¿Sabías que una ramita de oyamel para ahuyentar a los malos espíritus le dio el origen al árbol de Navidad? En todo el mundo, durante estas fiestas, no puede faltar un árbol de Navidad, ya sea natural, artificial, de alambre, un dibujo... siempre habrá algo que lo represente en los hogares y oficinas de trabajo.
“Antes la gente tenía la costumbre de colocar arriba de las puertas de sus casas ramas verdes. En Europa lo único que hay verde son los oyameles, es como un símbolo de la vida y de la buena vibra, así ahuyentaban a los malos espíritus; ya con esto se les ocurrió armar una corona, que ahora conocemos como la corona de adviento y le ponían 24 velas, que representaban los días que faltaban para la Navidad”, comenta a EL UNIVERSAL Claudia Brinkop, profesora de alemán e investigadora.
De acuerdo con la investigadora alemana, todo empezó en el centro este de Alemania con el movimiento de la Reforma, que se inició por el monje agustino Martín Lutero, quien criticaba los abusos y, sobre todo, el dogmatismo de la Iglesia católica.
“Predicaba una nueva forma de religión, acaba con los rituales católicos, en donde sólo se hacían para cubrir las apariencias, como ir a misa, a la confesión... él dijo que eso no era suficiente, que la fe no pasaba por el ritual monopolizado por la Iglesia sino es una cuestión directa de la comunicación del creyente con Dios; lo que inaugura es una fe intelectual y de ahí a una reflexión de uno mismo sobre sus obras e integridad de sus pecados”, explica.
Con la Ilustración en el centro de Europa, durante el siglo XVII la doctrina de Lutero, conocida como la Evangélica Luterana, marcó más su separación con la Iglesia y empezó a inventar sus propios rituales y personajes y de ahí nace el árbol de Navidad.
“Después a alguien se le ocurrió que ya no era sólo poner una corona sino todo un árbol, algo que nada tiene que ver con el ritual católico o cristiano sino con la veneración de la naturaleza, que era algo que se estilaba mucho en las personas ilustradas, entonces colocan este árbol, le empiezan a poner manzanas, que hoy representan las esferas, porque en invierno, en Alemania, Austria y Suiza las únicas frutas que podían aguantar eran las manzanas y peras que se guardaban en los sótanos, colgaban nueces y también galletas y a alguien después se le ocurrió ponerle velas para que luciera más y así se fue adornando el árbol de Navidad”, explica.
El tema más tradicional con el que conmemoraban al arbolito navideño se llama “O tannenbaum”, más tarde se tradujo al inglés y se popularizó con el nombre de “O Christmas tree”, pero en sí, de acuerdo con la académica, era un himno pagano dedicado al oyamel porque es el único árbol que está verde en invierno y representa la vida eterna.
“El árbol de Navidad se hizo muy popular porque fue una forma de emanciparse un poco de los rituales católicos, y las religiones que no podían eliminar estas nuevas tradiciones las incorporaron y las recristianizaron. La Iglesia incorporó el árbol y le empezó a dar significados, como las velas, que son la luz de Cristo”.