Desde hace siete años la bailaora queretana, Ana Mandujano Juárez, enseña a chicos y grandes el arte del tablao en su academia de danza “Tirititrán”.

Ella misma se involucró en el mundo del flamenco cuando tenía 12 años de edad, inspirada por Pilar Montoya La Faraona, a quien vio por un canal de televisión española y de quien quedó prendada para siempre.

Su pasión por este baile creció tanto, que cruzó el mar para aprender flamenco en España, donde también estudió su carrera de diseñadora gráfica.

Desde entonces, busca fomentar el amor por el flamenco en Querétaro, aunque reconoce que es un baile aún desconocido por muchos en la entidad.

La queretana que comparte su amor por el flamenco
La queretana que comparte su amor por el flamenco

“Me encantaría decir que con la llegada de más familias a Querétaro el gusto por el flamenco va a crecer, sé que tal vez eso pase, pero a largo plazo, la realidad es que no mucha gente lo conoce o está interesada en aprenderlo aquí, por eso el trabajo de las pequeñas academias de baile, como esta, es tan importante, yo quiero enseñar la esencia del flamenco, cómo es este baile en realidad. Me esfuerzo mucho para lograr eso”.

Aunque Ana creció rodeada de un ambiente taurino, debido a que su hermano fue un reconocido novillero queretano, la bailarina confiesa que el flamenco no llegó a su vida debido a la trayectoria de su familia, sino que tuvo su propio acercamiento con esta danza a los 12 años, y no por un tablao o algún otro espectáculo en vivo, sino a través de un canal de televisión española, donde vio por primera vez a Pilar Montoya, gitana y bailaora. Desde entonces se propuso aprender el arte del flamenco y bailarlo con energía y pasión en todos los escenarios posibles.

“Todos pensarían que el flamenco llegó a mi vida por mi hermano que fue novillero, pero no fue así, yo cuando era niña vi un programa sobre flamenco y vi a Pilar Montoya, eso me impresionó muchísimo, me puse a investigar sobre él y me encantó, le dije a mi mamá que quería aprender y comencé a tomar clases de este baile”.

Años después, y ya con un buen camino recorrido en el flamenco, Ana viajó a España para estudiar Diseño Gráfico, aunque entre risas confiesa que el diseño fue sólo un pretexto para acercarse a las raíces del baile que la apasiona, y así lo hizo.

“La verdad es que lo del diseño era solo un pretexto, yo quería aprender flamenco en España, ver sus raíces, aprender cómo se baila originalmente, y mi mundo (...) se abrió muchísimo, me di cuenta que en México yo sólo había aprendido tal vez un 10% del flamenco, fue una gran experiencia, tuve grandes maestras, gente que admiraba (...), entre ellas mi maestra Eliezer Truco, quien es mi pilar”.

Volvió a Querétaro con un horizonte más amplio sobre este baile español, así pues, se propuso compartir lo aprendido a través de lecciones de danza. Durante algunos años impartió clases de flamenco en una academia de Querétaro, pero tiempo después abrió su propia escuela, donde recibe a alumnos y alumnas de todas las edades.

En “Tirititrán”, Ana Mandujano taconea todas las tardes acompañada de sus alumnas, a quienes enseña no sólo el marcaje, sino también las emociones y energías que deben transmitirse en cada pieza musical.

Cada grupo de alumnas es diverso, la más pequeña tiene seis años y ya porta con orgullo una típica falda flamenca, marca sus pequeños pasos sobre el piso de madera, a la vez que estira con gracia sus brazos mientras junta los dedos pulgar y corazón.

La queretana que comparte su amor por el flamenco
La queretana que comparte su amor por el flamenco

Mientras la pequeña danza, Ana corrige la postura de la espalda, de la pelvis, la altura de los movimientos de brazos y la apertura de las piernas; lo mismo hace con el resto de las estudiantes, sin importar la mucha o poca experiencia con la que cuentan.

“La mayoría de los alumnos viene sin conocimientos, eso me permite formarlos desde cero, llegan sin saber nada del flamenco y eso me encanta porque yo puedo ser sus primeros cimientos y comenzar a formarlos”.

Ana espera con ansias retomar el formato de tablao que hasta antes de la contingencia sanitaria por Covid-19 se realizaba en su escuela. Señala que cuando las condiciones de salubridad lo permitan, el tablao volverá a ser una de las actividades constantes.

“Me encantaría volver con el tablao, es algo que no puedes ver en todos lados, difícilmente lo vez en algún restaurante, y queremos volver a hacerlo aquí mes con mes, porque además teníamos muy buena respuesta”

“A los interesados les digo que no hay edad ni perfil para el flamenco, vengan y prueben con una clase, nunca sabemos cuándo ni dónde podemos descubrir a la próxima estrella del flamenco”, destaca.

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