A las siete de la mañana Reynaldo sale de casa junto a su pequeña hija, suben al transporte público que los lleva al centro de Querétaro. Después de dejarla en la escuela primaria se encamina al Centro de las Artes (CEART) de Santa Rosa de Viterbo. Todo el recorrido lo hace guiado por su bastón blanco, hace 23 años Reynaldo perdió la vista. La primera vez que visitó el CEART fue para tomar un taller de fotografía, sí, un taller de foto para personas ciegas y débiles visuales... Ahora es la sede de su trabajo.
Reynaldo Lugo Escobar es el asesor en materia de inclusión de la Secretaría de Cultura del Estado de Querétaro. Su primera encomienda fue dar un taller de sensibilización a los trabajadores de la dependencia.
¿Cómo tratar a una persona con discapacidad?, es la pregunta más frecuente en los talleres que da Rey —así le llaman todos—.
“Son dudas normales: ¿cómo me dirijo con una persona con discapacidad? ¿Cuáles son las palabras apropiadas para hablar con una persona con discapacidad?, ¿Qué hago si una persona en silla de ruedas llega aquí? Porque sabemos que no está el espacio con rampas, hay que entender que el edificio ya está, son edificios muy antiguos donde no había una cultura de inclusión, en donde no entraban las personas con discapacidad en una sociedad como tal, y si llegan ahora al espacio no es sólo ponerles una rampa o que los cargues, sino hacer ajustes razonables, desde el trato y cubrir la necesidad lo más cercano posible. Por ejemplo, si llega una persona en silla de ruedas y busca a un funcionario que está en un segundo piso, lo más razonable es que el funcionario baje a ver qué necesita”, explica.
Rey conoce el trabajo de Marcela Herbert desde que era directora del Museo de Arte de Querétaro (MAQRO), ahora es la titular de la Secretaría de Cultura del Estado de Querétaro. Una de las actividades que realizaba Rey en dicho museo, era un recorrido a ciegas, una experiencia en la que los visitantes, con los ojos cubiertos y formados en fila, pasean por el patio, guiados por la persona que iniciaba la fila, que era la única que traía el bastón. El miedo y la inseguridad los hacían dar pequeños pasos. Sin luz en sus ojos ponían mayor atención a lo que escuchaban. Sus manos también les servían de apoyo mientras subían las escaleras para llegar a la planta alta. Al finalizar la actividad les enseñaban a escribir algunas palabras en Braille. Cuando finalmente se quitaban el antifaz, todos se sorprendían de que el guía de su visita era una persona con ceguera.
En uno de esos recorridos a ciegas en el MAQRO, Reynaldo concedió la primera entrevista a EL UNIVERSAL Querétaro. En aquel momento hablaba de la importancia de ser empáticos, hacer consciencia de que la ceguera puede llegar de un momento a otro, por enfermedades tan comunes como diabetes o por un accidente.
Reynaldo perdió la vista así, en un accidente, fue en una caída cuando apenas entraba en la adolescencia. Hace tres años tuvo otro accidente, un auto lo impactó y le lastimó un pie. “Estar ciego y en silla de ruedas es discapacidad múltiple, ahí me di cuenta que las rampas no están con las inclinaciones adecuadas, y te das cuenta que ese es otro punto por trabajar”.
El UNIVERSAL Querétaro también ha seguido su trayectoria. Además de la fotografía también se ha interesado en el cine. Es un creativo inquieto, un emprendedor y gestor imparable, ha impulsado proyectos como “El rayo de la limpieza”, una empresa de familiares y amigos con debilidad visual y ceguera, dedicados a la elaboración de productos de limpieza. Estudió comunicación en la Universidad Autónoma de Querétaro, en donde le tocó abrir el diálogo para el acceso a las personas con discapacidad visual, ahí también colaboró con el surgimiento de Tifloteca —área que facilita materiales en Braille para docentes y maestros—, pero el recorrido no ha sido fácil.
“Volteo para atrás y digo, sí he hecho mucho, y me sorprende a la vez. El no ver me permite decir, sí, me voy a aventar a esto, lo digo de manera metafórica. Y claro que he tenido miedo, el momento en que más he tenido miedo es cuando era como estudiante, el no terminar una carrera me frustraba, el ver que esa puerta en vez de estar más cerca se iba alejando, y los maestros que no comprendían la discapacidad de la ceguera, y yo como estudiante necesitaba herramientas y apoyo, eso me dio temor más que andar en las calles, de esa magnitud lo pongo”.
Durante la pandemia también vivió otro reto, el no poder salir y llevar todas sus actividades a lo virtual, tener que aprender de la tecnología, “yo antes no sabía usar el Whatsapp, tuve que aprender”, lo mismo aprendió a usar herramientas digitales para videoconferencias. Las herramientas digitales adaptadas, refiere, son de suma importancia para el desarrollo de diversas actividades. “y esta pandemia nos abrió ese panorama”.
Aceptar la invitación de Herbert Pesquera para trabajar en la Secretaría de Cultura, lo aprecia como un vía más para “erradicar la discriminación”, aunque dice que para llegar a ese punto de erradicar, se requiere de una colaboración continúa.
“Me interesa trabajar para la ciudadanía, compartir lo que sé, yo desconocía la discapacidad cuando no la vivía, y al tenerla después me di cuenta que era totalmente importante conocer de ella, de esta manera es como me doy cuenta que la sociedad es la que construye, el integrarme en este trabajo es un reto para mí, dar mi conocimiento, y juntos buscar una manera de erradicar la discriminación como tal, sé que erradicar suena fuerte, pero no es algo tan fácil, es trabajar día con día”.
La idea de los talleres de sensibilización es expandirlos a las demás áreas de gobierno. Además desde la Secretaría de Cultuura se planean diversos proyectos que unan arte y discapacidad. También está la necesidad de tener una estadística sobre los casos con discapacidad en la comunidad artística. “Sí, hay mucho por hacer, pero poco a poco”, dice Reynaldo.