La demencia senil, el Alzheimer y la dificultad para articular palabras, son sólo algunas de las condiciones que aquejan a las personas de la tercera edad. Sin embargo, estas situaciones pueden ser aminoradas con una simple visita, como la de Sancho, un golden retriever de seis años de edad que cada 15 días asiste al asilo Ballesol para practicar la mascoterapia con los residentes.
Desde antes de que Sancho entre a las instalaciones del asilo, los adultos mayores ocupan su lugar en la sala de terapia. Se ven contentos, se ponen cómodos y cuando el perro color miel entra en la habitación, los abuelos no le quitan los ojos de encima, le sonríen, le dicen ‘hola’ con las manos, el animal les devuelve el gesto con un movimiento de cola.
Mily Ibarra, comienza la terapia saludando a cada uno de los residentes, “¿Cómo se sienten? ¿Extrañaron a Sancho? ¿Quieren saludarlo? mientras el canino se mantiene acostado a su lado, esperando indicaciones.
Mily reparte aros de colores a cada uno de los adultos mayores para que Sancho cruce a través de ellos, y sin darse cuenta, los abuelos comienzan a ejercitar sus brazos, llevando los aros hacia arriba y hacia abajo, ansiosos porque el animal pase cerca de ellos.
La actividad comienza y Mily guía al canino para que atraviese el túnel de colores; los abuelos se sorprenden, algunos incluso aplauden para celebrar la hazaña. Después de los aros juegan unas competencias de conocimiento sobre la Independencia de México, los abuelos se dividen en dos grupos, “Los ángeles” contra “Los traicioneros”, el adulto que tenga la respuesta debe llamar de inmediato a Sancho, cuando haya tocado al animal, entonces dice la respuesta en voz alta.
Sancho va de aquí para allá, a veces confundido por escuchar su nombre tantas veces, pero siempre dispuesto a recibir caricias y pagar con pequeños lengüetazos. La mascoterapia termina con una ronda de cepillado, los adultos mayores se turnan para tomar el cepillo y mimar al perro.
Para Rubí Padilla, terapeuta ocupacional del asilo, la mascoterapia ha permitido grandes avances en los residentes que tienen dificultades del habla. La presencia del perro también ha despertado recuerdos de la infancia entre los adultos mayores que padecen demencia senil o Alzheimer.
“Con la mascoterapia trabajamos la memoria a largo plazo, los residentes recuerdan a las mascotas que tuvieron cuando eran niños, cómo se llamaban, como los cepillaban, son cosas que no podrían recordar si no estuviera el perro presente porque muchos de los adultos tienen deterioro en la memoria. La terapia también los ayuda a coordinar sus movimientos, porque al jugar con el perro levantan o bajan los brazos, se sientan, se levantan, además de que se crea un vínculo entre el animal y la persona, es [una terapia] anti estrés.
“Hay residentes que no quieren asistir a ninguna terapia pero no se pierden el trabajo con perros. Vivimos también un caso de una persona que tenía mucha dificultad para el habla, no podía articular ninguna palabra, pero cuando convivió con Sancho se esforzó y al final de la terapia dijo ‘gracias’, eso fue un gran avance, una respuesta impresionante ante este tipo de estímulos”, comenta la terapeuta.
Mily Ibarra ha sido adiestradora de perros durante toda su vida, pero se especializó en la mascoterapia desde hace 20 años. Todo comenzó cuando uno de sus clientes necesitaba un perro para acompañar y trabajar con su niña con discapacidad; desde ese momento comenzó con la formación de perros que pudieran apoyar en terapias con niños y adultos mayores.
Tiempo después fundó Mascoterapia Perros de Servicio A.C. asociación que cuenta con 15 voluntarios y 20 perros de trabajo.
Sancho es uno de sus mejores aliados, pero no es el único. La adiestradora asegura que ni la raza ni la edad de un perro determina su capacidad para trabajar con adultos mayores o niños con alguna enfermedad o discapacidad.
“Está comprobado que cuando venimos con los perros, los adultos mayores comen mejor, no se quejan, se sienten más felices. Para ser un perro de servicio tiene que ver el temperamento del animal, son perros que aman a los humanos, el perro tiene que amar a las personas sin importar la condición en la que se encuentren. Yo he trabajado con perros de albergue, perritos mestizos, así como perros de razas específicas”, explica.
A las personas que aún no creen que la mascoterapia dé resultados, les pide una oportunidad para vivir la experiencia y convencerse por sí mismos. Reitera que el amor y la lealtad de un perro no sólo pueden vivirse en sesiones de trabajo, sino cada día en nuestra propia casa.
“No es que los perros sean sólo lindos con las personas, estos son verdaderos perros de trabajo, saben lo que deben hacer, saben cómo ayudar a las personas, se trabaja con binomios en donde las personas también están capacitadas. En México no se le ha dado la importancia a este tipo de terapia asistida que implica mucho estudio y mucha capacitación. Un perro también puede ser de apoyo emocional; es decir, para que acompañe a ciertas personas todo el tiempo, personas que puedan caminar o no, que tengan capacidades distintas o no, será un perro que acompañará a su dueño al 100%. Es un gran apoyo para estas persona”, expresa la especialista.