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En 2022, la editorial independiente Herring Publisher publicó la segunda edición de Narcisa, una obra de María Yolanda García que fue presentada durante las “Lecturas Subversivas”, organizadas por la Coordinación de Publicaciones de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).
Se trata de un ensayo literario, ilustrado por Adriana del Castillo, en el que se abordan temas como la tecnología, la soledad y la violencia que vive el país. Y es producto de la tesis doctoral de la autora, “todo lo que no cupo en ese documento está aquí”, explicó María Yolanda.
¿Cómo es Narcisa?
Narcisa bien podría leerse de manera lineal o como sucede con el hipertexto, saltar de un apartado a otro, sólo guiándose con el título, que además tiene una relación directa con el concepto que se desarrolla o se aborda enseguida. Es decir, no es un texto casual, sus palabras, sus párrafos no son inocentes, tienen propósito, lo cual muestra también la escritura creativa y pulcra de su autora.
Es un texto creativo e innovador para poner en el mismo hilo argumentativo las experiencias cotidianas con la tecnología, la inmersión en ésta, sin perder de vista los crudos escenarios de violencia que sufre el país y una reflexión teórica sobre la sociedad red. Entonces, es un texto argumentativo, pero también narrativo, crítico y político.
En Narcisa, cualquiera puede identificarse, si se es de las personas que han perdido el sueño, las tardes, las noches, los días frente al teléfono celular. Es un libro para todas las personas, en estos tiempos en los que las redes sociales, Internet y la tecnología están insertas en cada dimensión de nuestra vida cotidiana.
Es también una invitación a diagnosticar o autodiagnosticarse con lo que María Yolanda define como “la autointoxicación de data”. Aquí se ve descrito cómo “nos miramos ante un espejo negro”, ¿y cuál es ese espejo negro?
La autora habla sobre acciones naturales, biológicas y mentales relacionadas con la tecnología. Algo muy propio de la web 4.0 cuando indica que, cada vez más, las fronteras entre cuerpo y tecnología se difuminan.
Ella usa expresiones como: “el inconsciente es numérico” o “respira desde el hipertexto”; incluso, en estos juegos de palabras, la autora muestra también un ensayo articulado en conceptos y reflexiones teóricas sobre la tecnología.
“Entregarnos a los algoritmos”
Pero en la descripción, el relato y la argumentación hay un posicionamiento crítico.
La tecnología no es neutral, en las dinámicas de Internet opera el control y la vigilancia porque en el hecho de “entregarnos a los algoritmos, en la facilidad de conocer a través de Internet”, se ofrece a desconocidos la información necesaria para perder la privacidad y la seguridad.
Narcisa también es una ruta extraordinaria para acercarse a la literatura, a algunos tintes históricos del proceso de construcción social de la tecnología. En las primeras páginas se halla un apartado introductorio que sitúa a las, les y los lectores en el contexto de la cultura digital y más adelante, incluso, se encuentra una comparativa de las prácticas cotidianas frente a la televisión.
Para las personas interesadas en la cultura digital y el estudio social, comunicativo y cultural de la tecnología, encuentran en Narcisa a personajes como el filósofo surcoreano Byung-Chul Han y Jeff Bezos, el fundador de Amazon. Dos figuras relevantes para pensar las dinámicas sociales y económicas de la sociedad web y de la posmodernidad.
También, María Yolanda alude al tiempo de Internet: el presente breve en el que aparecen las realidades mexicanas de violencia, feminicidios y de desaparecidos. La autora habla de los temores, aunque son más que los miedos de la modernidad líquida de Bauman, son temores convertidos en cifras y realidades de desesperanza, pero que en el contexto de Internet y de las redes sociales nos hacen ver como propio el dolor ajeno.
Narcisa es un ensayo que pone en evidencia cómo somos datos y cómo las redes sociales son espejos construidos a partir de data, pero que no son necesariamente rostros o personas falsas o ficticias; es a partir de esa construcción individual que también se da forma al mundo porque, al conectarse a Internet, “abonamos al ordenamiento del mundo”.