Diana Vizcaya es una bailarina, coreógrafa y actriz queretana, que se ha presentado en grandes escenarios acompañando a Marc Anthony, Ricky Martin, Chayanne, Natalia Lafourcade, Bad Bunny, Sentidos Opuestos y Pedro Fernández. Además de actuar para la cinta Bardo, de Alejandro González Iñárritu. Ahora, tiene planeado volver a Querétaro para presentar Memorias de una piel.

Trabajar con reconocidos artistas y en escenarios multitudinarios es gratificante para Diana, pero dice que su primer amor es la danza, y sus raíces apegadas a la danza contemporánea “necesitan seguir creando, y con este proyecto se está logrando”.

Como una propuesta escénica muy íntima, con la que busca la cercanía con el público, describe a Memorias de una piel, que planea presentar este mes en El Sótano Teatro, Querétaro.

“Tengo ganas de regresar a Querétaro y me emociona que sea con este proyecto, que es una propuesta muy íntima, para mí sería todo un regalo regresar con esa producción a Querétaro, después de todos esos años es bello pensar en volver a casa”, cuenta la actriz en entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro.

Con textos de Carlos Guaipatin, el canto de Julia Marco, la guitarra de Lari Ruiz Velasco, y el baile y coreografía de Diana Vizcaya se crea Memorias de una piel. La idea nació en una plática entre amigos.

“Somos cuatro amigos que nos juntamos para platicar de la vida y terminamos platicando de amor y desamor”, explica.

“Esta noche cantamos al amor y al desamor, al amor que buscamos y no encontramos, al que encontramos y perdimos, y a ese amor que sólo estuvo en nuestra cabeza”, este es parte de los textos que promueve Memorias de una piel.

Así nació una artista

Diana Vizcaya es originaria de Querétaro, aquí vivió hasta los 18 años, tiempo en que decidió irse a estudiar danza contemporánea a Mazatlán. Por un tiempo se fue a San Miguel de Allende y después a la Ciudad de México, en donde continúa haciendo danza.

“Desde niña tuve la inquietud de moverme, y a los siete años que empecé a tomar clases me enamoré del escenario. A los 15 años decidí que hacer danza era lo que yo quería hacer de por vida, no sabía ni cómo, ni cuándo, pero yo sabía que quería vivir en el escenario, es un amor romántico, y soy muy afortunada de que mi familia me apoyara”, narra y revela que nadie más en la familia se dedica al arte, sus padres son ingenieros.

“En la danza yo me encontré, entendí y me entendí con el arte de una forma en que no me podía entender con otras cosas más. La danza en especial es mi primer amor”.

Así como se enamoró de la danza contemporánea, despertó interés por la televisión y los grandes espectáculos.

“En la Ciudad de México es donde se gestan estas producciones, y yo sentía que había algo ahí que me podría ofrecer; al principio, viniendo de las bases de donde vengo (danza contemporánea) tenía un gran miedo, porque decía: ¿qué van a decir mis maestros? Porque quizá no estoy bailando contemporáneo, pero quiero bailar en televisión y hacer videos, y afortunadamente he tenido una gran aceptación”.

De la danza contemporánea y los espectáculos comerciales no habla de diferencias, “para mí siguen siendo cultura y arte y también he encontrado mucha satisfacción de poder llegar a más personas, que eso sí tiene el mercado comercial, su amplitud y su rango es mucho mayor, y eso se disfruta, se goza mucho”.

A la película Bardo llegó haciendo audición para extras. Y después la llamaron para interpretar a una mujer desaparecida en la famosa escena de los caídos.

“Esa escena se filmó en el Centro Histórico de la Ciudad de México, y buscaban específicamente bailarines porque había que caer en concreto y querían que fuera algo muy estético, por eso requerían a bailarines. Para mí participar en esta película fue un regalo, desde que empecé a hacer el casting estaba muy emocionada, por ser una película de Alejandro, y que además habla de México, me sentía muy orgullosa.

Ver el trabajo fue una grata sorpresa, la fotografía es bellísima, mi escena en particular hace referencia a los desaparecidos, sentía mucha responsabilidad de hablar de este tema, y la forma tan poética que lo hace Alejandro es un deleite, pero sí es una responsabilidad hablar de este tema”, expresa.

Diana, ahora, promueve Memorias de una piel, a la vez que trabaja en coreografiar una serie de Netflix, y continuar en el tour de Sentidos Opuestos y Pedro Fernández.

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