“El desierto es un ser vivo, un ente que va a tomar cualquier flaqueza que tengas para terminar contigo”. Esa es la definición de Alberto Ortega, integrante de Águilas del desierto, una organización de búsqueda y rescate de migrantes extraviados en el cruce de la frontera norte. “Un trabajo que nadie hace”, dice. Alberto también emigró sin papeles, en un tiempo donde era más “fácil”. Aunque refiere que dejar a la familia, “nunca es fácil”.

Querétaro es una entidad de migrantes, la problemática es más visible en la Sierra Gorda. Al preguntar a Alberto si tienen datos en Águilas del desierto de rescates de queretanos, intenta hacer memoria, pero responde que no puede dar información certera, son tantas personas, hombres y mujeres, de distintos orígenes que han localizado.

“Desde 2012 llevamos un conteo de 925 personas que se han rescatado, eso incluye las personas que han rescatado también la patrulla fronteriza; y el conteo de los cuerpos recuperados, desde 2012, van como 170”, detalla.

¿Qué mensaje le pueden dar a los queretanos que quieren emigrar, sobre todo a los más jóvenes? “Mi mensaje es: Piensen muy bien, no se dejen llevar por las historias que escuchan de que alguien llegó y tiene mucho dinero, si van a emigrar que sea porque de verdad tienen que hacerlo, yo les recomendaría que se queden con sus familias, que no arriesguen su vida, no tomen la decisión de alejarse de sus hijos, de sus mamás, cualquier familia que tengan en sus comunidades. Al final es una decisión personal, ellos deciden si se van o no”.

A quienes deciden irse, la recomendación que brinda Alberto se centra en prepararse bien. Hay que estar en buena condición física para soportar el viaje a través del desierto, y si hay una condición de salud preexistente, lo mejor es no intentarlo. “Si ya no hay otra opción para ellos, asegurar un teléfono celular inteligente, y que esté encendido el servicio de localización, que le dejen saber a sus familiares cuándo van a cruzar, por dónde van a cruzar”.

Emigrar es una decisión personal, reitera Alberto, “pero también es muy difícil, porque estás dejando todo atrás, entonces, ¿vale la pena dejar todo atrás? Recomendaría a la gente que piense, que entienda que cruzar el desierto no es nada fácil. En las últimas búsquedas, estamos hablando que hay una temperatura de 49 grados centígrados, imaginen caminar por varios días en el desierto a esa temperatura, para mí las probabilidades de cruzarlo en esa temperatura son muy bajas”.

Documentan compleja labor

Por invitación del Hay Festival es que Alberto llegó a Querétaro, donde se presentó un documental de la BBC Mundo que muestra el complejo trabajo de Águilas del desierto.

Alberto es originario de Morelia, Michoacán, y comparte que él, al igual que muchos mexicanos, cruzó la frontera sin documentos. Tras regularizar su situación en Estados Unidos, se unió a Águilas del desierto.

En el documental se muestra cómo realizan una búsqueda. Cuando encuentran pertenencias de migrantes, gritan: “Somos Águilas del desierto. ¿Necesitan agua? ¿Necesitan ayuda?”. Y el grito es para que los migrantes los reconozcan.

Para entrar y salir del desierto hay que estar preparados para todo tipo de peligros, “hay muchos animales, pumas, coyotes, víboras de cascabel por todas partes, escorpiones, animales que están esperando a que caigas para alimentarse, el calor también busca tus puntos débiles, toda vegetación tiene espinas, hay algunas se llaman chollas saltarinas, es una planta que tiene unas espinas grandísimas, cuando pasas por la planta se te pegan, si tú pisas una espina entra en las botas como si fueran de papel, son tan filosas, tienen un gancho en la punta y una vez que entran en la piel es súper doloroso, cuando las estás jalando va desgarrando la piel por dentro, tienes que tener mucho cuidado con ellas, en el desierto todo es peligroso”.

Si hay personas que cruzan el desierto varias veces sin problemas, y otras que en su primer intento no logran salir. ¿El desierto es destino?

“Es una pregunta que me he hecho muchas veces, y no sé, me gustaría encontrar la respuesta. No entiendo por qué algunas personas lo logran, y otras no, obviamente hay gente que no se prepara, que nunca ha estado en un área desértica, no sabe los peligros. Es triste ver zapatos abandonados en el desierto, porque se les destrozaron, y son zapatos de vestir, es increíble que alguien intente cruzar el desierto con ese tipo de calzado, la gente no tiene ni la menor idea a lo que se está enfrentando, no sé si los que sobrevivan son los que están un poco mejor preparados, ya sea consciente e inconscientemente. Obviamente hay problemas de salud, diabetes, presión arterial alta, y aún sabiendo eso se arriesgan, muchos de los reportes que tenemos es de gente que se convulsionó, tuvieron un paro cardiaco, dejaron de respirar. ¿Fue eso causado por el calor extremo, o por una enfermedad preexistente? La verdad no sé si sea el destino, me gustaría saber”.

De su experiencia con Águilas del desierto, Alberto guardaba fotografías y escribió vivencias. Pero el material se quedó en una computadora y no logró rescatarlo. Ahora tendrá que empezar de nuevo.

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