En el corazón del antiguo barrio de San Sebastián y como testigo de la historia se alza la Casa del Faldón, espacio que este mes celebra 30 años. Su directora, Marisol Flores García, comenta que la función de este recinto se ha sabido mimetizar con la comunidad para ser un enclave importante para la cultura de La Otra Banda, como se le conoce al barrio que se encuentra después del Río Querétaro.
Esta casona fue construida a finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII. De acuerdo con la información oficial, su nombre se debe a “la antigua anécdota donde, en una procesión para conmemorar el Jueves de Corpus, el acaudalado regidor Fadrique de Cázares se vio envuelto en un altercado con el alcalde don Pablo de Tapia (descendiente de Fernando de Tapia), quien lo condenó a vivir fuera de la ciudad”.
Casa del Faldón tiene una dimensión de tres mil metros cuadrados, con amplios salones, cinco patios, incluyendo el huerto, que ahora es un foro. Una de las secciones con acceso restringido a usuarios es la torre que se levanta a la altura de la cúpula de la iglesia de San Sebastián, ubicada al frente, en la calle de Primavera; desde ahí se aprecia un paisaje espectacular hacia el Centro Histórico. Una mirada nostálgica que seguramente aprovechó su fundador durante las tardes de añoranza, después de su destierro tras el altercado político.
Al morir Fadrique de Cázares y sin herederos que administraran la casona, el inmueble quedó a cargo de un banco para después convertirse en una vecindad. Social y culturalmente este espacio se volvió un referente del barrio, donde aún viven personas que habitaron en la vecindad o cuyos padres y abuelos nacieron en dicha edificación.
En 1991, la casona fue entregada como casa de la cultura a su primer director, Enrique Villa, importante promotor de la cultura en la entidad, así este lugar cobró vida siendo refugio de coreógrafos, bailarines, cineastas, poetas y teatreros. Hasta la fecha, el recinto mantiene los latidos y alberga todo tipo de actividades culturales, como talleres de artes plásticas, clases de baile regional, danza contemporánea, teatro, presentaciones musicales y exposiciones.
De acuerdo a su directora es un espacio para jóvenes creadores que buscan exhibir su trabajo por primera vez; cuenta con dos galerías, salones de danza, salones para clases y una biblioteca, que durante la pandemia sólo ofrece préstamo a domicilio.
Flores recuerda que Casa del Faldón ha brindado apoyo a los artistas y, gracias a la tecnología, pueden llegar a otros alcances y públicos. Con el cambio del semáforo epidemiológico, áreas como los salones de danza mantienen abiertas sus puertas para que artistas escénicos entrenen.
La cercanía con una escuela de educación de básica posibilita también ser una guarida para padres de familia y alumnos, que, antes de la pandemia, daban vida al jardín de San Sebastián desde el mediodía.
La biblioteca, que es parte del Sistema Estatal de Bibliotecas, funge como un refugio para estudiantes que necesitan consultar información y para los padres de familia, quienes, a la espera de sus hijos, reciben clases de computación, convirtiéndose en un epicentro del conocimiento.
Como toda casona, la Casa del Faldón también tiene una leyenda de fantasmas. La directora cuenta que en algunas visitas guiadas o talleres, a los grupos de niños se suma un pequeño cuya vestimenta no corresponde a la de la época actual, esto según lo cuentan vigilantes o profesores que lo han observado. De vez en cuando también aparecen juguetes en donde antes era un huerto.
En el ejercicio práctico, la directora de Casa de Faldón hace de ocho manos y como si fuese un pulpo, coordina actividades, calendariza, realiza gestión, toma llamadas, atiende a los artistas y lo mismo coordina el personal de seguridad.
Los exdirectores del recinto Enrique Villa, Enrique del Valle y Esteban Hurtado fueron convocados para conmemorar los 30 años de este importante espacio, que ha funcionado como un resguardo cultural para tres generaciones que continúan acudiendo a darle vida.