La más reciente puesta en escena de Ernesto Galán es descrita por el mismo autor como una nueva adaptación de tres personajes de William Shakespeare, “muy jotona, disidente, muy rara y con mucho glitter”. Se llama Los Invencibles y con la producción de Miscelánea Teatro tendrán funciones los miércoles y viernes de marzo a las 20:00 horas, en Galería Libertad.

Titus Andrónico, Otelo y Macbeth son los tres personajes que Ernesto ha retomado para crear un diálogo que toma como hebra las masculinidades tóxicas, para abordar temas universales que han traspasado al hombre, como la muerte, la soledad y el fracaso, temas recurrentes en la poética teatral del mismo Ernesto.

“La muerte, la soledad y el fracaso desde los hombres, cómo la tramitan, cómo operamos viendo la muerte, cómo trabajamos desde la soledad, cómo convivimos con el fracaso y la frustración en nuestros cuerpos, en nuestros espacios, en los territorios, porque para el hombre, los cuerpos y los espacios y el territorio sólo funcionan como elementos de conquista”, explica.

“La mayoría de los hombres estamos creados para no sentir”, dice Ernesto, y argumenta que un hombre heterosexual se ha convertido en la “construcción de aquel que sólo mira y respira, parece que no habita, parecen máquinas, metales que no sienten nada, pero sí terminan sintiendo y mucho dolor, y terminan acercándose a la muerte, porque la mayoría de los hombres en este país mueren por paros cardiacos”.

En Los Invencibles, Otelo, Titus y Macbeth se niegan a ser nuevamente adaptados por otro autore, en este caso parte de la disidencia LGTBIQ+, porque no quieren perder el ejercicio de su masculinidad y el ejercicio de su masculinidad se concentra a través de las políticas anales, “porque para el hombre, el ano es un lugar que no se puede perder, porque si se pierde se pierde todo privilegio y se sospecha de traidor, y se traiciona el pacto entre los hombres”, explica.

Los tres personajes son arquetipos masculinos, hombres de guerra, grandes reyes, pero todos “terminan en muerte, en dolor, en ejercicios donde no pueden operar sus sentimientos, o no saben cómo operar el poder, porque lo único que se les ha dicho es que son hombres y los hombres diseñan el mundo y los hombres crean el mundo y el mundo es efectivamente de los hombres”.

“A primera vista la obra parece un espectáculo sobre nuevas masculinidades, sobre las masculinidades tóxicas, pero los temas universales están ahí y el ejercicio de conversar sobre la urgencia de la masculinidad resulta un pretexto para conversar de cosas más profundas, sobre los ejercicios del necropoder, biopoder, de la biopolítica, de las necromasculinidades que reflexionan sobre el hecho de que el hombre es víctima del hombre, que el bro es víctima del bro, la figura del hombre se esquematiza como un arquetipo desde el género, donde se convierte en un negocio, donde el cuerpo del hombre también consume, pero también se consumen entre ellos mismos”, añade.

La propuesta de Ernesto está encaminada a crear un vínculo con el público, para que no se queden sólo como espectadores, sino que vivan la experiencia como un ejercicio de reflexión y diálogo.

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