Lo que presenta el Museo de la Ciudad y Galería Libertad es arte alternativo, ¿qué quiere decir eso? Que está en vías de tener un nombre, y para tenerlo tienen que criticar a la modernidad y si lo hacen tienen que criticar los argumentos y decir: eso ya no es, ahora es esto. Primero es definir qué son.
Gerardo Esquivel Estrada nació el 10 de diciembre de 1958, en la Ciudad de México, y llegó a Querétaro a muy temprana edad.
Estudió en la Facultad de Artes Plásticas de San Jordi de la Universidad de Barcelona, España.
También estudió en la academia de artes de Holanda.
Trabajó con Julio Castillo en el Patronato de las Fiestas de Querétaro, creando los carros de la Cabalgata.
En 2013 recibió la presea Germán Díaz Patiño.
Su obra “Sayuri” (flor de lirio), se realizó en cantera volcánica en Escolásticas, está en la UAQ.