Acompañado de su nueva producción homónima, con la que pretende continuar generando caos y provocando que los “aborígenes” saquen lo peor de sí mismos, Silverio lleva su show a otro nivel de violencia, agregando nuevas notas al repertorio.
En entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro, este peculiar músico habla de sus inicios y de cómo ha logrado conformar un espectáculo único, a sus cerca de 20 años de trayectoria, que se ha visto afectada por la censura, pero reconocida por la sorpresa.
De lujo, y no será la primera vez, ya ha sucedido antes, lo mejor es que vamos con nuevo material, estamos estrenando nuevo video, nuevo disco y nuevo show.
Es un disco homónimo, se llama “Silverio”, y es un material enfocado específicamente a la pista de baile y los shows en vivo, para lograr la destrucción total de la audiencia, estuve pensando en cómo hacerlo aún más violento y fuera de control.
A veces se cree que no se puede, pero la verdad siempre puede ser peor.
A propósito de este nuevo disco, ¿sigue la misma línea de los anteriores?
Digamos que le subimos un poquito más el voltaje, trabajamos mucho más las frecuencias graves en cuestiones técnicas y lo más interesante es que abre con una canción titulada “Aborígenes”, porque así es como le llamo a toda la audiencia que disfruta de lo que hago.
Es algo que me gané a pulso porque democráticamente me lo pusieron todos los ‘aborígenes’ que disfrutan de mi música, ellos me empezaron a llamar así y se quedó; no me lo puse yo, me lo colgaron.
Al principio tenía algunos tintes de un espectáculo extraño y macabro, pero con los años ha ido acrecentando, y siempre esa ha sido la idea, llevarlo a un lugar a donde nadie se animaba porque en realidad todos son unos sacatones.
Más bien soy un showman, un rockstar es como los de Moderatto; a mí lo que me gusta es hacer un espectáculo único.
Quería usar traje en el escenario, veníamos de una década —en los años 90—, cuando la gente se subía de una manera muy común, yo creo que es un lugar que debe aprovecharse y dar cátedra, por eso salimos vestidos a la altura de la situación, nos gustan los trajes brillosos, pero sobre todo, creo que hay muchas cosas qué decir en cuanto a lo que se puede hacer en un espacio con público, las cosas no tienen que ser sólo de una forma, hay mil maneras de jugar. Siempre he dicho que la mitad de mi espectáculo lo hace la audiencia, entonces yo meto la mezcla, pero la otra mitad del show son cada uno de los asistentes, por eso cada concierto es diferente.
Al principio no era así, eso fue pasando con el tiempo y a veces me quedaba en calzones, pero eran más bien accidentes, sin embargo, me pareció una manera muy contundente y simple de elaborar un show, a mí no me interesa tanto las luces, fuegos, pantallas, proyecciones y toda esa parafernalia porque todas esas cosas, en vez de soportar, llenan huecos. Por eso me gusta hacer un espectáculo lo más simple posible y la manera más sencilla es trabajar con lo que tengo, que es mi cuerpo, reduciendo el show a lo más mínimo, pero a la vez, lo más efectivo.
Como todos sabemos es el de la suerte y sobre todo en esta temporada, el 31 te lo pones para que no falte sexo ni dinero, yo lo uso todos los días para hacerlo más efectivo aún y da muy buenos resultados.
Claro y lo recomiendo, es un amuleto imprescindible, el calzón rojo es patentado por Su majestad Silverio.
Siempre pienso en el mundo y les deseo lo peor, entonces creo que lo voy a seguir haciendo.
Sí, muchísimas veces han surgido situaciones bastantes peculiares tanto con la audiencia como con autoridades e inclusive con los medios, porque muchas veces no entienden, están acostumbrados a lo mismo, pero tiene que ver con el hecho de que la sorpresa ya no existe y eso es algo muy triste, porque el rock se ha vuelto una caja de cartón hueca y repetitiva, entonces cuando les mueven tantito, se descuadran o creen que no puede existir algo así.
Sí, hemos tocado en Europa, Estados Unidos y Sudamérica, sobre todo al principio cuando existía mucha censura por parte de los medios, y curiosamente en Europa me recibieron bastante bien, ahora ya hacemos giras por acá, pero me ha tomado aproximadamente 20 años.
Jamás habrán condiciones climáticas que me detengan, he ido a tocar a Suiza y Alemania, donde verdaderamente hace frío y hasta me he desprendido de los calzoncillos.
Definitivamente sería un cagadero, es un poco difícil describirlo, pero me gustaría verlo todo completamente roto, sería mucho mejor.
Un pedazo de basura, pero eso sí, muy brillante, y le daría un premio a la sorpresa, porque creo que es algo en lo que debemos trabajar.
Un par de tequilas y ¡a la guerra sin fusil!, realmente no calentamos mucho, creo que toda la adrenalina que genera el público enfrente, es una droga más que potente.
El único sería la fuerza de gravedad, es lo que me detiene para acordonar el universo.
arq