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Hilo de color rojo, historias de feminicidio y desapariciones hacen de la pieza textil Sangre de mi sangre un río en crecida, y esta vez su caudal desemboca en el Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro (MACQ), después estará en Galería Libertad, Museo de la Ciudad y se buscará un espacio público para exhibir más de 17 metros de tejido, hecho en color rojo por manos de familiares de desaparecidos, por gente que no entiende por qué hay tanta violencia en el país y se suman tejiendo, como si tejieran un grito vivo.
A partir del 27 de mayo el público podrá visitar en el MACQ la pieza Sangre de mi sangre y el 3 de junio, integrantes de Hilos participarán en una acción colaborativa para tejer y hacer visible la violencia que se vive en tierras queretanas. La invitación está abierta a mujeres, hombres, jóvenes, incluso niños, no importa si saben tejer o no.
Claudia Rodríguez, artista visual, es la fundadora de la Colectiva Hilos que tiene como sede Guadalajara. Iniciaron en 2018 con un donativo de hilos que sirvieron para sus primeras piezas enfocadas a temas como el desapego o para hablar de política (Los hilos que nos mueven).
A Hilos se han sumado mujeres de distintas profesiones afines al tema artístico y social, no fue condicionado, se dio de manera natural, explican. “Lo que nos une es el interés por la denuncia social”, dice Claudia en entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro.
En 2019, y a raíz del incremento de violencia en Jalisco, escogieron el hilo rojo para hablar de feminicidios y desapariciones.
“Ahí inicia Sangre de mi sangre, que ya en sí es un tejido físico y social, y que nos define dentro de un marco del feminismo, porque finalmente a todas nos interesa este cambio, pero somos una colectiva incluyente en donde tejen hombres, mujeres y niños, a nosotros nos interesa que en este tejido pueda entrar cualquier persona interesada en trabajar en una estructura por la paz”, explica Claudia.
“La gente siente que al sumarse a tejer pone un granito de arena. A veces uno se siente tan chiquita que no puede hacer nada para cambiar este mundo, pero de esta forma uno es parte de algo que ayuda a visibilizar”, añade Maj Lindström, fotógrafa e integrante de la Colectiva.
Son cerca de 300 personas las que se han sumado a Sangre de mi sangre, tejiendo más de 250 metros de este río, hecho con yute y rafia, dos materiales que al ser distintos permiten crear texturas diferentes; además el yute tiende a desteñirse con el sol, esos cambios de tono representan los acontecimientos de violencia más antiguos, los de mayor intensidad son los nuevos casos.
“También tiene distintas texturas por las diferentes personas que tejen, es interesante porque es como la voz de cada persona que queda ahí”, resalta Claudia.
Uniendo hilos en Querétaro
A tierras queretanas sólo vendrá un fragmento de la pieza, 17 metros de largo por cinco de ancho. Será por la colaboración de los participantes que se integren en Querétaro, que la obra crecerá. Maj aclara que no es necesario saber tejer para sumarse y dice que la actividad sirve como terapia.
“El tejido les resulta muy sanador, resulta un ritual sanador ante la impotencia de no poder hacer otra cosa, la gente teje y de algún modo es terapéutico, también es un movimiento de resistencia”, coincide Claudia.
En las redes de la Colectiva Hilos se anunciarán las actividades contempladas para Querétaro y está abierta la invitación para los que quieran sumarse a tejer.
“Estamos invitando a participar y de esta manera replicar la acción, que la gente que se involucre en Querétaro la pueda seguir tejiendo, que sigan el tejido allá y que vaya creciendo esta mancha, para visibilizar la problemática de la violencia en Querétaro”, añade Rodríguez.