A 30 kilómetros de la ciudad de Querétaro se ubica Presa de Bravo, una comunidad del municipio de Corregidora, en donde la asociación Bravo por el arte se ha enraizado para acercar a las generaciones más jóvenes al arte y la cultura. Por su labor, este año fue beneficiada con el programa “Libro abierto”, un proyecto que busca propiciar el encuentro entre los libros y la infancia.
“Me di cuenta de la necesidad que tenían los niños de una actividad cultural, pues no había casa de cultura ni biblioteca; apenas hace dos años abrieron la biblioteca comunitaria”, expresa Paola Méndez, fundadora de la organización, quien en el 2009 creó por cuenta propia un pequeño espacio para impartir clases de ballet a niños y jóvenes de esta localidad.
Mientras narra el trabajo que ha hecho desde hace casi una década, junto a su familia en Presa de Bravo, Paola se apoya de sus manos para describir con movimientos delicados, las dificultades y logros de la asociación. Ella es egresada de la carrera en Artes Escénicas de la Universidad Autónoma de Querétaro, donde luego de aprender diferentes técnicas de expresión corporal, optó por bajarse de los escenarios para compartir su formación con los grupos más vulnerables de la sociedad queretana.
Tras seis años de trabajo, tomó la decisión de conformarse como asociación civil en 2015, debido principalmente a la creciente población de niñas, niños y jóvenes de la comunidad, y de otras localidades circunvecinas de Querétaro y del estado de Guanajuato, que comenzaron a frecuentar sus talleres.
Con los años, al programa cultural de Bravo con el arte se incluyeron clases de regularización escolar y un taller de circo, en el que Méndez encontró una posibilidad estratégica para incentivar el desarrollo físico y psicosocial de sus alumnos, y con ello contrarrestar problemáticas como la violencia intrafamiliar, la deserción escolar y los embarazos adolescentes.
“La metodología del circo social se enfoca más en los procesos que en el resultado. Trabaja muy de cerca con la toma de decisiones de la persona, buscando su autonomía y el fortalecimiento del autoestima y la autoconfianza”, asevera la facilitadora.
Actualmente 112 niños y jóvenes de todas las edades asisten con gran interés al centro, donde en un espacio de 9 x 9 metros han podido completar su formación académica con la experiencia estética.
Paola confiesa que en el camino ha tenido que aprender a realizar diferentes actividades dentro de la gestión cultural, pues las necesidades de sus alumnos y del espacio son muchas. Por ello este año decidió inscribir a la asociación en la convocatoria “Libro abierto”, un programa creado por Ibby México y librerías Gandhi, que busca promover la lectura como herramienta de transformación entre la población infantil que vive en contextos marginales.
“La comunidad no se acerca mucho a los libros porque cree que es difícil leer. El resto está en hacerles ver que puede ser divertido”, dice y celebra que tras ser seleccionados, recibieron un acervo de 198 libros con los que inauguraron una modesta biblioteca comunitaria. Además ella fue capacitada por Ibby México para fungir como facilitadora, pues otro de los objetivos de esta iniciativa es elevar tanto los índices de lectura, como el goce por esta actividad.
“La idea es apasionarlos por la lectura; que vean que esta puede ser divertida y gozosa, y a través de la imaginación visualicen otras posibilidades de vida en su comunidad”, explica Méndez en cuanto a la relevancia de esta práctica para el desarrollo social, que asegura, suma positivamente a la formación integral de sus alumnos.
bft