Los primeros cien días de su gobierno se han convertido en ocasión de propaganda para Claudia Sheinbaum, y no de rendición de cuentas y autocrítica oficial.

Ratificó su compromiso con la continuidad de quien llamó “el mejor presidente” -el Demagogo de Macuspana-, con lo cual -una vez más- confirmó su pertenencia ideológica, partidista y grupal.

La puesta en escena del zócalo capitalino -que incluyó acarreo y tortas-, fue aprovechada para negar lo evidente: la concentración de poder como prioridad -sobre lo que sea-, el afán de someter al Poder Judicial, su rechazo a límites y contrapesos, entre otros destrozos a la institucionalidad democrática. Claro, teniendo la lucha contra la corrupción como recurso; la austeridad, el ardid del pueblo, con el pueblo; y la retórica que ya conocemos.

Sin embargo, en estos primeros cien días, hay eventos que contradicen su mensaje. Por ejemplo, la marcada dependencia del actual Poder Legislativo -con mayoría morenista- al hiperpresidencialismo construido para su beneficio. Aunque también podríamos añadir el aval a la desaseada y tramposa relección de Rosario Piedra -una de las peores calificadas tanto por su oficialismo como por su notable incompetencia- como titular de la CNDH, institución que han convertido en un apéndice gubernamental.

Y qué decir del desastre en cuanto a seguridad como consecuencia de “abrazos, no balazos”. Hay varios casos (Veracruz, Morelos, Sinaloa, Guerrero, etc.), pero resulta ilustrativa la realidad chiapaneca donde premiaron el fiasco del exgobernador Rutilio Escandón, cuñado de Adán Augusto López. De hecho, hasta el nuevo gobernador, también morenista, lo ha criticado abiertamente. Sí, Eduardo Ramírez, dijo: “yo creo que cada quien asume su responsabilidad, ellos tuvieron su estrategia, desconozco cuál haya sido”.

También ha habido un creciente nepotismo, el mismo que se critica en el Poder Judicial y en todos lados, menos en casa; al parecer, ese no es nepotismo; sí, un nepotismo que no es nepotismo. Ahí están los apellidos, las familias premiadas impunemente bajo el lopezobradorismo -además de conversos, traidores y purificados- y que algunos ya denominan mafia en el poder.

La escasez de medicinas lamentablemente continúa y no disfrutamos de un sistema de salud “como el de Dinamarca” -ni siquiera como el que teníamos anteriormente-, y tampoco funciona la Megafarmacioototoota, parte imprescindible del legado del tabasqueño.

Habría mucho que decir, pero, por espacio, sólo conviene puntualizar que el modelo populista, autoritario y antidemocrático —con variantes mínimas hasta ahora—, prevalece con la heredera presidenta, quien administra intereses de distintos sectores para que no reclamen aspectos fundamentales de la democracia y el bien común de México.

Sheinbaum oculta fracasos, maniobras y falsedades que ya han hecho historia y tienen un lugar destacado en el engendro que llaman humanismo mexicano.

Con un juego ventajoso de la institucionalidad, combina auto halago y adulación intentando distraer de la arrogancia con la que continúa el modelo heredado.

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