Capítulo 3
Voz narrativa: Alma.
“La decisión de ponerme a escribir, tiene que ver con mi elección de poder. Empecé a escribir porque quería dominar”, leí en el segundo capítulo de Monógamo de Arnon Grunberg y entonces entendí porque Elisa existe, porque Elisa es lo que escribo y todas mis demás actividades están al servicio del ser escritor. Sin Elisa definitivamente no tendría material suficiente para mis entregas y mis libros. Con Elisa tengo poder y sin ella, Juan Carlos Albarrán no se habría fijado en mí.
Todo tiene un precio, como escritor lo sé y como mujer lo entiendo, el mío fue pagar con sueño toda la creatividad y la buena racha que he tenido gracias a Elisa. Desde que ella llegó y decidió quedarse, no dormimos, necesitamos Quetiapina para poder conciliar el sueño.
¿Cuántos miligramos de más para descansar?, ¿cuántos kilos de menos para desaparecer?
Elisa elaboró un cuestionario para resolver las dudas que existen alrededor de nosotros tres. Acepté responderlo para poder hacer una escaleta y así crear la novela que me lleve a la fama que ella tanto desea. Los psicólogos han sido de gran ayuda, claro que Elisa es quien se cita con ellos, yo no podría utilizar nuestro trastorno para obtener información que nos guíe hacia un arrebato que logre sentarme por horas a escribir algo que valga la pena, pero ella no tiene escrúpulos, es cínica y no le interesa fabricar dramas para lograrlo. Así que después de un tiempo en terapia, escribió dicho cuestionario. Me pidió que respondiera, como un ejercicio para enfrentar la página en blanco:
1.- ¿Quién es Juan Carlos Albarrán?
2.- ¿Qué relación tiene con Elisa?
3.- ¿Quién es Alma?
4.- ¿Elisa y yo tenemos la misma edad?
5.- ¿Quién es Fátima?
6.- ¿Qué es oxitocina?
7.- ¿Qué es quitina?
8.- ¿Juan Carlos Albarrán nos corresponde?
9.- ¿A quién de las dos prefiere?
10.- ¿Cómo consigue manejar la situación?
Para poder hablar de quién es Juan Carlos Albarrán hoy, debo contarles quién fue Juan Carlos Albarrán de niño. El primer trabajo que tuvo fue a los 12 años, en una imprenta en la que también trabajó Arnoldo, uno de sus primos mayores. Juan Carlos veía que cada año Arnoldo vendía tarjetas de Navidad personalizadas y que le pagaban bien por ello, además no parecía tan difícil. Entonces se animó a pedirle que lo dejara trabajar en la imprenta, después de algunas pláticas y persuasiones, los padres de Juan Carlos Albarrán le permitieron entrar a trabajar en la imprenta firmando un permiso que la misma empresa le dio a Juan Carlos unos días antes. Su papá le compró entonces un traje, una corbata y un maletín. Y le dio instrucciones de cómo y a qué rumbos se tenía que dirigir para ofrecer las tarjetas. Previamente el Sr. Albarrán ya les había hablado a sus vecinos y amigos para pedirles que le compraran tarjetas a su hijo. Ese año fue el mejor vendedor de la imprenta.
>> Buenos días Señora, soy Juan Carlos Albarrán ¿Me permite mostrarle el catálogo de tarjetas de Navidad que tenemos para personalizar este año? Seguramente alguna será de su agrado y con gusto elaboraremos las que usted necesite >>
El pequeño Juan Carlos de traje y corbata, sin saberlo, le dio justo en el subliminal de la mercadotecnia, era adorable y no había manera de resistirse. Pero, ¿estaba el consciente de lo que eso significaba?, ¿por qué un niño de esa edad querría trabajar en vacaciones? Dinero podría ser la primera opción, pero no. Antes de ir por el dinero, iba por el poder. Y precisamente por eso, era importante contar esta historia, porque entonces, aquel niño entendió que obtener el SÍ, era una posibilidad para los demás, pero para él, era un hecho.
