El panorama de la novela negra en México es luminoso, pues ya es un género respetable y muy leído, afirma el escritor Élmer Mendoza, uno de los exponentes más representativos de este género y de la llamada narcoliteratura.
“Hemos logrado convertir el género en un género respetable, muy leído. Todos los ataques que le hicieron a Paco Ignacio Taibo II con sus primeras novelas los hemos revertido con muchas novelas y muchos autores escribiendo novelas, demostrarles que no estaba equivocado, que él dio la cara y la sigue dando por muchísimos de nosotros.
Hoy por hoy es uno de los géneros más firmes en la representación de la literatura mexicana en el mundo. Es el género más traducido en el mundo. Los autores de novela negra estamos traducidos a más lenguas que cualquiera de los otros. Eso es para bien”.
Mendoza dio el salto a la literatura desde la ingeniería hace muchos años, pues a lo largo de su vida tuvo varias etapas en las que quería ser distintas cosas. Sin embargo, como ingeniero era lector ávido y le gustaba escribir. Tomó la decisión extrema de comenzar a escribir, lo cual, dice, fue complicado. Los novelistas, a diferencia de los poetas, no necesitan tanto la inspiración. Trabajan por proyectos, sobre ideas, imaginación.
“Cuando empiezas a desarrollar algo que has imaginado, resulta que a las tres o cuatro líneas ya se enriqueció, es muy variable. Entonces lo que fue necesario hacer mucho trabajo de desperdicio, como un entrenamiento muy largo, de 18 años, para conseguir tener claridad sobre lo que quería ser”, asevera.
Mendoza es uno de los autores más representativos de la narcoliteratura. Señala que está sorprendido de las diferentes visiones que existen de este delito y su acercamiento a las artes, como el cine, la literatura, la música y en los últimos años, la series de televisión que tocan el tema del tráfico de drogas.
“Hemos hecho una literatura con novelas que tengan un poder estético también, no es nada más contar mi historia. Es que tenga una serie de elementos, el cuidado de los procesos narrativos, las dinámicas internas de los procesos narrativos, el lenguaje, la intensidad de la historia”, abunda.
Hacer novela negra, sin caer en la apología de la violencia, indica que es complicado, pues los novelistas son cazadores de momentos y de percepciones, cuando pasan hechos violentos o que conmueven a la sociedad. “Todo eso es material para hacer una novela”.