Una receta de licor que ha pasado de mujer a mujer por tres generaciones, continúa deleitando ahora en manos de José Luis Varela Corona y su esposa María de Lourdes Reyes Onofre, quienes han logrado nuevos sabores, pero mantienen la tradición que comenzó en 1920. Hoy ese brebaje, con el nombre de Tía Dolores, se comercializa con gran éxito entre los turistas que visitan Querétaro.
En una familia de españoles, radicada en el Estado de México, una mujer comenzó a crear su propia receta de licor, con un poco de anís. La bebida se preparaba sólo para familiares o amigos, y el secreto se fue heredando, pero con una condición.
“La tradición era que pasaran la receta de mujer a mujer, pero en la familia nosotros éramos puros hombres, entonces se la dieron a mi esposa”, cuenta a EL UNIVERSAL Querétaro el señor José Luis, y María de Lourdes, al continuar la plática, revela que están a punto de romper esa tradición.
“A mi cuñada y a mí nos dieron la receta, con la condición de que si tenemos una hija se la vamos a pasar a ella, no a los hombres; yo un día le pregunté a la tía Dolores, ¿por qué a los hombres no? Y me dijo: ‘porque no queremos que se pierda la tradición. Si tú se la das a tu hija, ella se la va a dar a su hija, y así sucesivamente, pero si la das a tu hijo y se llegan a separar, ¿quién se va a quedar con la receta? Otra familia’. Por eso se tenía que dar de mujer a mujer, y así siempre se ha hecho, hasta ahora, nosotros tenemos dos hombres y una mujer, pero mi esposo es muy compartido y quiere que a los tres hijos se les herede la receta, yo la recibí con la condición de pasarla a mi hija, pero ya está decidido”.
Originalmente la receta no se comercializaba, era un licor que se hacía en casa, de forma artesanal, para compartir con la familia y para hacer regalos a los amigos en ocasiones especiales, como la Navidad que está próxima.
“La regalábamos a las maestras, a la familia, a los amigos, sólo era un presente que nosotros hacíamos por agradecimiento, por aprecio. Yo recuerdo que una vez mi suegra me dijo: ‘el día que necesites dinero, ponte a vender el licor’. Pero fue un comentario así nada más y cuando nuestros hijos entraron a la escuela nos faltaba dinero y tomé ese consejo, empezamos a comercializar y tenemos ya 20 años vendiéndolo”, detalla María de Lourdes.
El primer licor era de anís, luego fue de naranja, y ahora, además de comercializarlo, esta pareja de emprendedores también cumple la labor de crear nuevos sabores, ¿y cómo hace este proceso? “Pues peleándonos”, dice entre risas José Luis.
El proceso de experimentación es tardado, para algunos sabores han invertido hasta dos años para encontrar el punto exacto, porque siguen haciendo todo ellos mismos, incluyendo las esencias, con el método artesanal, pero con medidas y calidad de primera.
“Trabajo completamente artesanal, no es del montón, por eso tenemos mucho cuidado en cuanto higiene y calidad”, explica José Luis, quien evoca con nostalgia en esta charla su época de infancia.
“Yo me acuerdo que cuando era chico me mandaban a las cantinas a recoger las botellas, porque primero se hacía en botellas recicladas, las lavaban, echaban el producto, se tapaba y les ponían un moño para los regalos, eso no se me olvida, y cuando nosotros empezamos a comercializar quisimos cambiar eso, compramos las botellas, en la actualidad ninguna botella es reciclada, todo es de primera calidad”.
De boca en boca, de amigos y familiares, fue como se empezó a promover el licor de Tía Dolores, nombre de la mujer que le heredó la receta a María de Lourdes, y etiqueta con la cual honran su memoria. Hace cuatro años, en la calle de Independencia, número 129, Centro Histórico, a un costado del templo de La Cruz, establecieron un negocio que empezó como licorería, pero que ahora es un local de dulces típicos, porque los mismos turistas pedían una delicia de la región, pero como es poco el dulce queretano, ellos mismos comenzaron a crear productos.
Pedos de monja, Ombligos de obispo, Bastones de fraile son los nombres de algunos dulces que la pareja elabora, y están a punto de hacer fruta deshidratada con manzana de la Sierra Gorda, aunque sin duda, el producto estrella es el licor, ideal aperitivo o digestivo que lo encuentran en sabores de anís, anís con café, anís con hierbas, limón, mandarina, y su más reciente creación se llama piedra, un compuesto con hierbas y tequila que recomiendan con hielo y agua mineral. Además venden crema de café, “que es lo más sabroso”, pero para que no haya duda, don José Luis pone a prueba sus artículos, así es como conquista a los turistas.
Desde hace cuatro años tienen su local, a un costado de La Cruz. El establecimiento se ubica en Independencia #129, entre Gutiérrez Nájera y Damián Carmona.
Cuentan con seis sabores del licor; el más nuevo es un digestivo que se llama piedra. Hay de diferentes tamaños, el más pequeño tiene un costo menor a 100 pesos.
Su mayor clientela son los turistas, que al probar el licor no dudan en comprar. También venden crema de café, con una producción mínima para conservar su frescura.
La receta se ha pasado a las mujeres desde hace tres generaciones, hasta ahora.
bft