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El escritor se encuentra a media luz junto a una mantis religiosa que amenaza con brincar de su contenedor. Juan Antonio Isla tiene en mesa sus dos recientes textos: Accesos Clandestinos (InteliPrix 2021) y Las pasiones de Zulema, entre el cielo y la tierra (2022). Estos son el mejor pretexto para conversar con el literato a propósito de la presentación de su última novela en el Claustro del Real Colegio de Santa Rosa de Viterbo.
Periodista, poeta, asesor gubernamental, secretario de Cultura, empresario, responsable de aquella fototeca en los años 80 que da pie al movimiento fotográfico (La Estropajera) en esa época y de donde derivaría el libro La Manera en que fuimos del fallecido historiador, investigador y crítico de foto, José Antonio Rodríguez. Isla también fue un pilar para la creación del Centro Queretano de la Imagen.
Tras enumerar sus facetas se le pregunta: ¿Qué te falta hacer, Juan Antonio?
Creo que he tenido la fortuna de vivir varias vidas, y de todas he salido más o menos bien librado. He salido vivo de experimentar todo. De ser un regular estudiante, más bien malo en la secundaria; yo no sé cómo libré la secundaria, la prepa y la facultad de derecho. Ni siquiera era facultad, era escuela de derecho. Pero yo creo que había mucha compasión de mis maestros y así la libré.
El DJ del café continúa con música que inquieta un poco al escritor, mientras la grabación sigue como testigo silencioso del anecdotario.
Estudiar derecho le permitió tejer una red amplia que le facilitó acercarse a la cultura. Isla comparte que para cuando llegó a la Secretaría de Cultura, en el sexenio de Mariano Palacios, ya estaba consolidado. “Leía desde muy pequeño autores como Goethe o Shakespeare. Siendo adolescente leí a Dostoyevski porque cayeron a mis manos esos libros. Pero por supuesto que no puedo negar dos influencias notables y determinantes. Primero en la universidad, Hugo Gutiérrez Vega como rector y luego la amistad con Paula de Allende. Fueron los personajes que me ayudaron a encausarme. La sensibilidad de Hugo, su amor por las letras, por el jazz. Eso me abrió un mundo de conocimientos y de intereses y de gustos”.
Las obras literarias de Juan Antonio Isla
Juan Antonio habla de sus publicaciones. “Mi primera novela es algo que venía rumiando desde años atrás era una historia que estaba ahí abajo en el fondo, subyacente. Fue empezando a flotar en cuanto salí del gobierno y entonces una noche me decido a empezarla y fluyó la historia hasta terminarla. Pensé que se iba a quedar en un engargolado, pero tuve la suerte que Jaime Labastida, director de la editorial Siglo XXI, la leyera. Me llamó y me dijo ‘vete a firmar el contrato. Me gustó tu novela, no pensaba publicarla, pero te soy honesto, ya la leí me gusta, y vente a firmar el contrato’”.
Para Isla fue un gran impulso el reconocimiento de la editorial y Jaime. Ello le llevó a escribir más. Las notas prohibidas de Tito Livio (2019) tiene un detonante histórico, La renuncia interminable (2020) es sobre un personaje que conoció y llevó a la ficción. El viaje o los caprichos de la memoria (2019) presenta el mismo fenómeno que la novela anterior. Agrega que “Zulema es un personaje que conocí. Ella me dio sus primeros datos y luego se escondió cuando le leí los primeros capítulos. Se fue a vivir a San Miguel Allende, y la acabo de reencontrar, le di la novela y le gustó mucho”.
Las pasiones de Zulema nace del conocimiento de la persona real. “Nos fuimos a tomar un café. Esta novela se empezó a escribir en Sanborns. Ella me platicaba y yo tomaba nota. No tenía grabadora ni teléfono, reporteando a la antigua. Me preguntó si la novela sería bibliografía, le dije no, no va a ser tu biografía, no temas, eres un personaje. Es un personaje que seguro estoy, que es mucho más importante que el de la novela. El personaje real”.
¿Qué le falta a las publicaciones que circulan de cultura en Querétaro?
—No hay. Se está reestructurando el Fondo Editorial de Querétaro, yo creo que con muy buenas ideas. Hay un planteamiento de un programa muy ambicioso, esperamos que se vaya concretando. No es fácil, se necesitan recursos, pero hay voluntad. Veo un futuro promisorio para la labor editorial en los próximos años.
¿En lo periodístico qué falta?
—Necesitamos voces más críticas, un periodismo más firme, más concientizador y menos coludido con las autoridades, menos oficial.
¿Qué encontrará el lector en Las pasiones de Zulema?
Va a encontrar, una voz, un sentimiento, sensaciones, deseos. Una pretensión un poco poética. Yo creo que más deseos que pasiones. Son las pasiones de Zulema, pero son los deseos de Juan Antonio.
El autor apura la bebida, mira el reloj y se despide. Mientras el DJ discretamente sube el volumen al ver salir al escritor.