Las altas temperaturas están golpeando fuertemente a nuestro país y la falta de lluvias está provocando serios problemas de sequía y estrés hídrico.

Sin duda, uno de los grandes retos que enfrentarán las siguientes administraciones, en los tres niveles de gobierno: federal, estatal y municipal, será la escasez de agua. México, como muchas otras partes del mundo, está viviendo uno de los momentos más calurosos de su historia. De acuerdo con el mapa de estrés hídrico de la Conagua, más del 50% de los municipios no tendrán agua. De un total de 2 mil 471 municipios, mil 565 presentarán sequía y 499 estarán anormalmente secos.

El golpe de calor se está presentando, principalmente, en la zona norte y centro del país. Ello es grave, pues no sólo afectará a la vida cotidiana de millones de mexicanas y mexicanos, sino esencialmente a la producción de alimentos y la prestación de servicios. El estrés hídrico ya está causando fuertes impactos negativos en la producción agrícola y ganadera. Ello afectará, sin lugar a duda en los precios de la canasta básica y el bolsillo de las familias.

Aunado a ello, el impacto en la vida cotidiana de las personas es palpable. Los cortes al suministro del vital líquido en zonas urbanas se está volviendo una constante. Las familias comienzan a sentir los estragos de la escasez y la necesidad de regular el consumo del vital líquido.

Cerca de las elecciones, es momento de preguntarse ¿Esta crisis era previsible, se pudo haber evitado? ¿Qué hizo este gobierno federal para atender el problema? La realidad es que este tema nunca estuvo en la brújula del presidente. Había otras prioridades, como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas o el AIFA.

Desafortunadamente, el presidente no se dio cuenta que una obra de infraestructura que atendiera el problema del agua sí hubiera sido una gran obra, una que hubiera trascendido a la historia. El problema del agua requiere una estrategia nacional. Es un tema que involucra a toda la república mexicana. Tiene que ver con aumentar la infraestructura para su extracción y distribución, pero también, por apostar a incentivar las ecotecnologías para el correcto tratamiento, reuso, cuidado y almacenamiento del vital líquido. Debemos apostar por reactivar el ciclo hídrico, de manera integral y sustentable.

Hoy el cuidado del agua demanda un compromiso de todos, tanto en su cuidado como en su uso. Pero sobre todo, demanda atención de quienes aspiren a ocupar las futuras posiciones en la toma de decisiones.

A menos de 30 días para que terminen las campañas electorales, es increíble que la única candidata que ha planteado soluciones reales y palpables al tema es Xóchitl Gálvez. Propuso utilizar el lago de Texcoco para convertirlo en una cuenca sustentable (previa desalinización por supuesto), mayor inversión pública y privada en infraestructura hídrica, el uso de tecnologías para un desarrollo urbano más sustentable y con menos dependencia hacia el agua, entre otros puntos.

El tema del agua debe ser prioritario en las agendas políticas de las y los candidatos. No se trata de una cuestión electoral, es el tema que garantizará nuestra supervivencia. Necesitamos una política pública que vaya enfocada a garantizar la sustentabilidad del vital líquido y su eventual distribución equitativa. Si no encontramos y aplicamos medidas urgentes, en poco tiempo, estaremos en la antesala de un desastre.

Es necesario dejar las distracciones a un lado y centrarnos en este tema. Su urgencia es inevitable, pues ya no se trata de pensar en el futuro, sino de actuar ahora, para cuidar nuestro presente.

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