En el lenguaje de la clase política, durante muchos años reinó la idea de que si no tenías un capital financiero considerable, no tenía caso participar en las contiendas electorales que cada tres o seis años se realizan en nuestro país. Entre otras cosas, esto fue contaminando a quienes suspiraban o aspiraban con llegar a un espacio de representación popular, ya que se dejó de lado la propuesta y el dinero se convirtió en el principal elemento de éxito al momento de hablar de comicios. Este terreno dominado por la obsesión de tener un financiamiento mayúsculo le abrió la puerta en un primer momento a los dueños de la iniciativa privada, si no me cree vea el “Caso Salinas”, quién contó con bastantes billetes durante la carrera que libró para llegar a Los Pinos, aunque ni todos los cheques en blanco que recibió fueron suficientes, ya que como sabemos esa elección del lejano 1988 fue el inicio de la serie de fraudes electorales que viviríamos las y los mexicanos durante los siguientes cinco sexenios, estas aportaciones siempre estuvieron sujetas a los planes privatizadores que Salinas planteó desde el inicio de sus aspiraciones.

Otra cloaca que se destapó fue la del dinero del crimen organizado en las campañas, si bien siempre fue un rumor, el que hoy en día existan testimonios de que la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto tuvo financiamiento de los carteles de la droga, debería ser un tema de escándalo y la ciudadanía indignada demandar que rinda cuentas por ello, ya que este hecho significó agudizar aun más la crisis de seguridad que inició en el sexenio de Fox y encrudeció en el periodo de Felipe Calderón. Fue hasta la llegada de Morena cuando se demostró que el trabajo territorial tenía mayor peso que los billetazos, muestra de ello fue el triunfo de AMLO en 2018 que contó con un presupuesto mucho menor que el de su principal adversario; otro gran ejemplo que existe es el caso del Dr. Herrera y Mauricio Kuri, quienes en la contienda por el Senado destinaron recursos muy dispares, mientras el hoy gobernador aventó la casa por la ventana, el exrector de la UAQ prefirió la cercanía con la gente, principalmente de las zonas más olvidadas por las administraciones panistas, y al final la distancia en votos fue muy poca a comparación del despilfarre realizado por los blanquiazules.

La crisis de la oposición obligó a Marko Cortés a comprometerse públicamente a dar 80 millones de pesos más a la campaña de la señora “X”, quien ya contaba con 122 millones de los azules, 120 millones de los tricolores y 30 millones de lo que queda del PRD, es claro, no entienden que el carecer de una propuesta seria para transformar la vida pública de México es una factura más alta que el tener que destinar millones de pesos a costa del erario. La realidad es que la derrota del Frente ya está anunciada, no hay forma de revertirla, su candidata tropieza una y otra vez, no compite, no propone y no convence, ni todo el dinero que le puedan destinar logrará hacerle sombra a la ola que lleva con mediana tranquilidad a la doctora Sheinbaum a despachar desde Palacio Nacional.

Tiempo al tiempo.

Google News