A través de su dedicación, su carisma y encanto, características que en un niño de esa edad podrían parecer tiernas, logró resaltar en cada uno de sus trabajos. La imprenta fue solo el principio. Ahora, potencialicemos estas características que con el tiempo y la experiencia trajeron consigo vigor, pasión, disciplina, visión y galantería. Aquel niño de traje que resultaba encantador ahora era un hombre irresistible y adictivo.
Lo anterior responde la primera pregunta. Y sobre la relación entre ella y Juan Carlos, solo puedo decir que no existe una conexión más genuina que la de ambos. Es tan grande que a veces siento que no existo ya, su olor ha logrado adueñarse de todos los pliegues y cavidades de mi cuerpo, se han transformado en el aroma natural de mi piel, los transpiro. Ustedes seguro piensan que lo que los une es algo pasional, carne y sudor. Ojalá fuera así, entonces no tendríamos que sufrir tanto, porque sufrir no es opcional para nosotras, el trastorno no nos da una coartada para ello. Lo que existe entre Juan Carlos Albarrán y Elisa, es amor. Un amor que rompe, que desgarra, que arde; pero que es capaz de crear, que inspira y que nos transforma en lo mejor de nosotras mismas.
Elisa y yo tenemos la misma edad, a veces ella parece mayor, pero es porque ha vivido mucho. Esa situación nos desespera, porque si existe una brecha entre ella y yo, pero precisamente es ahí donde Juan Carlos se acomoda y nos complementa, a través del tiempo y de los años.
¿Fátima? Fátima no pudo llegar, no la dejamos llegar por eso no me gusta hablar de ella. ¿Cómo defino a un imposible?
Fátima, ¿error? ¿Salvación? Fátima solo fue mía.
Fátima quien vivió para escribir. Fátima es oxitocina interrumpida.
Excesos, letras, agua, letras, familia, letras, Quetiapina, letras, cabello, letras, besos, letras, vísceras, letras, viajes, letras, desnudez, letras, música, letras, carencias, letras, cantos, letras, PristiQ, letras, perras, letras, desvaríos, letras, divisiones, letras, decisiones, letras, pasión, letras, reconteo, letras, cuerpo, letras, belleza, letras, bulimia, letras, comida, letras, hambre, letras, ayuno, letras, Juan Carlos Albarrán que es sinónimo de letras.
Leí el capítulo anterior, al que Elisa decidió llamar “Quitina”, les dije con anterioridad que ella no escribe, por eso no explicó el significado de esta palabra. La quitina es un polímero que se obtiene del exoesqueleto, lo que conocemos como “mudas” de insectos, crustáceos y hongos. Un polímero es la unión de moléculas muy grandes, ejemplos de ellos pueden ser la celulosa, el DNA y el plástico. Bien pues así como los anteriores, la quitina tiene la función de actuar como agente protector ante enfermedades, patógenos y condiciones climáticas desfavorables. Eso es precisamente Elisa: Un carbohidrato filántropo.
¿Juan Carlos Albarrán nos corresponde? ¿A cuál de las dos prefiere? Me parecen insultantes tales cuestiones. Él no tiene un ente favorito, comprende que somos parte de lo mismo y si no le gustara estar con nosotras, simplemente ya se hubiera marchado… Momento, recordando, él ya se ha ido varias veces. Nos ha dejado en situaciones en que el miedo nos paraliza, en las que sabía que nosotras no veíamos la luz más que a través de sus ojos. Con él hemos pagado todo el daño que le hemos hecho a todos, a tantos.
Es una realidad que nosotras quisimos a Juan Carlos Albarrán antes de que él nos quisiera a nosotras. Sabemos también que no somos el prototipo de mujer ideal que él solía tener. Sabemos que nos dejó porque ya no sabía qué hacer con su situación, Juan Carlos estaba dividido, pero solo a él corresponde explicar esa parte de su historia. Juan Carlos nos dejó cuando descubrió que sí nos amaba.
En conclusión, lo que sentimos por Juan Carlos Albarrán, se alimenta en tiempos de hambre, de la admiración que le tenemos.