La gente ama a los héroes. Así quedó demostrado la tarde en que la Madre de la Revolución yemení, Tawakkol Karman, Premio Nobel de la Paz 2011, se reunió con estudiantes de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), de quienes se dejó abrazar, retratar y tomar de la mano.
Llegó a la UAQ con toda tranquilidad; descendió del automóvil en la explanada de Rectoría, rodeada por cuatro o cinco personas del staff del Hay Festival y dos de sus cercanos.
Ataviada con la tradicional abaya negra y un hiyab beige con vivos negros, Tawakkol Karman, quien es la primera mujer yemení y la segunda musulmana en ser reconocida con el Nobel de la Paz, entró al Auditorio Fernando Díaz Ramírez, lugar icónico de la Alma Máter queretana, como si lo conociese desde siempre. Se sentó despreocupadamente en primera fila, le pasó el brazo por encima de los hombros a un niño del público que se encontraba junto a ella y pidió un té caliente.
Subió al escenario de manera ágil, para comenzar el encuentro que se tenía programado como parte del Hay Festival y el Hay Joven.
La amplia sonrisa nunca desapareció del juvenil rostro de la periodista y activista de los derechos humanos, conocida por ser la líder de la revolución pacífica en contra del régimen de Ali Abdullah Saleh en su natal Yemen, durante la llamada Primavera árabe de 2011; y que, desde entonces —en el exilio—, ha continuado luchando contra los gobiernos autocráticos de los países de la península arábica.
“Si quieren hacer algo bueno por su sociedad, deben liderar esta bondad. No esperen a que otros los guíen. Sean las personas que llevan el cambio, porque esta es su responsabilidad”, dijo. “La gente ama a los héroes, sean los héroes”.
Y es que, Tawakkol Karman decidió, como todos los visionarios, que tendría que ser ella quien encendiera la vela del cambio contra el sistema social que existía —que existe— en su país.
Durante la conferencia, platicó que, cuando le contó a su padre, Abdel Salam Karman, abogado y político, que se involucraría en el movimiento pacífico de liberación, él le aconsejó primero que no lo hiciera. Ella le dijo “Si tu generación se hubiera levantado, yo no tendría que hacerlo. Si no lo hago yo, entonces lo tendrán que hacer mis hijos”. Y entonces su padre le respondió: “Ve y hazlo, hija mía”.
Karman se dirigió a los estudiantes, que conformaban la mayor parte de la audiencia reunida en el Auditorio Fernando Díaz Ramírez:
“Cualquier movimiento que no esté encabezado por los jóvenes perderá el objetivo. Porque lo dirigirá gente que no entiende sus necesidades, que no entiende lo que el futuro debe de ser. Los jóvenes deben jugar un rol importante en cualquier área: en la política, en la sociedad, las redes sociales, el deporte, la cultura […] deben colocarse como los líderes, los que deben hacer algo importante por su país y por el mundo”.
En el mismo sentido, la fundadora de la organización de derechos humanos Mujeres periodistas sin cadenas destacó también que la exclusión de las mujeres en la sociedad es la causa de su destrucción.
“Los dictadores usan a las mujeres como decoración, pero en realidad tienen miedo de las mujeres; porque no quieren que esta importante parte de la sociedad esté activa, quieren que jueguen roles tradicionales, porque ¿qué pasaría si las mujeres tomaran papeles activos en la política, en el gobierno? ¿qué les pasaría a ellos? Las mujeres que tienen acceso a una educación, que conocen sus derechos, rechazarán sistemáticamente cualquier tipo de injusticia contra ellas”.
Tawakkol Karman hizo un llamado a las mujeres a no quedarse al margen, porque, sentenció, si lo hacen, entonces la sociedad y el gobierno las mantendrá al margen.
“No se oculten, no se pongan en las filas posteriores. Siempre vayan al frente, siempre digan ‘aquí estoy’. No digan ‘estoy esperando la solución’, digan ‘yo soy la solución’. Digan, ‘estoy aquí primero como ser humano y luego como mujer’. Porque los derechos de las mujeres son, primero que nada, derechos humanos”, resaltó.
La activista sabe, en carne propia, que levantar la voz y convencer a la sociedad que se sume a un movimiento de cambio social, no es fácil. Ella ha sufrido prisión, vigilancia, deportación, acoso y censura. Pero también ha sentido el amor de su gente.
“Fue un escándalo a nivel internacional cuando me llevaron a prisión. Pero los que me liberaron, los que salieron a la calle llevando mi foto, fue la sociedad yemení, y lo hizo cantando el mismo canto que yo entonaba cuando me arrestaron. Lo hicieron porque yo era su hija, era su voz”.
“No se den por vencidos; aunque estén solos, alcen la voz, sean inteligentes. ¿Por qué retrasar la batalla por la democracia y la justicia? Si no lo hago yo, lo tendrán que hacer las siguientes generaciones”.
Karman miró al público que acudió a escucharla y a verla a la Universidad Autónoma de Querétaro y, aunque, afirmó, no los estaba llamando a la revolución; sí los estaba exhortando a hacer oír su voz ante la desigualdad, la corrupción, el racismo, la injusticia, la violación de los derechos humanos.
“Sean la voz de su sociedad, ayuden a la gente, no tengan miedo de que los ignoren o rechacen; quizá lo harán al principio, pero si son honestos, si creen en ustedes mismos, la sociedad los protegerá y soñará el mismo sueño que ustedes”.
Y así, hablando de sueños, compartió otro con el público: “Quisiera aprender más español. No digo que pronto, pero sí es uno de mis sueños hacer una de mis lecturas en español”.
El encuentro en el espacio universitario terminó con una fotografía grupal, donde Tawakkol aparece como a ella le gusta, cobijada por la gente, por los estudiantes, por los jóvenes que acudieron a compartir su sueño de un mundo democrático, en el que se garantice la aplicación irrestricta de los derechos humanos en todos los continentes, en donde las mujeres y los jóvenes estudiantes formen parte activa y real de los gobiernos y, en donde, por fin la lucha no violenta contra la tiranía triunfe a lo ancho y alto de todo el mundo que Kerman ha afirmado “es su país”.