A la muerte del escritor Ignacio Padilla (Ciudad de México, 1968-Querétaro, 2016), se creó en Querétaro un premio de cuento con su nombre, para rendirle homenaje. En la primera edición (2016) el ganador fue Imanol Martínez con la obra “Figuraciones del hogar”; y en la segunda (2017) el primer lugar fue para Jaime He, con el cuento “El poodle de Pedro Infante”.
Hasta este 2019 salió la convocatoria para la tercera edición del Concurso de Cuento Ignacio Padilla, que cierra su periodo de recepción de obra el próximo 18 de octubre.
La convocatoria especifica que podrán participar todos los escritores mayores de 18 años, mexicanos y residentes en el municipio de Querétaro; con una obra escrita en español, original, inédita y sin premiación anterior. Los interesados podrán enviar un solo cuento con tema libre, en español, con una extensión mínima de 10 y máxima de 15 cuartillas.
Se premiarán los tres mejores trabajos de la siguiente manera: Primer lugar, 30 mil pesos; segundo lugar, 20 mil pesos; y tercer lugar recibirá 10 mil pesos.
Un adorador del cuento. Nacho se llamaba así mismo físico cuéntico, creció leyendo cuentos, aunque su obra, además de este género, también destaca por la novela, ensayo y teatro. El trabajo en otros géneros le permitió identificar su gusto por escribir cuentos.
Como cuentista recibió los premios de Cuento Infantil “Juan de la Cabada” por “Las tormentas del mar embotellado”; Premio Internacional “Juan Rulfo” por “Los anacrónicos” (incluido en la publicación Los anacrónicos y otros cuentos), y el Premio de Cuento “Gilberto Owen” por “Las antípodas y el siglo”.
Las fauces del abismo es una colección de cuentos sobre historias de bestias, un bestiario de tierra, primera parte de un proyecto que continuó con Lo volátil y las fauces, y tenía el plan para un bestiario de aire, agua y fuego. Su proyecto de Micropedia consistía en rescatar la idea del libro de cuentos unitarios, para congregar su obra como cuentista.
Padilla confesó que escribir era su obsesión. “Soy tan obsesivo del lenguaje, tan neuróticamente maniático de la forma, que cada palabra tiene que ser exacta, cada uno de mis cuentos han sido escritos 25 veces a mano, con pluma morada y en unos cuadernos de tapa roja que sólo encuentro en España, no son caros, son de papelería, y ya no hay, entonces tengo varios y el día en que se acabe… (Cuando le preguntaron a Rulfo por qué dejó de escribir, él decía: Es que se murió mi tío Abundio que era quien me contaba las historias). Cuando me pregunten a mí: ¿Por qué dejó de escribir? Voy a decir: Se me acabaron los cuadernos”.
El poeta Luis Alberto Arellano (1976 - 2016), amigo de Nacho y co fundador del Seminario de Creación Literaria —en donde Padilla también impartió clase—, escribió en 2016 para EL UNIVERSAL Querétaro: “Una de las obsesiones literarias de Ignacio Padilla es el autómata, esa forma a la vez degradada y superior del hombre moderno. Así como el monstruo de Frankeinstein es a la vez una retacería de hombres condenados, también es una manera nueva y más efectiva de representar el sueño de Babel: tomar el cielo por asalto y vencer a los dioses en su propia casa.
Cuentos como ‘Las furias de Menlo Park’, o ‘Largo sueño de las cifras’. Novelas como Amphitryon (tal vez su pieza mayor ahora que se ha, lamentable, abruptamente, cerrado una obra en constante crecimiento), o Espiral de artillería, así como el costado de la demonología cervantina (tan cercana al Lucifer Miltoniano como él mismo se encarga de hacernos saber), son muestras de esta afirmación”.
Después del fallecimiento de Ignacio Padilla se publicó el libro Inéditos y extraviados, una recopilación de varios cuentos; además de Última escala en ninguna parte, que forma parte de la colección juvenil del Fondo de Cultura Económica.
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La vida de Padilla estuvo llena de premios, con la novela Amphitryon ganó el Premio Primavera; Cuento Infantil “Juan de la Cabada" por “Las tormentas del mar embotellado”; Premio Internacional "Juan Rulfo" por “Los anacrónicos” (incluido en la publicación Los anacrónicos y otros cuentos), y el Premio de Cuento “Gilberto Owen” por ”Las antípodas y el siglo”.
Por ello resultó tan significativo homenajear al físico cuéntico con una convocatoria que lleva su nombre, y que en sus dos primeras ediciones destaca el trabajo de jóvenes escritores, como Imanol Martínez y Jaime He, quienes fueron los ganadores del certamen en 2016 y 2017, respectivamente.