La Casa del Jubilado y el Pensionado del Estado de Querétaro se prepara para regresar a las actividades el próximo 25 de abril, para recibir de nueva cuenta a los adultos mayores que tienen en este lugar un segundo hogar. Vuelven luego de dos años de permanecer cerrada por la pandemia de Covid-19.
Eva Gabriela Maldonado Santoyo, administradora de la Casa del Jubilado, comenta que retomarán las actividades siguiendo los protocolos sanitarios, aforo al 90%, uso de cubrebocas, toma de temperatura, aplicación de gel antibacterial y la bitácora.
Por ahora, los salones donde se imparten los talleres permanecen cerrados. En el estudio de pintura los materiales permanecen en espera de que los alumnos regresen. El salón de baile y ejercicios está limpio, en espera de que la música, las risas, los aplausos vuelvan a escucharse, aunque ya no sea igual que antes de marzo de 2019.
El personal de la casa se prepara para recibir a los adultos mayores que regresarán a los talleres que se imparten para ellos. “Son la razón de ser de la casa”, dice Gabriela.
Agrega que a una semana de reabrir de manera oficial, ya tienen a 75 personas inscritas.
“Hay que empezar a hacer todo nuevo. Recibirlos, ver cómo vienen. Tuvimos algunas pérdidas de algunos adultos mayores por problemas de salud, no precisamente por Covid. Pero sí [perdimos] instructores, algunos usuarios, familiares también de ellos. Ahorita es volver a retomar el objetivo de la casa, que es atenderlos”, comenta Gabriela.
En menos de una semana la casa volverá a las actividades con 25 talleres confirmados. Los salones recibirán a los mayores que quieren aprender algo novedoso. Se volverán a reunir como lo hacían antes.
En estos momentos el silencio de la casa sólo es interrumpido por el canto de algunas aves. Los sonidos de la calle parecen lejanos. La puerta de dos hojas abierta a la mitad deja ver los autos que pasan sin detenerse sobre la calle de Hidalgo. Por la puerta entran adultos mayores que buscan comenzar de nuevo con actividades que les permitan socializar, reunirse con quienes comparten años recorridos, recuerdos, anécdotas de otros tiempos, memorias de otros días, aunque ya no serán todos ni los mismos de antes.
La administradora del lugar añade que nunca perdieron contacto con los jubilados que acudían a la Casa. Se comunicaban por WhatsApp, o hacían reuniones por Zoom. Los adultos mayores, añade, siempre preguntaban en qué momento iban a abrir nuevamente la casa.
“Ellos sabían cuál era la situación, pero ya estaban muy ansiosos por regresar. El encierro, en algún periodo, cuando la pandemia estaba más crítica, cuando había mucha sicosis de que si enfermábamos íbamos a morir, ellos tuvieron muchas crisis de ansiedad por el encierro. Muchos familiares se los llevaron a donde estaban ellos, porque la mayoría de los usuarios viven solos, porque son jubilados o pensionados”, abunda Gabriela.
Explica que en ese periodo muchos adultos mayores se integraron a otras actividades. Aprendieron a usar las nuevas tecnologías, algo que no tenían necesidad antes de la pandemia, se fueron adaptando a las circunstancias y organizándose en pequeños grupos para salir a caminar.
Muchos de los usuarios, recuerda Gabriela, llegaban a pasar frente a la casa y les preguntaban cuándo volverían a abrir. Les decían que si no morían de Covid, morirían de estar encerrados, que necesitaban estar con sus compañeros.
Agrega que muchos se hicieron más conscientes de su propia salud, de cuidarse más, pues en cuarentena no habría quien los asistiera en caso de una necesidad. También de usar otras herramientas para dejarse ayudar.
Algunos tomaron talleres para conservar la condición física.
Sin embargo, lo que hizo más vulnerables a los adultos mayores fue la falta de convivencia, dice. “Cuando ellos están limitados. La casa lo que les ofrece es ese espacio social, recreativo, de esparcimiento, donde pueden venir a hacer todas sus actividades. Hacen proyectos de vida, hacen grupos, hacen amigos. El hecho de no poder hacerlo tiene un impacto”.
Pese a ello, muchos se dieron tiempo para aprender cosas nuevas desde casa, conocimientos que fueron enriquecedores.
En la Casa del Jubilado, precisa, llevaron a cabo actividades en línea, como talleres, pláticas, para mantener la comunidad, para que los mayores supieran que en un momento la casa se volvería a abrir, que no perdieron ese vínculo.
Ahora, a unos días de reabrir, José Carlos Ruiz Estrada, vigilante; Marisela Moreno, enfermera; Norma Rivera, analista administrativa, y Eva Gabriela, se encuentran listos para el reencuentro con los mayores en su espacio, con sus amigos, con algunas ausencias, pero nuevamente juntos.