Sobre una de las avenidas del centro de Querétaro, Ricardo Solano se paseó en una bicicleta doble. Ricardo es ciego, así que en ese ejercicio aprendió a andar en bici, acoplarse al ritmo de su instructor, además de tomar fotografías. Una de las imágenes que capturó en ese paseo, formó parte de la exposición “El Hilo Negro: Orígenes”, que recientemente concluyó su exhibición en el Centro Queretano de la Imagen.
Cuando recibió la invitación para sumarse a los talleres de fotografía para personas ciegas y débiles visuales de Buró Cultural, lo dudó. “¿Cómo? ¿Si no miro, cómo voy a enfocar la cámara? Pero ellos nos enseñaron técnicas, escuchar a la gente a la que le vamos a sacar la foto, dirigirlos por el sonido para ubicarlas. Y retratar lo que nuestro corazón dice, y sí han salido fotos muy interesantes”, platica.
Participó en varios proyectos fotográficos, uno de los que más recuerda es el que realizó mientras paseaba en bicicleta por el centro de la ciudad. “Saqué fotos en una bicicleta que maneja una persona visual, como instructor. Y yo retrataba lo que yo sentía, porque no puedo ver. En ese recorrido, se pintó la silueta de nosotros en la bicicleta, sobre el pavimento, porque iba bajando el sol y se plasmó la silueta de nosotros, fue una experiencia muy bonita, algo diferente que yo pensé que nunca iba a hacer por mi vista”.
Ricardo explica que las personas con problemas visuales o ciegos, “lo que retratamos es lo que nuestro corazón siente”.
Por ahora ha dejado de lado la fotografía, también es especialista en masaje terapéutico y esa actividad igual ha quedado en segundo plano, primero por la pandemia, y lo más importante es porque se convirtió en papá. Su pequeño de tres años demanda atención y también lo ha enfrentado a múltiples retos. La paciencia, comparte, es la mayor enseñanza que le ha dejado su hijo.
“No es simplemente jugar con él, a veces me dice: Papá, mira, mira. Pero yo no veo. A veces él mismo me da las cosas en la mano, yo creo que él poco a poco va entendiendo que su papá no ve lo que él sí alcanza a mirar”, explica.
La exposición colectiva “El Hilo Negro: Orígenes” congregó obra de fotógrafos con ceguera y debilidad visual formados en los talleres de Buró Cultural, algunos de ellos son Miguel Ángel León, Guadalupe Campos, Gerardo Morán, Hortensia Trejo y Carolina Olvera.
En esta colectiva también se expuso un autorretrato de Ricardo fechado en 2013. ¿De regresar el tiempo, qué le dirías al Ricardo de esa fotografía?
De inmediato contesta: “¡Felicidades, lograste algo diferente, algo a lo que no estaba acostumbrado, porque eres ciego! Qué voy a sacar fotos, me decía. Pero sí lo logré y he tenido muchas satisfacciones”.
¿Volver a la fotografía? Es otra pregunta necesaria para Ricardo. Y él contesta que sí le gustaría volver a tomar una cámara y hacer un proyecto.
“Sí sería un reto muy grande comenzar otra vez con la foto, ahorita uno dice ‘ya lo dejé, ya perdí práctica’, pero creo poco a poco se va recuperando”.
Hace más de 10 años Buró Cultura inició actividad, primero como un colectivo, ofreciendo talleres de fotografía para personas con discapacidad visual. Después se convirtió en una asociación civil, bajo las líneas de investigación, formación, producción y difusión cultural. Publicaron el libro “El hilo negro”, sobre fotografía y ceguera, y crearon el Festival Internacional de Arte y Cultura desde la (dis)capacidad: Oxímoron.