Casi todos los cefalópodos (grupo de animales que incluye calamares, pulpos y sepias) tienen la capacidad de producir una espesa tinta de color oscuro para desaparecer rápidamente detrás de una densa nube de color si alguna amenaza se acerca.

La tinta de la sepia se ha usado desde tiempo atrás como pigmento base de artistas y escritores; las recetas y métodos para extraer este tinte de los cefalópodos abundan, pero el más utilizado y eficiente es extraer la bolsa de tinta, ponerla a secar, moler y poner a hervir hasta que reduzca y se concentre el pigmento para poder vertical en moldes para hacer pastillas listas para su uso.

El concepto sepia, que deriva del latín sepia (aunque con origen más remoto en la lengua griega), suele utilizarse para nombrar a un color café rojizo claro, un color marrón fresco con matices de color violeta o verdes oliva, que van desde la luz a valor moderado (un marrón muy profundo). El pigmento de tinta de sepia es bastante resistente a la luz y se usa en acuarela, para veladuras y como tinta. Como tinta de dibujo fue particularmente popular a partir del Renacimiento y desde fines del siglo XVIII o principios del siglo XIX desplazó en parte a la tinta china.

Leonardo da Vinci era un usuario habitual de utilizar el cálido tono sepia en sus esbozos, muchos de los cuales todavía se conservan. El colorista George Field lo describía como un potente color marrón oscuro de fina textura y recomendaba su uso para la acuarela. Actualmente, el color sepia para pintura artística suele elaborarse con mezclas diversas de pigmentos orgánicos e inorgánicos que imitan la coloración del pigmento de la tinta original, esto como parte de la protección y conservación de la sepia. Las pinturas comercializadas como color sepia son rojas a rojo anaranjadas, negruzcas a semioscuras y de saturación semi neutra a débil, donde puede verse el aspecto de algunas coloraciones sepia pictóricas puras dando capas muy transparentes.

Antes de la era digital, las fotografías en blanco y negro eran susceptibles a la decoloración. Para contrarrestar esto, se desarrolló un método que producía tonos marrones y dándole a las imágenes ese distintivo acabado sepia. Con el tiempo, este color se ha asociado con recuerdos, romanticismo y un toque vintage.

Los orígenes del color sepia y los procedimientos de tonificación en la fotografía son algo turbios; nadie está seguro quién inventó exactamente el proceso. En el siglo XIX, se probó diferentes baños a las fotografías en el cuarto oscuro que iban desde el cloruro de oro hasta el cobre para hacer que las fotografías tuvieran algún cambio, algunos darían como resultado colores extraños, mientras que otros arruinarían las imágenes por completo.

El virado a sepia fue muy utilizado desde los comienzos de la fotografía especialmente por el movimiento pictorialista. Ellos buscaban otorgar a las fotos un aspecto similar al de una obra de arte plástica realizada mediante técnicas tradicionales de pintura. Fue durante este tiempo que la tinta de sepia resultó ganadora. El tóner sepia proporcionó compuestos sulfúricos que cambiaron la plata metálica de una fotografía en una versión más resistente llamada sulfuro de plata. Este cambio hizo que las primeras fotografías 50% fueran más resistentes a los contaminantes.

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