“Literalmente nacimos porque yo no tenía familia”, así describe Nina, conocida como Nahuala en la escena ballroom, el nacimiento de la Kiki House of Lxs Diablxs. Esta casa, fundada hace un año en Querétaro, ha crecido hasta convertirse en una comunidad de más de 80 personas. Para muchas de las personas LGBTIQ+ que participan en el ballroom, las casas no sólo son espacios de expresión artística, sino también lugares donde encuentran una familia elegida, una red de apoyo vital ante el rechazo que suelen enfrentar en sus entornos biológicos.
Además de ser un refugio emocional y social, la Kiki House of Lxs Diablxs ha comenzado a conquistar espacios públicos en Querétaro. Uno de los lugares donde han hecho visible su cultura es el Centro Educativo y Cultural Manuel Gómez Morín, en el corazón de la ciudad. Este sitio ha sido testigo de performances y eventos organizados por la casa, donde celebran su identidad y muestran el poder transformador del ballroom en un estado que aún enfrenta grandes retos en términos de inclusión y respeto a la diversidad sexual y de género.
Alexis, una de las integrantes de Lxs Diablxs, destaca lo que significa este grupo para ella: “Mis hermanas representan eso para mí, es mi familia. Son las personas en las que confío, son las personas que veo, son las personas con las que cotorreo con todo”. En un mundo donde las personas trans y queer suelen ser marginadas, las casas de ballroom ofrecen un espacio seguro para el desarrollo personal y emocional de sus miembros. “Es un círculo de apoyo enorme, un círculo móvil que busca todo el tiempo procurar nuestro bienestar”, agrega Alexis.
Para Nina y el resto de los integrantes, esta comunidad es un refugio donde pueden ser ellos mismos sin temor al juicio o la discriminación. “Es una casa horizontal y todo muy padre”, señala Alexis, refiriéndose a la estructura de la Kiki House of Lxs Diablxs, donde el respeto y el apoyo son pilares fundamentales. La idea de una familia elegida es clave en el ballroom, un espacio que ha permitido a muchas personas LGBTQ+ encontrar su lugar en el mundo.
La historia del ballroom está marcada por la resistencia y la necesidad de supervivencia. Surgido en Nueva York entre las comunidades afroamericanas y latinas LGBTQ+, el ballroom nació como respuesta al racismo, la homofobia y la transfobia de la sociedad dominante. Entre 2005 y 2011, la comunidad ballroom experimentó un cambio significativo, impulsado por la visibilidad de identidades no binarias y el activismo.
El ballroom llegó a México a través de figuras como Sky Shaker, quien ayudó a visibilizar la cultura en el país.
Kiki House of Lxs Diablxs es un claro ejemplo de cómo esta cultura ha crecido en México. Fundada por Nina y otros nueve integrantes —Karmina, Arabella, Titana, Delirio, Cupido, Nokia, Melocotona, Fercite y Castiel—, la casa busca continuar con el legado del ballroom mientras crea un espacio de pertenencia para las disidencias sexuales en Querétaro. Alexis, al hablar de la importancia de esta casa en su vida, menciona: “A pesar de que sigo teniendo lazos con mi familia biológica, pues al final de cuentas… no saben muchas cosas de mí, no saben que soy una persona trans”.
El ballroom es una manifestación artística que se expresa a través del baile y la competencia. Las categorías son una parte esencial de los balls; éstas no sólo son técnicas, también reflejan la lucha de las personas LGBTQ+ por ser vistas y validadas en una sociedad que las excluye.
Una de las categorías más importantes es la de Realness, que mide la capacidad de los participantes para “pasar” por cisgénero en el contexto de un mundo heteronormado. Otras categorías, como Vogue Femme, permiten explorar y celebrar la feminidad a través de poses dramáticas y movimientos fluidos.
El estilo de baile dentro del ballroom ha evolucionado a lo largo de los años. Inicialmente, el Old Way se centraba en poses rígidas y movimientos marcados por la precisión. Con el tiempo, el New Way añadió mayor flexibilidad y dinamismo, permitiendo una expresión corporal más fluida y elegante. Estas formas de baile han influido en la cultura pop, con artistas como Madonna introduciendo el vogue al mainstream.
La música house es el alma del ballroom. Con ritmos intensos y repetitivos, esta música marca el compás de los movimientos de los bailarines mientras compiten en categorías como Runway, Face o Performance. Cada estilo requiere habilidades específicas y una preparación meticulosa. La competencia es feroz, pero también es una celebración de la diversidad y la creatividad de la comunidad.
Las categorías de ballroom no sólo se enfocan en la técnica del baile, también en la moda y la estética. Designer’s Delight, por ejemplo, es una categoría en la que los participantes muestran sus habilidades en el diseño de ropa, presentando piezas únicas que expresan su identidad. En Best Dressed, los participantes compiten por ser quienes mejor interpreten la moda del ballroom, mezclando estilos y referencias que desafían las normas tradicionales de género.
Al final, el ballroom es mucho más que una competencia de baile. Es una forma de vida que ha permitido a miles de personas LGBTQ+ encontrar una familia elegida, desarrollar su autoestima y desafiar las normas impuestas por una sociedad que aún lucha por aceptar su diversidad. Para Nina, Alexis y el resto de los integrantes de la Kiki House of Lxs Diablxs, el ballroom representa la posibilidad de existir sin miedo, en un mundo que a menudo niega su derecho a ser.