A cierta edad es difícil conseguir becas. Empecé a escribir tarde, a los 35. Cuando rebasas ese límite ya no eres para las instituciones culturales un escritor joven. Y en la literatura ser joven no tiene nada que ver con tu experiencia como escritor. Hay gente menor de 35 con una obra sólida y premiada. Hay gente mayor de 35 a quien apenas se le descubren las inquietudes literarias. Si nos ponemos un poco místicos cada quien lleva su camino y uno escribe lo que le toca escribir en el momento adecuado. Por eso agradezco a la dirección del Festival de Escritores de San Miguel de Allende, dirigido por Armida Zepeda, y al coordinador de becas Coatl S., por la labor de becar a personas que no importando su edad, pero sí su compromiso e interés por escribir, puedan acudir a este festival que cumple 14 años de existencia.
Y ahí estábamos los becarios en el césped del hotel sede del evento, comentando sobre las conferencias, los libros, y sobre nuestra precariedad pero infinitas ganas de consolidar una obra como la de los conferencistas y talleristas invitados. Y es que los ponentes son escritores, editores y agentes literarios de primera línea. Este año fueron invitadas Cristina Rivera Garza, Cristina Rascón, Verónica Flores y Martín Solares, José Eugenio Sánchez, Antonio Marts, entre otros.
A comparación de un festival más rimbombante como es el Hay Festival que se celebra en Querétaro, y que gran parte de su oferta también se basa en invitar a escritores de primer nivel, el Festival de San Miguel es privado, pequeño, pero mucho más formativo que el primero por lo siguiente:
1) Hay dos tipos de talleres: los de 90 minutos llamados workshops; y los de tres horas, que son intensivos. En ambos casos se aprenden herramientas literarias o aspectos de marketing y publicación.
2) Otorga becas a escritores principiantes o emergentes.
3) Cuenta con un concurso nacional en español de narrativa y poesía, otro internacional de narrativa. Los ganadores acuden al festival con una beca del 100%.
Y aquí es cuando me pregunto ¿por qué en Querétaro no tenemos un festival o concurso literario de esta naturaleza y por qué no tenemos una feria internacional del libro decente orientada a lo literario y no a lo comercial? Lo más parecido es el Hay Festival, el cual es pagado con dinero público y que nos sale muy caro a los queretanos, para que no deje escuela ni formación en la comunidad. El concurso municipal de cuento Ignacio Padilla fue convocado solamente en dos ediciones, quedando en el olvido. Ni hablar de un concurso de poesía o de crónica, cuando hay tantas cosas qué decir y qué contar en una ciudad que crece como dragón asiático. Y no es que los escritores necesiten premios o becas para escribir, pero ah, cuánto ayuda tener un ingreso seguro y no andar trabajando como mesero en un bar o con un sueldo miserable como maestro por honorarios en la UAQ. Vuelvo a mi punto. Un escritor de verdad escribe siempre con o sin beca, con o sin premios.
Es bien sabido que las charlas más interesantes y los aprendizajes más perdurables surgen en la intimidad de un taller, o en la plática de sobremesa con un autor. ¿Por qué no invitar a los ponentes del Hay Festival a dar talleres gratuitos aprovechando que ya están aquí? ¿Te imaginas el mundo en una sesión de poesía, literatura beat, o songwriting con Patti Smith?
El Festival de San Miguel de Allende está orientado a la comunidad anglosajona, de edad mayor, que vive y visita esa ciudad, pero es un festival incluyente en el que el español y la cultura mexicana se promueven por personas extranjeras que aman nuestro país más de lo que los propios mexicanos lo hacemos, y que apoyan a los futuros creadores más de lo que nuestros funcionarios mexas lo hacen.
Es importante estimular la creación literaria en la ciudad de Querétaro, porque la literatura dejará un testimonio de esta época. Y si bien a nadie se le pide que escriba, es necesario que las personas que hayan elegido ese camino tengan opciones para formarse aquí mismo. El Seminario de Creación Literaria fundado por LEGOM y Luis Alberto Arellano, y hoy administrado por Oliver Herring, otorga talleres de calidad y que son gratuitos. De manera similar, el Fondo Editorial de la UAQ coordinado por Federico de la Vega lo hace. Si hubiera más presupuesto a lo formativo y no tanto a lo mediático, la literatura queretana sería más difundida y más potente de lo que ya es. Es en el taller donde los escritores nacen, se hacen o abandonan el barco al no soportar la crítica o la quincena. Larga vida al Festival de Escritores de San Mike.