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Para llegar a la Biblioteca Infantil del Museo de la Ciudad se debe ingresar por una buena parte del recinto, lo que es ya en sí una experiencia interesante. Dentro de la biblioteca los menores pueden encontrar libros para cualquier gusto, que los transportarán a mundos imaginarios.
Lamentablemente, dice Alicia Fernanda de la Luz Pérez, quien funge como bibliotecaria del lugar, no son muchos los chicos que acuden. “Sólo cuando hay talleres o cursos hay más niños”. Al día a veces sólo reciben a dos niños.
La joven, egresada de la carrera de psicología, termina de acomodar los libros en los estantes. Apenas unos días atrás la biblioteca estuvo llena de niños que acudieron al curso de verano y a los diferentes talleres que se impartieron durante las semanas de vacaciones de verano.
Explica que la biblioteca ofrece el préstamo de libros y la consulta en las mismas instalaciones y que los talleres fueron de barro, experimentación pictográfica, estimulación temprana mediante sonidos y música. También hubo uno de pintura para adolescentes. Los viernes, adelanta, habrá un taller de autoestima, así como piano y canto.
La población que acude a la biblioteca, dice, es muy diversa. Algunos acuden sólo a los talleres, otros a préstamos de libros, “como no ofrecemos un sólo servicio, las necesidades son diversas… el 25% viene a leer, el resto acude a talleres”.
En este espacio, explica Alicia, no se tiene nada digital. Todos son libros físicos, a la vieja escuela: papel y tinta. No cuenta con medios digitales, como tabletas y otro tipo de dispositivos, pues de lo que se trata es de promover entre los niños la lectura. “El único servicio que ofrece es presencial”.
La biblioteca recibe a los visitantes con un foro para puestas en escena u otras actividades que requieran un escenario. Subiendo unas escaleras se encuentra el área de gradas. En la parte de atrás de las mismas, hay más libros.
En la siguiente sala se encuentra la mayoría del acervo, que está colocada en estantes de madera que no superan el metro y medio de altura, para que todos los libros estén al alcance de los chicos.
Rematan la decoración un sillón de dimensiones colosales, y carrito artesanal, de madera, en cuya área de carga se encuentran más libros. Unas escaleras de caracol llevan a un entrepiso donde hay más libros y revistas.
Apunta que hay varias bibliotecas de carácter meramente infantil, muchas de las cuales están en el primer cuadro de la ciudad, aunque otras están ubicadas en las delegaciones municipales.
Añade que la mayoría de los usuarios son los que viven en la zona. Otros niños vienen de colonias de la periferia. “Nuestra población de usuarios es principalmente del centro”. De hecho, dice, algunos talleres que se dieron hace unos meses fueron en escuelas del centro.
Sin embargo, comenta que son muy pocos los niños que acuden a la biblioteca, a menos que haya cursos o eventos. Apenas al día llegan a acudir dos niños. “Yo creo que se debe a que la lectura no está tan fomentada hoy en día. No es una prioridad leer por hobbie. Los papás están enfocados en talleres o actividades como natación, karate, taekwondo. Toda esa parte de actividad física es muy promocionada. Tenemos deportivos, albercas, pero bibliotecas casi no. Lees porque te lo dejan de tarea, pero si no pocos niños y pocos papás fomentan este hábito”.
Añade que esta situación es triste, pero considera que las nuevas generaciones se van adaptando a otras necesidades. Antes, como no había tantas facilidades para ir a otras actividades, lo que tenían era libros, pero actualmente se tienen otras tecnologías, las escuelas ofrecen otras actividades extra clases, y no sólo el hábito de la lectura.
“La lectura no es una necesidad actual. Siri te lee el libro. Están los audiolibros. Ya no se necesita saber leer. Lo lee el dispositivo. Es triste, pero hay más opciones”, abunda.
“Si no saben leer, no saben hablar y si no saben hablar no se saben comunicar y si no te comunicas no eres un individuo productivo intra e inter. Las muletillas al hablar son ejemplo, su léxico es reducido. La lectura abre tu léxico, abre tu panorama. Eso se los digo a los niños y a los papás”, precisa.
Por su parte, el director del Museo de la Ciudad, Gabriel Hörner García, dice que la Biblioteca Infantil fue un proyecto que surgió hace unos 18 años, muy al principio de museo, que tiene 22 años.
“Normalmente todos los museos tienen un Departamento de Servicios Educativos que es el que vincula a la población escolar, infantil, con las actividades del museo. A nosotros nos pareció más interesante hacer algo exclusivo para los niños, algo que había muy poco en el estado, porque además había muy pocas bibliotecas de vocación exclusivamente infantil.
A través de la biblioteca vinculamos al público con las otras actividades del museo y también funciona como un organismo autónomo. Tiene sus propias actividades, a través de los talleres, los cursos de verano y las distintas actividades que se realizan vinculamos a los niños con otras cosas que suceden en el museo”.
La idea, puntualiza, es fomentar la creatividad en los niños, pues lo que menos interesa es el consumo pasivo de arte y cultura. Es la mejor oportunidad de estimular la creatividad de los niños. “Ya de adultos estamos perdidos”.