El Festival Ibérica Contemporánea 2023 culminó con un evento lleno de colorido, y con el agradecimiento de haber cumplido con creces las expectativas de calidad en cada uno de sus eventos.
A lo largo de la semana se impartieron 37 clases presenciales, dos clases virtuales, con la presencia de 64 españoles y ocho bailaores mexicanos.
La calidad de los eventos hizo posible que más de 25 mil personas disfrutaran de esta semana flamenca de manera presencial en teatros y parques de la ciudad de Querétaro, así como por vía streaming.
En el Teatro Metropolitano se celebró la gala de clausura titulada Celebra con Ibérica, que rindió homenaje a los artistas, profesores y personas que han estado implicados en el Festival a lo largo de toda su trayectoria y que lamentablemente ya no están con nosotros.
Ha sido una gala muy variada, en la que todas las propuestas han gozado de la mayor calidad. Casi se podría decir que es Ibérica Contemporánea quien han inventado esta forma de programar, en la que cohabitan en el mismo día elementos de danza clásica, escuela bolera, danza contemporánea, además de flamenco. Lo cierto es que el resultado es sobresaliente.
Abrió la joven compañía Larreal de RCPD “Mariemma” con “Malo será”, una coreografía de estilización de bailes gallegos y onubenses. Esta pieza pasa por muchas emociones, ya que plantea de forma cómica el duelo inicial de un funeral, la falsedad de la viuda y su amante, la alegría colectiva en una fiesta popular, la soledad y la vergüenza de un hombre abandonado porque engañaba a dos mujeres a la vez, hasta llegar a la celebración de todo el pueblo bailando juntos.
Mientras que la compañía Ibérica de danza interpretó Gaudí, Pepeta y Fígaro. Una maravilla coreográfica que se está dando en llamar neofolk, porque en su proceso creativo se recurre a recursos del folklore, junto con pasos y mudanzas de la escuela bolera, otras veces con préstamos del flamenco, para engarzarlos en cada pieza según decide el autor.
Por otra parte, la compañía internacional Proart interpretó “Mismidad”, pieza que apela a la unicidad del ser y plasma el recorrido personal del ser humano tras la búsqueda de su propia identidad.
Volvió Larreal con “Quinto elemento”, coreografía de Patricia Guerrero que es una deconstrucción en esencia de una bulería, planteando la importancia de la energía oscura a través de la danza, como elemento responsable de la expansión del universo.
Continuó Eduardo Guerrero, acompañado por Pino Losada a la guitarra y Jesús Corbacho al cante, interpretó “El callejón de los pecados”, una caña en la que representa una corrida de toros. Solemne, sin prisas, de un grafismo escalofriante, es una de las coreografías flamencas con más fuerza y arraigo en la cultura andaluza, que arrancó los aplausos del público en diversos momentos de la actuación.
Y cerró María Juncal, a la que acompañaron Pino Losada a la guitarra, Héctor Aguilar al cajón, Jesús Corbacho y Jesús Flores al cante. Empezaron por Alegrias con una fuerza contundente. Juncal tiene talento y temperamento y de su mano llegó el olor a salina, la imagen de los esteros y el sabor a manzanilla de Sanlúcar. La complicidad con Pino Losada fue un regalo para todos, incluso para ellos mismos, porque llevaron el silencio a otro nivel del arte.
La sorpresa fue que al terminar subieron al escenario todos los artistas que han participado en el festival y en los cursos a lo largo de todos estos días, y la “formaron” buena… en una especie de fin de fiesta donde se daban el testigo del baile unos a otros: Juan Paredes, Cristóbal Reyes, Patricia Guerrero, Úrsula López, Siudy Garrido, Karime Amaya, José Manuel Álvarez, Alejandro Granados, Javier Latorre, y algunos más quisieron compartir una “pataita” por bulerías con todos los presentes.
En resumen, fue una noche digna del mejor festival. Una noche de celebración y de alegría. Y nadie dijo “adiós”, más bien, un “hasta pronto”.