Las actividades en la Casa del Jubilado y el Pensionado del estado de Querétaro se reanudan. Los adultos mayores se reincorporan a sus talleres. “Estamos por ustedes”, dice Eva Maldonado Santoyo, administradora de este sitio, a los adultos mayores que acuden luego de poco más de dos años de permanecer aislados.
Los talleres comienzan desde temprana hora. Musicoterapia fue de los primeros; este taller lo imparte la maestra Rosaura Sánchez y son seis mujeres mayores quienes lo toman.
Desde la calle, a través de ventanas abiertas, se escuchan las notas musicales de algunas cumbias. Dentro de un salón, contiguo a la calle, Rosaura imparte dicho taller.
Rosaura señala que dos años antes de la pandemia ya impartía el taller. Apunta que la reacción de sus alumnas al regresar fue de alegría, ya tenían ganas de volver a las actividades dentro del recinto. “Están súper contentas, felices de regresar a hacer ejercicio en grupo”, dijo.
Lidia María Morales Morales acude al taller de musicoterapia. Coincide en que se sintieron muy a gusto en regresar, ella era usuaria de la Casa del Jubilado desde antes de la pandemia.
“Tenemos dos años de descanso. Qué bueno que ya se abrió. Qué bueno que ya nos podemos volver a integrar a las actividades, pues nos sirven, nos hacen falta”, afirma.
Recuerda que cuando les dijeron que la casa cerraría por la emergencia sanitaria les dio mucha nostalgia porque ya no iban a poder acudir, pero era necesario para proteger su propia salud y su vida.
La mujer vivió el confinamiento acompañada de su hijo y su nieto, a diferencia de otras personas mayores, que lo pasaron en solitario.
Es el caso de Laura Pichardo, quien acude al taller de vitromosaico. Elabora un cuadro de un gato, mascota de su nieto.
Apunta que en un principio le dio temor trabajar con el vidrio, pero con la ayuda de su maestra y la enseñanza de técnicas para cortarlo perdió el temor y ahora la hace con más seguridad.
Originaria de la Ciudad de México, pero avecindada en Querétaro desde hace más de 12 años, Laura narra que el confinamiento lo pasó sola en su casa. Su familia radica aún en la capital del país.
Indica que durante el tiempo de confinamiento no dejó este trabajo, pues pedía asesoramiento vía telefónica.
Dice que en mayo de 2020 enfermó, aunque en su momento no supo que era Covid-19.
Acudió al ISSSTE, donde le dieron medicamentos que le ayudaron a que en una semana su salud mejorara.
Relata que en diciembre de ese mismo año su hija y su familia se enfermaron de Covid. Ante eso, Laura se hizo la prueba y salió negativa, a pesar de que había convivido con ellos. Después se hizo una prueba más, una de anticuerpos, y en esta ocasión arrojó ser positiva.
Dice que sólo se sentía sin fuerzas, como si fuera a desmayarse, pero sin mayores complicaciones. Ante esta situación dijo Laura que su hija quería acompañarla, pero le pidió que no, pues tendría que viajar en autobús y esa época el temor a los contagios era mayor, y aun más en el transporte público.
Sin embargo, en esos días tuvo el apoyo de sus vecinos, quienes le llevaban alimentos y la procuraban.
Ahora, con el regreso a la Casa del Jubilado, dice que siente mucha alegría, “no hay nada como la convivencia y el ambiente que tenemos aquí. A mí ya me urgía que regresáramos a clases. De verdad que a mí me afectó mucho estar sola y vivir todo esto de la pandemia”.
Eva Hernández espera conocer los horarios de los talleres. Busca el de tai-chi. Su actitud es alegre, le da gusto reencontrar a sus compañeros. Añade que sentía tristeza cuando pasaba frente al inmueble y permanecía cerrado.
“Estoy muy contenta de regresar”, subraya.
El personal de este hogar da la bienvenida a los mayores con una pequeña ceremonia y una reflexión en el patio.
Interrumpen por unos minutos las actividades del taller de vitromosaico. Todos salen al patio para escuchar las palabras de bienvenida, luego de más de dos años sin actividades. Luego de dos años de encierro, de temor, de soledad.
“La idea es tener un nuevo comienzo. Esto va a funcionar si tenemos un equipo de trabajo. Gracias por confiar, por llegar, por disfrutar, que hacen uso de este espacio que es para ustedes. Disfruten este espacio, es para ustedes”, les dicen.
Mientras, Rosaura dirige una pequeña meditación y actividad física de los mayores. Hacen un semicírculo en el patio. Escuchan las reflexiones mientras cierran los ojos. Escuchan la reflexión sobre la vida, lo valiosa que se ha vuelto en los últimos 730 días.
Luego, el regreso al aula donde se imparte el taller. Mientras los mayores trabajan en sus proyectos, comentan, se ponen al tanto de las noticias de los conocidos. Poco se habla de quien saben que murieron. Hablan de la vida, de lo que viene.
“La vida es vivir el día, luego el otro, a ver qué onda… somos de la tercerona, pero bien contentos”, dice Eva Hernández, mientras por la puerta de la Casa del Jubilado entran de manera constante adultos mayores, quienes van a solicitar información de las actividades que ahí se llevan a cabo.