En el Centro Queretano de la Imagen se inauguró Naufragios, exposición de Jerónimo Palomares, en donde, a través de la foto y la videografía, comparte la historia de los habitantes de Moroncarit, Sonora, una historia de recuerdos, olvidos y naufragios.

“El lenguaje visual es en apariencia sobrio: hombres de pie con redes de pescar, otros con el rostro semicubierto por sus propias manos, algunos abatidos en su habitación o al exterior de su casa y algunos portan restos óseos de tiburones que parecen figurar el vínculo con la naturaleza, su fuerza real y simbolizada, tanto de ella como de los propios pescadores. Aparecen mujeres con retratos de ausentes. Una pareja octogenaria que navega al interior de su casa. El mar severo, erguidas garzas, embarcaciones desgastadas, casas penetradas por el salitre, la arena de la playa que anticipa el ingreso al desierto, son algunos de los paisajes que complementan la estética del autor”, se lee en el texto de sala de Naufragios, escrito por Alberto Torrentera.

La obra de Jerónimo, detalla Torrentera, “consigue penetrar en los mundos interiores de los pobladores. En primer lugar, con su presencia ante el espectador, su mirada y rodeados de sus enseres de trabajo, sus pertenencias personales, sus paisajes cotidianos. A través de ello, ese mundo contiene fortaleza y congoja, los ecos de la ausencia / presencia de los mayores muertos, la soledad y el arrojo.

Y lo consigue con las bitácoras intervenidas en donde los testimonios autógrafos de los pescadores acompañan las fotografías en cianotipia que en azul dialogan entre autor y pobladores, cuyos testimonios se desdoblan en contenidos audiovisuales”.

A Moroncarit, Jerónimo llegó dando continuidad a un proyecto que se centra en la ausencia y la memoria, en relación a la paradoja del padre ausente. En 2018, Palomares presentó en Querétaro, en Galería Libertad, el comienzo de esa investigación. Y en 2022, en el Museo de la Ciudad expuso Caudillo, un proyecto sobre la imagen de Álvaro Obregón, “el caudillo como el ‘padre’ que va a resolver los problemas de una población, pero que posteriormente se vuelve un dictador”.

Cuando realizó la investigación de Caudillo, visitó Moroncarit, porque es pueblo que tiene relación histórica con el caudillo Álvaro Obregón, quien ejerció como docente ahí.

“En el pueblo me encontré con abuelos que sus abuelos fueron combatientes de la Revolución y nunca regresaron. Entonces en ese pueblo encuentro la ausencia paterna, característica de mi obra, es un pueblo donde estos señores nacen con la ausencia, y además algunas personas comienzan a perder los recuerdos, es decir la memoria, a eso yo le empiezo a llamar naufragios emocionales, es una pérdida de memoria, como una forma de naufragar en el tiempo; encontré a varios ancianos así, entre ellos los sobrinos nietos de Álvaro Obregón, y otros hombres que también han naufragado en el mar”, relató Jerónimo en una entrevista previa con EL UNIVERSAL Querétaro.

En Naufragios, Palomares “consigue que el espectador, abierto a la obra y por ella convertido en contemplador, viva esa experiencia ajena y se interrogue por la propia: sus naufragios, las ausencias y presencias que lo signan, los utensilios de su quehacer cotidiano, su relación con la naturaleza, el tiempo, la memoria y la finitud”, añade Alberto Torrentera.

La exposición permanecerá hasta el 1 de septiembre en el Centro Queretano de la Imagen.

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