Su nombre común es: tantarria. Si preguntan a sus abuelitos, seguro la conocen. Quizá hasta la llegaron a comer en un delicioso guisado, después de remojarlas en agua caliente con sal. Porque, aunque es un curioso animalito, tiene un olor muy fuerte. Y no es porque no le guste bañarse, es su forma de defenderse. En otomí se conoce como Xä’we, que significa gusano oloroso.
Pero no todas las tantarrias son comestibles, por ejemplo, Xä’we, la tantarria exploradora tiene una tarea muy importante: dar a conocer las flores y frutos silvestres del municipio de Querétaro. Y lo hace a través de un libro.
Un recorrido con Xä’we, la tantarria exploradora, publicación coordinada por Donancy Reséndiz Rosas, resalta la riqueza de la flora y frutos silvestres, alimentos que comían y aún comen muchas generaciones, porque gran parte de ellos se encuentran en los mercados populares.
“Aquí aprenderás los nombres comunes y en la lengua de la cultura otomí, que es el hñäñho; también los nombres científicos de diversas especies de plantas, tallos, flores y frutos que los animales y los humanos hemos consumido a lo largo del tiempo”, se explica en la publicación.
El proyecto comenzó a gestarse desde 2018, se trabajó con poblaciones rurales y urbanas cercanas al campus Aeropuerto de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), y se rescataron los testimonios de adultos mayores.
La pandemia complicó la continuidad, pero al reanudar expandieron sus zonas de investigación. Finalmente, recolectaron información de adultos mayores de La Purísima, San Pedrito El Alto, Mompaní, Cerro de las Campanas, que son sitios del municipio de Querétaro; y la comunidad de El Pozo, municipio de El Marqués.
“A partir de las narraciones que hacen los abuelitos, es como va surgiendo la historia de Xä’we; recuperamos, del testimonio de los entrevistados, 15 especies vegetales, incluimos su nombre popular, su nombre científico, y con la colaboración del maestro e investigador de la universidad, Aurelio Núñez, quien es experto en la lengua otomí y en fitonimia, tiene la traducción del nombre de cada planta al hñäñho”, explica Donancy Reséndiz Rosas, en entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro.
Nopales de diferentes especies, como el tapón, negrito, chinito o pachón, se ven el libro, y se habla de su flor, la penca, espina y fruto: la tuna. La biznaga de chilinos, muy distinta a la biznaga de guamisha agria. Pitayo, garambullo, mezquite, granjeno y maguey, son otras plantas que presenta Xä’we.
“El proyecto trata de recuperar esta recolección de flores y frutos silvestres del municipio de Querétaro y conocer qué relación tienen con el ser humano, las personas que habitan en su territorio, cómo es su espacio y quiénes lo rodean, porque estas flores y frutos no sólo son alimentos de los humanos, también de insectos y otros animales”, resalta.
El libro fue pensado para los niños, pero es un material que se puede leer en familia, para platicar con los abuelos y padres.
“El proyecto tiene varios objetivos, uno de ellos es difundir el conocimiento y cultura local, sobre el cuidado y el uso sostenible de los recursos naturales con niños y niñas; al dejarlo materializado en un documento escrito se mantiene también la memoria viva, porque muchas veces se queda sólo en la oralidad, que es una de las vertientes de la historia, pero también es importante escribirla para que se mantenga en el devenir histórico y pueda servir como testimonio para otros proyectos y futuras generaciones”.
Además del recorrido, con datos científicos y anécdotas de los entrevistados, también tiene dinámicas para que los lectores puedan realizar en familia. Y son actividades tan sencillas como ir a los mercados e indagar qué frutos y plantas se pueden encontrar ahí.
“El maguey es otra de las especies que está en el libro, y de esta planta derivan otros productos como el pulque, aguamiel, quiote, y el ixtle que sirve para hacer diferentes cosas, el proyecto tiene la intención de ser un recurso intergeneracional que puede estar tanto en diálogo con niños, como [con] los abuelitos, además tiene otros desafíos, a parte de preguntar a los abuelitos, se invita a los niños a que vayan al mercado y pregunten por estos productos comestibles y de uso doméstico derivado de las plantas que menciona el libro”.
Un recorrido con Xä’we, la tantarria exploradora ya se presentó en la UAQ, y ahora recorrerá, junto con una tantarria casi real, escuelas públicas de El Pozo, La Purísima, Juriquilla, Mompaní, San Pedrito El Alto y San Ildefonso Tultepec, en Amealco.
La publicación se complementa con las ilustraciones de Alonso de la Garza Zorrilla, y el trabajo de la acuarelista Karla Zalazar.