La primera vez que Julia escuchó la palabra feminicidio fue en un documental sobre las muertas de Ciudad Juárez, México, que transmitieron en la televisión española, y pensó que era una tragedia que había pasado en los 90, pero al investigar se dio cuenta que no, que son asesinatos que siguen pasando y se han extendido a otr os territorios, entonces comenzó a preguntarse ¿por qué nadie hace nada para detenerlo?
En 2015 Julia Martínez llegó a Ciudad Juárez para presentar una pieza de arte acción y comenzar un proyecto fotográfico guiado por las dudas, la rabia y la frustración. Seis años después ha terminado de armar la muestra, su título es Nadie hablará de nosotras cuando estemos muertas, un quejido, un doloroso y triste grito que trastoca a toda mujer.
La exposición no tiene rostros y son imágenes arropadas en el color negro, eso obliga al espectador a acercarse a las piezas para mirar aquello que otros no quieren ver. Son fotografías con una estética muy cuidada, que exaltan la belleza, pero no deja de ser un punto donde había un cadáver.
El proyecto salió a la luz en este 2021 en España, y tendrá su primera exhibición en México en el Centro de Arte Bernardo Quintana Arrioja (CABQA) de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). La inauguración será este jueves 13 de mayo, a las 19:00 horas, con la participación del performer Omar Jerez.
Vía telefónica, un día antes de clausurar el primer ciclo de exhibición en Madrid, la artista plática con EL UNIVERSAL Querétaro acerca de esta exposición. En las primeras preguntas para Julia sale a cuenta: ¿por qué ir a Ciudad Juárez, la boca del lobo?
“Yo no concibo hablar de algo si no lo veo, si no lo vivo, si no lo siento”, responde.
Por años, junto al artista Omar Jerez, Julia se ha plantado en la línea de fuego de diferentes conflictos, estuvieron en Nápoles para criticar a la Camorra (clan de la mafia), o en Corea del Norte y Corea del Sur, y en España fueron los primeros artistas en condenar el terrorismo.
Pero desde que llegó a Ciudad Juárez notó un ambiente denso. “Yo creo mucho en las energías y noté una energía muy cargada, y yo que he estado en Scampia, en las torres de la Camorra, ahí en Juárez puede sentir que realmente me podía pasar algo”.
Nadie hablará de nosotras cuando estemos muertas nació entre la rabia y la frustración, porque aunque las cifras de muertas y desaparecidas siguen en aumento, “a la gente no le interesa, si no te toca a ti dicen: pobrecitas”.
“Me he dado cuenta que el ser humano por un forma innata apartamos la mirada a lo que no nos gusta, entonces si para que miren algo yo tengo que hacerlo bonito, lo hago. Mi lenguaje fotográfico se basa en las verdades relativas, todos somos pequeñas gotas en el universo y cada imagen es un pequeño planetita con su historia, son imágenes muy estéticas, nada desagradables”, explica.
El título de la serie engloba historia, verdades y dolor que no es exclusivo de un lugar, pues cualquier mujer está expuesta al feminicidio.
“El único motivo para que te pase algo es haber nacido mujer. Me di cuenta que por una cuestión genética en determinados lugares no vales nada y nadie se va a preocupar por ti si estás muerta, si te ha pasado algo, el título está buscando eso, porque nadie mira hacia ellas, nadie hace nada, no quiere ver y hay lenguajes de violencia por muchos sitios que no saben o no quieren interpretar”.
Durante la exhibición de las piezas en España, la gente llamaba a la galería para preguntar si las imágenes eran muy fuertes. Pero al final visitaban la exposición y algunos espectadores salieron enfadados, otros dolidos. Al ser piezas en donde no hay rostros el discurso se volvió universal, y sirve para que puedan descubrir lenguajes de violencia que pueden llegar a determinar momentos de peligro.