“Tal vez no lo merezco”, dice Ramiro Martínez Piña sobre el homenaje que recibirá hoy en el Conservatorio de Música José Guadalupe Velázquez, dentro del primer Festival Internacional de Guitarra Santa Cecilia.
“Pero yo espero que sirva de algo para los jóvenes, que lo tomen como un ejemplo y puedan ellos hacer sus sueños, esta vida es de sueños, a veces se logran y otras cuesta un poco más; hay muchos jóvenes que tienen el gusto de la música y a ellos puedo decirles que todo se puede, queriendo, con dedicación y estudio”, dice el músico en entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro.
La entrega del reconocimiento por trayectoria será hoy, a las 19:00 horas, en el auditorio Cirilo Conejo Roldán del Conservatorio José Guadalupe Velázquez. Y tendrá un segundo homenaje mañana, a las 16:30 horas, en el Centro de Negocios de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).
Martínez Piña ha dejado una huella indeleble en Querétaro, como músico y gestor cultural, ha impulsado iniciativas como el Encuentro Nacional e Internacional de Guitarra de Querétaro, ha sido director del Ensamble de Guitarras y el Centro de Música Antigua, además de su labor como docente de la Facultad de Bellas Artes de la UAQ. Ha colaborado con Martín Valdeschack, el compositor e inventor de instrumentos, Ernesto Martínez, tocando música electrónica; y con el grupo de danza contemporánea Aletheia, que dirige Bárbara Alvarado.
“La verdad, le debo a Querétaro todo, porque me ha permitido hacer todo lo que he querido, para mi bien y también para el bien de mucha gente, porque cuando inicié todavía no había tantos espacios para la guitarra, ahora es distinto”.
Al preguntarle a Ramiro cuáles son sus inicios en la música, de inmediato cuenta que su primer instrumento fue el piano, pero llegó un momento en que tomó la decisión de elegir entre la guitarra y el piano, hasta la fecha es la guitarra la que lo acompaña. También hace referencia de sus estudios en Ciudad de México, en la prestigiosa Escuela Vida y Movimiento del Centro Cultural Ollin Yoliztli.
Pero hay una historia más atrás, una historia con un lazo familiar. El músico es originario de San Felipe, Guanajuato, y su vena musical viene de su bisabuelo y abuelo.
“Recuerdo mucho a mi bisabuelo que también tocaba, pero sobre todo recuerdo a mi abuelo, Ceferino Martínez, era muy ingenioso, él hacía los petates, las camas, los mecates, todo lo de la casa, mesas, sillas, instrumentos para sembrar, todo eso, pero además tocaba el arpa, el violín y la concha, que era un instrumento que tocan en las danzas muy antiguas, que incluso ahora en el pueblo ya casi no se toca, yo siento que desde ahí viene mi vena de la música, de alguna manera se me pegó algo, aunque ellos nunca tuvieron los estudios que yo tuve”, recuerda y dice que fue también con la ayuda de sus padres que logró convertirse en el músico que es ahora.
Otra persona que influyó en su vida musical, fue su maestro de secundaria, Roberto López Carrillo. “Nos enseñó de música y arte, un maestro fuera de lo común, te escuchaba, su casa siempre estaba llena de estudiantes, con él aprendí a leer el pentagrama y me puso a escuchar música clásica, Mozart, Bach, yo me quedaba impresionado porque nunca había escuchado eso, escuchaba pura música popular, lo que escuchan en el pueblo, entonces escuchar cantos gregorianos para mí era sorprendente, y él fue quien me puso por primera vez la música clásica en guitarra, y me quedé tan impresionado que dije: ‘Todo se puede hacer con la guitarra’. Y sí”.
Ahora, el guitarrisa tiene su vida dividida entre su tierra natal y Querétaro, en el lugar de donde es originario emprende un proyecto que ha anhelado desde hace varios años, un centro cultural; y aquí desea darle continuidad al Encuentro Nacional e Internacional de Guitarra que se ha detenido por la pandemia. “Espero que con la nueva administración de la Secretaría de Cultura se pueda dar la continuidad de esta iniciativa en la que se han formado muchos jóvenes y se han presentado grandes músicos”.